Migrantes pobres, mentiras poderosas

Fotografía: Fernando Silva Cruz

Días de migraciones, realidad incesantemente compleja para Centroamérica. No ha pasado aún el mal sabor de la caravana migrante que en octubre salió de Honduras rumbo al norte; no ha concluido el viacrucis, cuando ya un nuevo grupo de hombres y mujeres dejan atrás su patria. Situación que se repite todos los días invisiblemente.

Citado por el periódico The New York Times, el jueves 10 de enero el presidente norteamericano afirmó lo siguiente: “Se está formando otra gran caravana en Honduras que estamos tratando de desintegrar, pero hasta ahora es más grande que cualquiera que hayamos visto (…) No podemos detenerla con drones ni con sensores, pero ¿saben con qué podemos pararla en seco? Con un muro poderoso y bien hecho”.

Estas declaraciones se dan en el marco de la discusión que lleva Donald Trump con el Congreso sobre la aprobación del presupuesto para la construcción del “muro invulnerable” del que tanto se ha hablado en los últimos años.

Trump está solicitando un presupuesto de 5700 millones de dólares, para cerrar la frontera y que ningún migrante entre a tierras americanas ¿lo logrará?

Más allá de la problemática migratoria, por todos conocida y vivida, está la situación de los migrantes ya ubicados en Estados Unidos.

En el diario ThoughtCo., la politóloga María Rodríguez afirmó el 23 de febrero del 2018 que “en la actualidad hay 44 millones de inmigrantes en Estados Unidos lo que supone el 13,5 por ciento del total de la población y que 1 de cada cinco migrantes en el mundo tiene como destino a los Estados Unidos.” (Rodríguez, 2018). Sin embargo, en esta cifra no se incluyen a miles de indocumentados que traspasan las fronteras y se instalan en tierras norteamericanas sin ser vistos por ninguna autoridad estatal.

Estas personas andan por las calles trabajando en mil oficios, robusteciendo la economía americana, haciendo lo que nadie quiere o puede hacer, y cuidándose la espalda por cualquier mala mirada.

Se vive una paradoja entre el gobierno norteamericano y los migrantes.

Particularmente el gobierno de Trump, se ha empecinado con su “muro poderoso” para evitar la “entrada ilegal”. Como si la migración fuera cosa de pobres que luchan contra una frontera infranqueable.

Christopher Gascon, representante en México de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), citado por el periódico La Jornada, afirmó el lunes 10 de abril de 2017: “Se estima que cada año más de 450 mil personas, principalmente centroamericanas, cruzan el territorio nacional (México) hacia Estados Unidos”. (LaJornada, 2017). Sin lugar a dudas, las cifras van en aumento. La pregunta aquí es: ¿de la mano de quiénes, o en qué condiciones los migrantes cruzan el suelo mexicano?

Las mafias tienen el control.

Actualmente, la migración es uno de los negocios más grandes en nuestra región.  México se ha vuelto territorio de guerra. Los carteles disputan a mano armada todos los días. La muerte anda suelta, y los migrantes suelen ser carne de cañón.

Desde Chiapas a Tabasco, a paso de Combi, un migrante se tarda unas diez o doce horas en llegar. Cada noche, una caravana de más de ocho combis, sin contar automóviles de vigilancia que van delante y detrás del grupo, circulan a calle abierta. Cada combi lleva entre 20 a 30 personas entre las que se mueven mujeres, hombres y niños. Cada persona paga una cuota superior a los 300 dólares por “ese jalón”. No es un solo cartel el encargado de este tráfico. En otras rutas, otros grupos criminales llevan a esa misma hora otras decenas de ilegales. ¿Quiénes son los verdaderos grandes ganadores de este movimiento? ¿logrará algún día algún gobierno acabar con este fenómeno?

¿Y las propuestas de los gobiernos centroamericanos? En Centroamérica todo se vuelve parte de un gran show, cuyo organizador es el gobierno norteamericano quien a través de sus embajadas introduce políticas ilusorias. Sin embargo, los miles de migrantes que trabajan a sol y frío, reparando las piezas rotas de una sociedad acomodada y excluyente (con la rara excepción de las buenas gentes que, con dificultades, se encuentran) son los menos queridos, valorados y protegidos.

Es la más alta mentira del siglo; parafraseando a don Trump: “No los queremos aquí, los detendremos con un muro”; (pero muy en el fondo de la avaricia) “necesitamos su mano de obra barata”.

Anacleto Soriano Contributor
Sobre
(1990) Estudiante de Sociología en UNAH-VS. Autor del libro de poesías ECOS, que, junto a Sinestesia de Alexandra Prudencio, conforma la primera publicación de la serie poética Viceversa. Cofundador del grupo musical Son de Pueblo, en El Progreso. Agricultor por vocación.
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