En el marco del Festival Centroamérica Cuenta, el expresidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís Rivera (2014-2018), nos habla sobre Las cuentas de Centroamérica, un libro que coordinó y fue presentado en el festival, que reúne voces clave para entender la región desde distintas disciplinas, sin tecnicismos ni distancias académicas. Solís también reflexiona sobre las oportunidades perdidas de integración regional, los retrocesos democráticos y el avance de los autoritarismos en el istmo.
Texto: Abigail Gonzales
Entrevista: Jennifer Ávila
Fotografías: Valeria Ávila, Centroamérica Cuenta, Agencia EFE
Durante el Festival Centroamérica Cuenta, el expresidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, participó como parte del grupo de escritores, académicos y editores convocados a pensar y narrar la región. Solís nos habló sobre el libro Las cuentas de Centroamérica, el cual surge como una respuesta a las inquietudes de los propios participantes del evento, quienes propusieron incluir una mirada más profunda sobre las condiciones políticas, sociales y económicas que marcan a la región.
Según el expresidente costarricense Solís, el objetivo es visibilizar los principales desafíos de Centroamérica a través del análisis de doce autoras y autores con amplia trayectoria. «El libro lo que trata es de visibilizar a Centroamérica trayendo en las palabras de 12 hombres y mujeres, analistas reconocidos, los temas de la agenda centroamericana que son más llamativos y que en algunos casos tienen un peso especial en la vida de nuestros pueblos», explicó.
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Solís nos advierte que la región arrastra problemas estructurales que datan desde hace décadas y que, pese a los esfuerzos por avanzar hacia democracias más inclusivas y justas, las élites continúan resistiendo los cambios que podrían transformar las condiciones de vida de la población. «Ha habido una resistencia muy fuerte de las élites de los países de no permitir que estos avancen hacia sistemas políticos más pluralistas, de mayor inclusión, marcados por más justicia económica y social y en un contexto internacional que siempre ha sido muy complejo», expresó para explicar cómo se encuentra Centroamérica en el siglo XXI.

Asimismo, señaló que la idea de una Centroamérica unida ha sido reiteradamente planteada desde los gobiernos, pero que los esfuerzos de integración no han sido coherentes con las necesidades reales de la región. «Me daría mucha vergüenza hablar de integración centroamericana hoy, como coordinador de un libro y expresidente de un país que es muy renuente a los temas de integración, pero cuyo expresidente se quiso anotar mucho con ese proyecto regional. El mirar la condición en que se encuentra nuestra integración da lástima, porque efectivamente hay oportunidades perdidas», puntualizó.
También cuestionó que se priorice el debate sobre instituciones como el Parlamento Centroamericano o la Corte, dejando de lado los problemas más urgentes como salud, educación o medio ambiente. «Nosotros perdemos demasiado tiempo hablando del Parlamento Centroamericano, de la Corte Centroamericana de Justicia, incluso de la Secretaría General, mientras perdemos una y otra vez la posibilidad de abordar con más fuerza en un marco regional como el sistema de integración centroamericana, por ejemplo, el manejo de los de los desastres», expresó.
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Dentro del análisis sobre los retos de la integración, Solís no dudó en señalar que la situación política en Nicaragua plantea un desafío considerable. «En el sistema de integración centroamericano hay una dictadura en el centro, que es la de Nicaragua, que impide que podamos avanzar en una lógica de mayor apertura», aseguró. En su opinión, una verdadera integración debería basarse en la justicia y la equidad, no en desequilibrios ni regímenes autoritarios que perpetúan la fragmentación regional.

