En Estados Unidos Donald Trump, en Guatemala Jimmy Morales, en Perú Ollanta Humala y en Francia Macron, son solo algunos de los tantos ejemplos que demuestran que en el mundo el fenómeno “outsider” se convirtió en la nueva moda político-electoral que ahora es vista por la población como la oportunidad para sacudir la política tradicional que la ha defraudado. Honduras tiene sus ejemplos.
El desencanto, la desconfianza y el hartazgo de la gente en los políticos tradicionales, ha significado una plataforma que impulsa nuevos personajes en la política electoral hondureña.
Se llama “outsider” a una persona que no tiene experiencia política, es decir, gente que no está en el negocio político o que así se presenta. Bajo ese parámetro, la nueva moda llegó a Honduras y su mayor impacto se presentó desde el pasado proceso electoral con la aparición del presentador deportivo Salvador Nasralla, quien aprovechando su popularidad ganada en más de treinta años dirigiendo programas televisivos de entretenimiento formó el Partido Anticorrupción (PAC), perfilando a este instituto político como una nueva alternativa para combatir la corrupción y sanear la estructura gubernamental.
Nasralla fue comparado en su momento con el comediante Jimmy Morales, quien logró la presidencia después de los movimientos de indignación y las investigaciones que llevaron a prisión al binomio presidencial de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti.
Honduras vivió un golpe de Estado en 2009 y en ese momento se demostró que los partidos políticos tradicionales estaban experimentando fracturas. El Partido Liberal se partió, y el Partido Nacional impulsó rápidamente sus nuevos liderazgos. La población estaba demostrando que ya no confiaba en las viejas formas de hacer política, comenzó a existir una oposición más evidente y más fuerte en las calles.
A inicios del 2016, la encuestadora CID-Gallup desarrolló una consulta a hondureños y hondureñas sobre las preferencias hacía partidos políticos, dejando como resultado un 38% de la gente sin simpatía particular por alguna institución política. Tal tendencia demuestra el desagrado de la gente, estimando un ascenso al abstencionismo, disminuyendo la popularidad de los partidos tradicionales como de los mismos institutos outsiders.
En ese escenario urgieron las maniobras.
Pero en 2015, los líderes jóvenes del Partido Nacional fueron acusados por un millonario robo en el Instituto Hondureño de Seguridad Social. Nasralla era un visible líder de las movilizaciones indignadas y sumaba adeptos. El partido que surgió del golpe de Estado bajo la dirección del presidente derrocado, Manuel Zelaya, Libertad y Refundación, se seguía viendo como un partido más, nuevo pero tradicional. Y el Partido Liberal seguía enterrado por su fraccionamiento.
Sin embargo, la espuma de la indignación bajó y el partido Liberal vio en esto una oportunidad. Así surge en el actual contexto Luis Zelaya.
Zelaya es el nuevo candidato a la presidencia por el Partido Liberal, quien se presenta como una opción limpia para el electorado hondureño, aun cuando representa un partido que se encuentra deteriorado y desprestigiado por sus actuaciones legislativas y políticas. Un partido que ha estado casado con el Partido Nacional desde el inicio.
Outsiders y fama
El outsider incursiona en política partiendo de un prestigio acumulado fuera de ella. En ese contexto periodistas, médicos, deportistas, artistas y comediantes aprovechan la plataforma para venderse ante el electorado como sujetos limpios de vicios, y que gracias a eso deben ser vistos como la primera opción para ocupar diputaciones, alcaldías y hasta presidencia de la república.
Entre algunos outsiders que aprovecharon la plataforma para convertirse en funcionarios públicos están: el futbolista del Olimpia Wilmer Velásquez quien gracias a sus goles y simpatía con la afición blanca se convirtió en diputado del Partido Nacional por el departamento de Francisco Morazán.
Otro caso es el de la diputada Welsy Vásquez, quien laborando varios años para Canal Seis logró un curul en el Congreso Nacional representando al departamento de Cortés y ahora ya tiene una empresa televisiva a su poder.
Asimismo el entrenador de fútbol Edwin Pavón, ha conseguido por más de dos periodos ser diputado por el Partido Unificación Democrática en el Congreso y de esa forma muchas personas que nunca han sido políticos aprovechan su fama como outsiders para sacar producto político.
El outsider, generalmente lo es durante una vez; Salvador Nasralla fue uno de ellos en el pasado proceso electoral, en el mismo dejó de serlo, pues su participación e inclinación electoral ahora lo ha convertido en un político más con diferencias internas partidarias e incluso denuncias de caudillismo de un sector de su base.
A pesar que solo una vez se es outsider, no significa que sus secuelas o la fama de este concepto no tengan sus beneficios para quienes se escudan en ese término, por ejemplo: en la actualidad Nasralla sigue vendiendo su candidatura ante los electores como un personaje libre de los vicios políticos tradicionales. Mismo escenario se da con Luis Zelaya, a quien los medios de comunicación lo catalogan como un político nuevo y sin mancha de corrupción.
Y son estos outsiders, que en Honduras, amenazan el proyecto reeleccionista del Partido Nacional, liderado por Juan Orlando Hernández, su candidato representante de la nueva generación de nacionalistas.
