Veinte días después de las elecciones que supuestamente decidirían al próximo presidente de Honduras, no hay resultados oficiales por parte del Tribunal Supremo Electoral. Sin embargo, el Partido Nacional ya ganó en el Congreso Nacional. Son 61 diputados nacionalistas los electos según el TSE, dejando a varios candidatos, que parecían fuertes al inicio de la contienda con sus aspiraciones desvanecidas, entre ellos el acusado por ser uno de los principales ejecutores de secuestros, torturas y asesinatos en Honduras durante la década de los 80: Billy Joya quien ahora aparece en la televisión como defensor del presidente Juan Orlando Hernández.
El domingo 26 de noviembre en los comicios electorales más atípicos de la historia de este país, en la colonia Los Robles de Tegucigalpa una sobreviviente de la tenebrosa Honduras de los 80, Nora Miselem Rivera, caminaba con 63 años hacia la fila que la llevaría a manchar su meñique de esperanza, en un centro de votación ubicado en un barrio de militares repleto de afiches del oficialismo y donde la clase alta es mayoría. En los afiches, Billy Joya.
Mientras hace fila esperando su turno para elegir a las próximas autoridades del país, Nora Miselem sobre estas elecciones nos dice que “del Partido Nacional se puede esperar cualquier cosa”, incluso tener entre sus filas a quien fue uno de los integrantes del Batallón 3-16 que, en 1981 en las primeras elecciones “democráticas” de Honduras, la capturó a ella y otras personas que supuestamente querían boicotear esos comicios.
Después de salir libre de esa experiencia, algunos años después Miselem sería víctima de un segundo secuestro en el que según sus propias palabras estuvo “nueve días en manos de esos animales”.
“Choques eléctricos y abusos de todo tipo” fueron la carta de presentación de los escuadrones de la muerte que integraba Billy Joya ante los subversivos que se habían vuelto un obstáculo para la Doctrina de Seguridad Nacional que los Estados Unidos imponía en toda Latinoamérica.
Aunque el registro del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos (CODEH) apunta que el Batallón 3-16 inició operaciones en 1984, los primeros créditos de desapariciones son de 1981, exactamente cuando la embajada norteamericana decidió colocar como embajador al antiguo jefe de la CIA, John Dimitri Negroponte, quien adoptó como ejecutor de sus políticas a un joven: Billy Joya.
“El licenciado Arrazola”, como se hizo llamar Joya en aquellos años de la denominada guerra sucia en Latinoamérica, fue miembro del Batallón de Inteligencia 3-16 que operó en Honduras durante la década de los 80 y 90, el cual se encargó de secuestrar y desaparecer opositores políticos, además de ser el fundador de los escuadrones “Lince” y “Cobra” que sirvieron como brazo represor al servicio del estado.
Desde muy joven Joya fue instruido en las prácticas de la dictadura al ser becado por parte del ejército hondureño para estudiar en el Chile de Pinochet y trabajar bajo las ordenes de Guillermo Suarez Mason, acusado de cometer múltiples crímenes de lesa humanidad en Argentina.
Es así como Billy Joya al ser jefe de su división táctica empieza a trabajar en sincronía con la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI); además, según las investigaciones sirvió como enlace entre el ejército hondureño, el régimen dictatorial argentino y los estadounidenses.
Para Nora Miselem Rivera, el Batallón 3-16 está más activo que nunca a través del mismo Joya que a pesar de estar evidenciado a nivel internacional como un violador de derechos humanos y estar acusado de 5 casos penales con 19 delitos imputados por particulares y por el Estado hondureño en 1990, ha intentado integrarse a la “democracia” desde las elecciones de 2009 con La Alianza Patriótica del golpista general Romeo Vásquez y ahora con el Partido Nacional del ilegal reeleccionista Juan Orlando Hernández.
¿Cómo es posible que este hombre se encuentre habilitado para optar a un cargo de elección popular? Se pregunta esta sobreviviente del terror que representó la injerencia de Estados Unidos en la sociedad hondureña, y que hoy esa misma injerencia está dejando sangre en las calles y en la punta de los fusiles de los militares. Ella misma responde a esa pregunta: “si al imperio le conviene, así será”.