El fracaso estatal y el éxito del crimen organizado
Para Solís, mientras los Estados de Centroamérica han fracasado en consolidarse y cooperar regionalmente, las redes criminales y las economías ilegales han logrado una integración y funcionamiento eficaces. Para el expresidente, esto se debe a que «el narco y las demás formas de crimen organizado son negocios muy potentes, más grandes que las economías de nuestros países».
A pesar de acuerdos importantes como el Tratado Marco de Seguridad Democrática firmado en 1995, que proponía una separación clara entre Fuerzas Armadas y Policía, así como mecanismos de cooperación en seguridad, los avances institucionales no lograron seguir el ritmo del crecimiento del crimen organizado.
Este fenómeno se ha agravado porque el crimen ha evolucionado más rápido que las respuestas estatales, ganando presencia territorial y política. «Ahora el crimen organizado en Centroamérica cuenta con territorio en donde pueden asentarse, donde hay cómplices nacionales que están lucrando de esos procesos», advierte, y también señala la infiltración en poderes del Estado y gobiernos locales.
En este sentido, también se refirió a los liderazgos autoritarios en la región, señalando que no son nuevos, pero han adoptado formas más modernas. Señala a presidentes como Daniel Ortega, Nayib Bukele o Rodrigo Chaves, quienes representan una nueva oleada de autócratas que, aunque con métodos distintos, persiguen los mismos fines que sus antecesores.

Según Solís, estos mandatarios apelan a demandas reales de las poblaciones: inseguridad, corrupción, lentitud judicial. «Lo único que dicen es: “Si me da todo el poder, yo le resuelvo todos los problemas”. Eso es falso, es una mentira», sostiene, explicando que esta narrativa, aunque falaz, es creíble para pueblos frustrados por la ineficacia democrática.
Asimismo, señala que la ciudadanía ha perdido confianza en la democracia representativa y ha optado por liderazgos fuertes. «Me parece que el enojo ciudadano, las falencias de sistemas democráticos que requieren tiempo, recursos, transparencia, que no se ha tenido, han sido el puente para el surgimiento de estas otras expresiones autoritarias de nuestro tiempo que, teniendo raíces muy viejas, ahora tienen en la ventaja de las redes, la ventaja de lo virtual y un momento que no solamente es centroamericano, sino también de alcance mundial, porque están en otros países expresándose de formas muy parecidas. Y en ese sentido, en ese libro se pregunta ¿qué es Centroamérica en el siglo XXI?», enfatizó.
Identidad centroamericana
En cuanto a la identidad centroamericana, Solís, señala que hoy la región se asemeja a un crucigrama: «muy fragmentada», tanto en lo institucional como en lo social. La integración regional no puede lograrse si no se fortalecen primero los modelos nacionales. «No se puede unificar todo lo que está roto sino al revés, desde los países hacia arriba, porque los países son los que conforman los modelos de integración y queda mucho por arreglar todavía», explicó.
A pesar del contexto adverso, manifiesta su esperanza en que estos ciclos históricos puedan dar paso a nuevas formas de liderazgo, impulsadas por espacios como el festival Centroamérica Cuenta. Un liderazgo distinto que apueste por la luz y el diálogo, no por la polarización ni la revancha.
Asimismo, el expresidente señaló que Costa Rica históricamente es considerado un modelo democrático en la región, pero también enfrenta señales de retroceso.
Solís expresa que en su país, aunque aún conserva instituciones fuertes, hay una preocupación creciente por las políticas de su actual gobierno. «Lo que estamos viendo es un esfuerzo deliberado de desfinanciar la educación pública, desfinanciar la salud pública, y de ataque constante a los medios de comunicación», denuncia. Aunque también señala que todavía hay confianza en las instituciones, expresa que el avance del autoritarismo es evidente y cuenta con apoyo ciudadano, lo que resulta para él desconcertante: «Esto produce una cierta extrañeza, no porque uno no entienda las razones que pueden hacer que los pueblos se enojen hasta el punto de querer abandonar el camino de la democracia liberal, pero sí porque refleja nuestra incapacidad de haber resuelto problemas de larga data que afectan la vida de la gente cotidianamente».
Asimismo, hizo referencia al título de sus libros, Las cuentas de Centroamérica y Rendir cuentas para que Centroamérica cuente, reflexionando sobre la ausencia de rendición de cuentas en la región. «Se rinden pocas cuentas hoy y se ha rendido menos cuentas antes», afirma, criticando la opacidad histórica y la desconexión entre el poder y la ciudadanía. Concluyó que los parlamentos, en muchos casos, han dejado de cumplir su función fiscalizadora y se han convertido en cómplices del autoritarismo.