El exfiscal Edmundo Orellana, un crítico del actual gobierno y antes correligionario del Partido Liberal explicó en una entrevista a Contra Corriente que el éxito de escudarse tras la figura del outsider es consecuencia de la actuación de los políticos tradicionales, quienes, con actos de corrupción, venta del país y políticas de gobierno para los más poderosos, han defraudado en muchas ocasiones a la población.
Los que impulsan el éxito de los outsiders son los gobiernos tradicionales, tal como el actual.
“En Honduras es inédito el hecho que haya desde las elecciones anteriores personas nuevas en el campo político, que nunca han sido militantes de alguna organización en particular y que generalmente vienen de los medios de comunicación, del arte o deporte, pero esto se debe al descontento general de la gente en los políticos”, dijo Orellana.
En Honduras no solo ha existido personas outsiders, sino partidos outsiders.
Orellana explica que en la experiencia electoral anterior, el Partido Libertad y Refundación (Libre) y el PAC se convirtieron en esa figura porque plantearon a los votantes ser la estructura correcta para vencer al bipartidismo debido a que eran nuevas expresiones políticas que nunca habían hecho la experiencia y que por tal razón tenían la moral para prometer cambios a la sociedad.
“Eso terminó. Ahora ya no vemos a Libre y PAC como entidades políticas sin experiencia ni vicios, por ejemplo las denuncias de fraude en Libre y la crisis del PAC lo evidencian”, detalló Orellana.
A pesar que estas figuras ya no son outsiders, los partidos políticos sacan provecho de eso. Orellana habló del Partido Liberal, en el que Luis Zelaya militaba hace mucho, apesar de decir que es nuevo en política.
“En el Partido Liberal se escogió a alguien que no tenía una militancia visible en el partido, aun cuando sí la tenía, pero no fue dirigente y tampoco postuló a un cargo interno en el partido”.
Además dijo que en su partido están hartos de todos los dirigentes que han entregado a la institución, que lo han tomado como hilacha y que aprovechándose de eso se beneficiaron política y económicamente y que ahora tienen al Partido Liberal en una crisis interna muy aguda.
“En el caso de Luis Zelaya, es resultado de una estrategia que él mismo ha implementado evitando generar adversarios. Él por ahora no tiene anticuerpos fuera de su partido, es una persona atractiva porque su discurso es nuevo y fresco, este es el que tiene más posibilidades de aprovechar y beneficiarse de la situación”, calificó Edmundo Orellana.
Es una máscara, no un cambio profundo
“El concepto outsider ha sido utilizado a nivel mundial, ahora entra en el ámbito nacional para buscar darle una nueva cara a la política tradicional y de esa forma intentar engañar nuevamente a la gente con el fin de fortalecer el bipartidismo”, expresó el analista capitalino David Díaz a quien también consultamos sobre este tema.
Díaz dijo que el Partido Liberal es el que en este periodo está sacando más provecho, al perfilar como outsider a Luis Zelaya y de esa forma limpiar su imagen, un instituto político que desde su perspectiva es un apéndice del Partido Nacional, con quien por años ha gobernado en contra de los intereses del pueblo hondureño.
“Para mí el caso de Nasralla es un poco distinto, las características de él son diferentes a las de Zelaya, pero eso no quiere decir que no se aproveche del fenómeno outsider; es decir, a pesar que ya llevaría su segundo periodo electoral, en la actualidad promociona su figura como una opción apolítica para gobernar, afirmación que no garantiza un gobierno favorable para la gente”, calificó Díaz.
Para Díaz la población en primer lugar no debe poner sus esperanzas en figuras, sino en propuestas y en cómo esos planteamientos son acordes a la realidad. “Más allá de la figura, la gente debe tener conciencia social; es decir, tener pertenencia de la clase a la que pertenece y desde esa estructura conocer qué es conveniente, qué necesita y cómo puede construir una sociedad con otros tintes”.
Díaz menciona esto porque en el caso del PAC, Nasralla buscó personas con este perfil: modelos, deportistas, personas no conocidas en el ámbito político, entre otros. Y esa esencia de ser nuevo, de ser “apolítico”, pesó más que las propuestas políticas del partido. Un partido que no tiene una ideología clara.
De esa forma se convirtió diputada la deportista Ana Josefina Fortín, quien luego renunció a la bancada del PAC, la misma Marlene Alvarenga quien gracias a su simpatía religiosa se hizo autoridad del partido y ahora tiene a su propio instituto diluido en una profunda crisis interna.
El analista manifiesta que es importante ver detenidamente a los candidatos: observar su trayectoria, analizar si no son utilizados por otros personajes políticos, sus vínculos con organizaciones ilegales, antecedentes de corrupción, si practican el populismo igual que sus opositores y si en realidad más allá de ser políticos tienen o no tienen la capacidad para gobernar un país.
“En Honduras los partidos utilizan los outsider para lavar sus caras, para ganar elecciones o para ganar terreno electoral, la ciudadanía debe tener mucho cuidado a la hora de ejercer el sufragio, caso contrario entregará el país a personas que por una parte no tienen la capacidad para gobernarlo o por otra se lo entregan a quienes están detrás de ellas, es decir, a los mismos políticos de siempre”, culminó Díaz.