Billy Joya no es cualquier militar que intenta adaptarse a las nuevas dictaduras “democráticas” impuestas por Estados Unidos en los países Latinoamericanos, ahora bajo la bandera del Partido Nacional, el licenciado Arrazola es la memoria sangrante de los desaparecidos en Honduras.
Esa misma memoria llevó a Joya al auto exilio en España a mediados de los 90, donde fungió como catequista en un colegio de Sevilla mientras se ocultaba de la justicia hondureña que a través del juez civil Roy Medina ordenó su detención el 17 de octubre de 1995 por la desaparición temporal de seis estudiantes universitarios en abril de 1982.
Noche de los lápices
Una de las estudiantes secuestradas esa madrugada del martes 27 de abril de 1982 fue Ana Suyapa Rivera quien, además, se volvió una pieza fundamental al ser la primera víctima que logra identificar a Billy Joya como uno de los ejecutores de esas operaciones de miedo y desaparición que pretendían borrar cualquier rastro de disidencia en el país.
“Nos vendaron los ojos nos sujetaron las manos, nos hicieron montar a un carro y nos llevaron a una casa fuera de la ciudad” después de eso, Rivera señala que no volvieron a saber dónde estaban.
Ana Suyapa Rivera fue capturada ilegalmente a las 5 de la madrugada por el Batallón 3-16 junto a Guillermo López Lone, Edwin Dagoberto López Lone, Milton Danilo Jiménez Puerto, Marlen Irasema Jiménez Puerto y Gilda María Rivera Sierra.
Todos fueron trasladados a una casa en las afueras de la ciudad donde, según Milton Puerto, llevaban a los desaparecidos para torturarlos hasta su muerte y donde ellos mismo sufrieron la tortura física, psicológica y sexual.
Fue casi una semana en la que Ana, de “chiripa” y por encontrarse en la misma casa con dirigentes estudiantiles perseguidos por los militares, vivió la peor experiencia de su vida en manos del Batallón 3:16 liderado por el asesor de seguridad en los últimos gobiernos nacionalistas, Billy Fernando Joya Amendola.
El caso denominado “Guillermo López Lone y otros, contra el Estado de Honduras” logró que Joya después de 4 años prófugo se presentara ante los juzgados en diciembre de 1998; sin embargo, al pagar una fianza de 2,400 lempiras logró recobrar su libertad y le ha dado la posibilidad de participar en las últimas dos elecciones.
En 2017 Ana Suyapa Rivera, miembro del Centro de Derechos de Mujeres (CDM), considera que es “una amenaza para el estado” que este tipo de personas sean elegibles para integrar el Congreso Nacional, a pesar de ser una práctica común en los partidos de derecha latinoamericanos.
Billy Joya aparece como analista experto en seguridad en los medios de comunicación, pero las personas que fueron víctimas de sus estructuras de tortura y muerte en los 80, lo consideran un experto en inseguridad.
Intentos Fallidos
Billy Joya con el total de las mesas electorales procesadas queda rezagado en el lugar 40 de los 23 puestos disponibles en el departamento de Francisco Morazán, con un total de 210,076 votos.
Según el Tribunal Supremo Electoral, más de doscientas mil personas votaron por un personaje que tiene acusaciones penales por tortura y asesinatos, además de ser señalado por la comunidad internacional como un violador de derechos humanos.
Para Berta Oliva, directora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh), “todo se ha hecho” lo único que no se ha logrado es justicia en contra de los ejecutores de aproximadamente 184 crímenes de lesa humanidad registrados entre 1980 y 1990.
Para la directora de esta organización de defensa de derechos humanos, las condiciones geopolíticas de nuestro país propician que se impulsen las candidaturas de personas que tienen deudas ante la justicia, pero pueden servir para salvaguardar los intereses del sistema.
En estas semanas de incertidumbre Billy Joya a pesar de no ser electo ha aparecido como uno de los principales defensores del proceso y la reelección, afirmando entre otras cosas que “la historia ya está escrita”. Esa misma historia le dice al pueblo que el respaldo popular no es lo fundamental en el sistema sucio que controla al país, por lo que seguramente seguiremos viendo al “Licenciado Arrazola” como el estelar de las “políticas de seguridad” en esta nueva dictadura comandada por Juan Orlando Hernández Alvarado.
*Para este reportaje Billy Joya fue contactado para entrevistarle, pero no recibimos respuesta de su parte.
Foto: Jennifer Avila