El Congreso Nacional de Honduras, en su última sesión legislativa aprobó que el Poder Ejecutivo pidiera hasta 2,500 millones de dólares en préstamos. Esto se suma a los más de 420 millones de dólares de la primera etapa de aprobaciones presupuestarias para combatir la actual crisis sanitaria que desencadenó la expansión de la COVID-19 en el mundo. Oxfam asegura que «acatar una cuarentena sin ayuda económica resulta casi imposible para los 140 millones de latinoamericanos que trabajan en la informalidad, sin beneficios sociales e ingresos garantizados».
En la misma sesión legislativa de este 2 de abril de 2020, mediante una propuesta presentada por los diputados del partido Libertad y Refundación, el Congreso Nacional dejó ir la oportunidad de aliviar la —cada vez más difícil— situación económica de los más pobres del país. La bancada de la oposición pedía que se suspendieran los pagos de agua, energía, cable, internet y alquiler, que se garantizara el salario mínimo de los trabajadores de la economía informal (1.3 millones, según la intervención del diputado Jorge Cálix) de la reservas internacionales. Lo anterior fue tildado como una medida populista por parte de diputados liberales y nacionalistas.
En las ciudad de San Pedro Sula y Tegucigalpa —las principales del país— se aprecia un parcial cumplimiento del toque de queda decretado por el gobierno hondureño. Quienes desacatan la disposición y no pueden quedarse en casa suelen ser quienes pertenecen al 62% de la pobreza en el país, dato del Instituto Nacional de Estadística.
«Yo decidí trabajar en lo propio porque no me gustaba ser empleado de nadie, igual tener lo propio es difícil, pero al menos es de uno», expresa Ernesto, un vendedor de hot dogs que ha trabajado por 20 años en las cercanías de las maquilas ubicadas en la ciudad de San Pedro Sula. «Tengo casi toda mi vida de hacer esto para vivir y sostener a mi familia», concluye.
«Yo tengo 17 años de tener este puesto, amiga, y he visto pasar cualquier cantidad de enfermedades, sobre todo porque trabajo frente a este hospital. Sé que con las medidas adecuadas de usar el gel, dárselo al cliente y mantener limpio y la distancia necesaria, esa enfermedad no me va a pegar, además siempre me encomiendo al de arriba» dice doña Reyna, con una sonrisa mientras se unta gel antibacterial para seguir mostrando su producto.
Esta galería intenta mostrar ese silencio parcial, ese murmullo leve de quienes —si se quedaran en casa— aseguran que morirían de hambre, de quienes al salir a trabajar —porque dependen de lo que hagan a diario— arriesgan sus vidas ya que se exponen al contagio por COVID-19.
Algunos han cambiado sus ventas, para ponerse a vender los productos de temporada: alcohol en gel, guantes de látex y mascarillas de tela —aunque muchos médicos han explicado que no son recomendables para protegerse del virus, puesto que no evitan el contagio y generan una falsa sensación de seguridad—. Las mascarillas quirúrgicas están agotadas en muchas de las farmacias del país. Ante esta situación, funcionarios del gobierno, que van desde el mismo presidente Juan Orlando Hernández hasta el doctor Francis Contreras, vocero de la Secretaría de Salud para la emergencia sanitaria, alientan a la población hondureña a hacer sus propias mascarillas en casa, contradiciendo a las recomendaciones de los médicos.
Cofundadora de Contracorriente y directora de desarrollo. Cubre temas de género, en específico población LGTBI, violencia y juventud. METIS fellow 2019.