A orillas del majestuoso río Ulúa, uno de los más importantes del país, a la altura de El Progreso, Yoro hay una comunidad que se llama El Banano. Su nombre ya cuenta una historia bastante conocida, la historia de cómo fuimos y en cierta medida seguimos siendo una república bananera. La nostalgia de la compañía que forjó y diseñó la forma en que este país se organizó, pero que nunca trajo el desarrollo que la gente soñó.
En El Banano aun no hay acceso a una educación de calidad. Jóvenes maestros del Instituto Hondureño de Educación Radiofónica hacen horas de voluntariado para llegar a esta comunidad viajando a veces a jalón y a veces en mototaxi durante una hora en calles de tierra. El paisaje ya no solamente es banano, ahora también es palma africana. La vida en los campos sigue siendo olvidada, ignorada. Aquí una visita pequeña de los campos bananeros, pequeñas muestras de un país.
Barbería al aire libre.
La faena diaria.
La bici.
Bambi en los campos.
Limpiando el solar de la escuela.
Cuando llegan los conos, llega la bulla.
Fútbol.
Charancacos.
Limpiando el solar de la escuela.
Maestros del IHER que viajan los fines de semana a dar clases.
Mural de calificaciones de estudiantes en IHER.
Un cuento de Robert Kiyosaki para soñar que algún día seremos “ricos”.
La escuela del IHER cuenta con 7 aulas y las niñas y niños cuentan con mejores condiciones para estudiar.
Las niñas. “Pues de aquí lo que no nos gusta es el machismo. Los hombres creen que nosotras solo servimos para estar en la casa, a mi no me gusta que me manden.” Una de las niñas exalta que no les gusta que la población en el campo se conforma.
Aprendiendo informática. Contrastes.
Niños campeños.
Niños campeños.
Palma en territorio bananero, la nueva fiebre.
La familia de María Juana vive de trabajos temporales de su esposo que es músico del pueblo. Tuvo 14 hijos de cuales solo 9 vivieron.
La faena en casa.
La faena en casa.
María sueña con que sus hijos estudien y salgan del campo.
Bici.
Tilapias, otra forma de supervivencia.
Un camino largo.
Barbería
La faena diaria.
La bici.
Bambi en los campos.
Limpiando el solar de la escuela.
Cuando llegan los conos, llega la bulla.
Fútbol.
Charancacos.
Limpiando el solar de la escuela.
Maestros del IHER que viajan los fines de semana a dar clases.
Mural de calificaciones de estudiantes en IHER.
Un cuento de Robert Kiyosaki para soñar que algún día seremos “ricos”.
La escuela del IHER cuenta con 7 aulas y las niñas y niños cuentan con mejores condiciones para estudiar.
Las niñas. “Pues de aquí lo que no nos gusta es el machismo. Los hombres creen que nosotras solo servimos para estar en la casa, a mi no me gusta que me manden.” Una de las niñas exalta que no les gusta que la población en el campo se conforma.
Aprendiendo informática. Contrastes.
Niños campeños.
Niños campeños.
Palma en territorio bananero, la nueva fiebre.
La familia de María Juana vive de trabajos temporales de su esposo que es músico del pueblo. Tuvo 14 hijos de cuales solo 9 vivieron.
La faena en casa.
María sueña con que sus hijos estudien y salgan del campo.
Licenciada en Informática Administrativa, graduada en la Universidad Nacional Autónoma del Valle de Sula(UNAH-VS). Fotógrafa, disidente, amante al arte y diseño. Feminista. Emprendedora creativa.