En Honduras, las cifras de contagio y muertes por COVID-19 van en aumento. A diario se reportan muertes en el personal sanitario, una consecuencia fatal de la indiferencia tanto de las autoridades estatales como de la sociedad.
Texto: Lizz Gabriela Mejía
Fotografías: Martín Cálix
Hugo Fiallos es uno de los pocos intensivistas con los que cuenta el sistema de salud hondureño, se ha dado a conocer en redes sociales por sus mensajes directos tanto al Estado como a la población sobre la crisis que se está viviendo en los hospitales y el aumento de contagios y muertes por COVID-19. Con tono de preocupación dice que la población y las autoridades no reconocen el esfuerzo que desde marzo de 2020 ha hecho el personal médico y de enfermería.
Los aplausos virtuales que se pusieron de moda en redes sociales al inicio de la pandemia se fueron perdiendo ante las ansias de regresar a la vida cotidiana. A una vida donde el virus no existe. En Honduras esas ansias aumentaron este año. Dice Fiallos que la actual preocupación de las autoridades y los políticos son las elecciones.
«A las autoridades no les interesa el sistema de salud, ahorita están con otras miras, lo que importa es la política, lo que importa es que la gente vaya a votar, conseguir suficientes votos para lograr ganar sus 120 000 pesos al mes en el Congreso Nacional, lo demás es secundario. Es una guerra que estamos combatiendo solos, que estamos combatiendo con las uñas, no podemos ganar así».
Y es que tanto Fiallos como otros médicos que han sido la cara pública de su gremio, se sienten devastados por la pérdida de sus colegas. Estamos comenzando el segundo mes del 2021 y ya se ha registrado la muerte de 17 médicos y 7 enfermeras. Las cifras oficiales del gobierno indican que desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020, ya son más de un centenar de trabajadores de la salud los que han perdido la vida mientras trabajan en primera línea en los distintos centros asistenciales.
El deterioro y colapso del sistema de salud, evidenciado con la pandemia, es consecuencia de la mala administración en la atención de la emergencia como lo han demostrado diversas investigaciones tanto de la fiscalía, el Tribunal Superior de Cuentas como de los medios de comunicación. Actualmente, los centros asistenciales del país se encuentran saturados de pacientes con COVID-19 pero también una buena parte de esos pacientes están sufriendo los efectos que dejaron las tormentas Eta y Iota en el norte del país. Ahora se suman a esas salas de atención, miembros del personal sanitario, una buena parte ha perdido la batalla contra la COVID-19.
Ligia Ramos, dermatóloga e integrante de la Junta Directiva del CMH, dijo recientemente a este medio que las decisiones tomadas por la Secretaría de Salud y la Mesa Multisectorial los están orillando a irse a paro de labores. Una huelga de médicos en este momento podría ser fatal. A finales de enero, durante una conferencia de prensa, las autoridades del CMH pidieron al gobierno y a la mesa multisectorial que se regresara al confinamiento, este debía durar 3 semanas, ya que de esta manera se reduciría la cantidad de casos positivos y atenciones por COVID-19 en los hospitales.
«Hemos hecho consultas al más alto nivel, a nivel del Gobierno de la República, a nivel del Consejo Hondureño de la Empresa Privada y no hay ambiente definitivamente para un cierre definitivo de la economía como se viene planteando por sectores como el mismo Colegio Médico de Honduras», declaró César Chirinos, representante de los empleados públicos en la Mesa Multisectorial, a Radio América.
Debido a la indiferencia de las autoridades, los médicos en la capital del país protestaron a inmediaciones del hospital móvil, cargando carteles en los que se leían frases como «Necesitamos la vacuna para COVID-19, lo más pronto posible» o «Exigimos prioridad para las plazas al personal de la sala COVID-19 de HO», además, dieron a conocer que si no cambia la situación, no darán atención médica. «Tenemos que darle vuelta a todo esto y lo vamos a hacer, aquí se cambian las cosas o aquí no va a haber atención por parte del sector médico», indicó la neumóloga Suyapa Figueroa, presidenta del CMH, a los medios de comunicación.
Los médicos capitalinos no son los únicos que tienen esta postura, pues los galenos del norte del país han empezado a dejar de atender las consultas en sus clínicas u hospitales privados. Incluso, ha circulado un comunicado del Hospital del Valle, en San Pedro Sula, en el que la Junta Administradora de cada uno de los Condominios Médicos I y II «invita y exhorta a todos los médicos y demás profesionales de la salud a que el próximo martes 9 de febrero cancelen las consultas médicas en horario de 8 am a 12 pm», el motivo es reconocer y recordar a los médicos que dieron su vida en pro de conservar la de sus pacientes.
Le consultamos al intensivista Fiallos cuál es su opinión acerca de las medidas tomadas por el CMH, respondió que «no puedes combatir un fuego echándole gasolina».
Presupuesto no se ve reflejado
El panorama sanitario en Honduras no es el mejor, a pesar del presupuesto otorgado para 2021, que es de 18 mil 218 millones de lempiras, 2 mil millones más que en 2020. Para el doctor Yefrin Maradiaga, especialista en medicina interna, «ese aumento es ridículo, la cantidad gastada no se ve reflejada en infraestructura, equipo médico o médicamentos».
