Por María Celeste Maradiaga
En una madrugada de mayo soñé con mi abuela, tenía pétalos alrededor de su cara, y en mi sueño, en lugar de ser la adulta que era, tenía la forma de una bebé; en casa, mi familia y yo, la recibíamos con jolgorio y celebración, y con mucho amor la tomábamos en nuestros brazos y la consentíamos, sabíamos que era la matriarca de nuestra familia. Desperté y comenté a todas mis conocidas y conocidos lo curioso que había sido mi sueño, algo que suelo hacer. No le dí mucha importancia hasta dos meses después, cuando mi abuela enfermó. Todos en casa nos sentíamos decepcionados y desesperados porque no daba señales de mejoría. Ahí fue cuando vino a mi mente aquel sueño en el que se encontraba en su primer mes de vida, paradójicamente.
Sostuve una lucha interna conmigo misma durante un tiempo (que me pareció eterno), no sabía si debía obviar lo inminente o hacer caso a esta señal —que sentía— que mi abuela me había mandado desde hace mucho tiempo. Entonces decidí hacer caso y me fui despidiendo poco a poco.
Recordé las tardes juntas, su forma de ser, su sonrisa cálida y nuestros «buenas noches», el honor que siempre sentí por ser su primera nieta, aquellos conos que me compraba cuando iba a recogerme al salir del kinder, y de cuánto me enojaba si ella decidía no comprármelo. Recordé también su fe y religiosidad, su rosario y el nombre de cada una de sus hijas, sus cuñados, sus nietos y sus bisnietos en cada uno de sus rezos por las mañanas, y, seguidamente, los ejercicios que realizaba y que eran recetados por su doctor.
Junto a mi familia íbamos a celebrar sus 80 años en 2020, pero nos quedamos con el «chonguengue» armado, llegó la pandemia por la COVID-19 que amenazaba con quitárnoslo todo y ya no pudimos celebrar como lo habíamos planificado. Decidimos comprarle un pastel y hacer algo simbólico, mi abuela sopló las velas ese día con su familia dispersa en otros sitios. Me intriga saber cuál fue su último deseo de cumpleaños.
Mi abuela enfermó de COVID-19 y la desesperación e incertidumbre era de todos los días, ya que no podíamos verla, hablarle ni escucharla. Su estado de salud se agravó tanto hasta quedar interna en un hospital. El contacto con enfermos al inicio de la pandemia era nulo, es por eso que para nosotros todo fue aún más devastador.
Creo que nada nos prepara para la partida de un ser amado, y más cuando se está atravesando por este proceso sin que haya ocurrido. Así de extraña era la situación, pidiendo que mi abuela se aferrara a la vida y sintiéndome culpable por ese mensaje en aquel sueño que, ahora comprendo, envió para que yo pudiera dar ese paso y cuidar de los más grandes del hogar al momento de ese escenario devastador: su muerte.
En tan solo dos semanas de enfermedad mi abuela nos dijo adiós, perdió la batalla contra la covid y eso nos dejó devastados. En este escenario recuerdo tomar a mi mamá en brazos, llorando como una bebé, y consolar a mi papá como si fuera un niño desorientado. El té de tilo nos acompañó en esa larga noche, en donde comentamos sus memorias una tras otra, y ahí comprendí más aquel mensaje.
A veces se nos olvida que nuestros mayores también sienten y consideran inexplicables muchas cosas. Con mis hermanos nos hicimos un solo nudo sin decir una palabra, sabíamos que nuestra abuela, «Mamilibe», se había ido, y comprendimos a nuestra corta edad que este era un punto determinante en la vida de todos en la familia, pues ella era el motor que nos impulsaba y el suéter que nos abrigaba.
Creo que desde ese momento Mamilibe me ha estado alertando y guiando por cada uno de los senderos de mi vida y hoy quiero agradecerle por prepararme y llevarme de la mano en este camino de introspección y descubrimiento. Sé que ha estado ahí, viviendo cada una de mis aventuras.
5 comentarios en “El mensaje de «Mamilibe»”
Que en su Gloria Dios tenga a Mamilibe 🤍
Muy bueno sigue asi
De seguro tu Mamilibe Dormirá en los brazos de Dios . Muy linda reflexión de vida. Serás una gran periodista sensible y empática .muchos éxitos para tu vida y las bendiciones t abrazen en el camino emprendido . Recuerda los seres amados viven siempre en el corazón de quienes no los olvidan .
Que bello recuerdo de tu abuela Maria Celeste. Dios bendiga tu vida 💛
Hola mi sobrina bella e leído este hermoso msj, q me dejo sin palabras,mi periodista q precioso desde cielo mami libede lo agradece, q Diis te bendiga y te guarde os quiero tu tía Maricela