Maradiaga agrega que necesitan «más camas y más médicos porque ya no tenemos más especialistas, la mayoría trabaja en 2 o 3 hospitales. Necesitamos más unidades de cuidados intensivos pero no tenemos más intensivistas». Este médico que trabaja en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) explica que en casos moderados podría mejorarse la capacidad de hospitalización pero en el caso de que habilitaran más unidades de cuidados intensivos, no hay personal para atender más pacientes en estado crítico.
En el centro asistencial donde trabaja Maradiaga ha aumentado la cantidad de pacientes en emergencias y salas de atención primaria, «en este momento la ocupación es importante, aún hay cupos en sala pero pocos, las áreas críticas están saturadas. De continuar así, en unas semanas los pacientes estarán en sillas y colchones en la emergencia como en junio y julio (de 2020), la población debe entender que si se sobrepasa la capacidad, la calidad de atención será mucho menor, y eso preocupa», aseguró el internista en una entrevista brindada a Contracorriente.
La eliminación del esquema de circulación y la falta de medidas de bioseguridad han contribuido al aumento de casos de COVID-19 en el país, donde se contabilizan 153 905 casos positivos y 3 710 muertes. A pesar de estas cifras y las exigencias del gremio médico, Sinager se ha limitado a implementar un toque de queda desde las 9:00 pm hasta las 5:00 am, exceptuando los departamentos de Santa Bárbara, Cortés, Atlántida y Yoro, donde la circulación depende de la terminación del número de identidad o pasaporte.
El IHSS no es el único centro asistencial del país que no tiene los insumos y medicamentos suficientes para atender a la afluencia de pacientes que llegan con necesidad de tratamientos y atención médica. Desde inicios de diciembre de 2020, la unidad de cuidados intensivos del Instituto Nacional Cardiopulmonar no ha tenido cupos disponibles para más pacientes, la neumóloga Suyapa Sosa no explicó que la cantidad de pacientes que llegan al hospital y necesitan atención urgente son demasiados.
«Un paciente falleció 8 minutos después de haber llegado de un triaje, otros pasan casi un mes en la unidad de cuidados intensivos», responde Sosa al preguntarle cuánto tiempo puede estar un paciente interno en el hospital, mientras agrega que el hospital, también conocido como El Tórax no cuenta con equipo y materiales para realizar exámenes y tomografías necesarias para diagnóstico de COVID-19.
La doctora Sosa también se refirió a la cantidad de dinero que se invierte en atender a los pacientes, «el precio aproximado de algunos medicamentos que utilizamos en el hospital ronda los mil dólares y tener a un paciente por 24 horas en la unidad de cuidados intensivos anda por los 200 000 lempiras».
«Para que entre un paciente, tiene que morir alguien más», dice la doctora Sosa, la capacidad de la UCI en su hospital está al límite y más personas siguen llegando con una etapa avanzada de la enfermedad.
Al comunicarnos con Fredy Guillén, el recién nombrado viceministro de salud, para consultar acerca de los protocolos para no saturar las salas UCI y cuál es el procedimiento para ingresar pacientes a las salas de cuidados intensivos, alto flujo y ventilación no invasiva, no se obtuvo respuesta alguna.
A inicios de diciembre, la doctora Sosa conversó con Contracorriente y nos contó que había pasado un año desde que se arruinaron las máquinas para hacer pruebas de tuberculosis. Es decir, que el hospital especializado en enfermedades cardiopulmonares no estaba siquiera haciendo pruebas para detectar tuberculosis desde antes que llegara la pandemia por Covid19.
Hablamos con ella más de un mes después de que nos contara esto y asegura que la Secretaría de Salud ha hecho caso omiso a las denuncias que los empleados del Tórax han hecho. Esto, a pesar de que la tuberculosis es una de las afecciones más frecuentes en las épocas de lluvias y descenso de temperaturas. Además de COVID-19, el Instituto Nacional Cardiopulmonar también está atendiendo casos de asma, enfisemas pulmonares, neumonías y tuberculosis, condiciones que tienden a empeorar con los cambios de clima.
Conversamos con algunos médicos que están en primera línea, muchos coinciden en que sienten temor, tienen miedo de enfermarse y sufren al atender a sus compañeros de trabajo. Y también tienen temor de denunciarlo, muchos decidieron hablar solamente off the record.
Uno de los pocos que quisieron hablar públicamente fue el doctor Maradiaga y dijo que «hay algunos compañeros incapacitados y hospitalizados en áreas críticas. Es menos personal para atender a la población, los colegas sufren y sus familiares también». Otros galenos, como la reumatóloga Helga Codina, expresó que la situación «nos causa más temor a nosotros que a la población en general, nos causa desolación, angustia e inseguridad». El mensaje de todos, incluso de los que hablaron desde el anonimato, es que la mejor forma de evitar más muertes es restringiendo la circulación y acelerando el proceso de vacunación para los ciudadanos más propensos a contraer la enfermedad.
«El resto de la población debe intensificar las medidas de prevención, así como evitar reuniones de cualquier tipo, doble mascarilla para las personas que deben salir a trabajar y mantener distancia de 2 metros al estar con otros evitando quitarse la mascarilla», recomendó uno de los doctores.
A pesar de esto, las actividades masivas como los cultos religiosos, las concentraciones políticas y algunos centros de entretenimiento siguen funcionando con pocas o en algunos casos nulas medidas de seguridad.
La falta de conciencia de la población es como decir «hagámosle un homenaje a los muertos aumentando los contagios», dijo el doctor Hugo Fiallos.