Mujeres hondureñas continúan en la lucha por la equidad política

El 8 de Marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, y un día después tendrán lugar en Honduras las elecciones primarias de los tres principales partidos políticos del país, en un contexto en el que, a pesar de que en 2021 por primera vez en la historia la ciudadanía hondureña eligió a una mujer como presidenta, apenas el 30 % de las precandidaturas son de mujeres, y el Estado continúa teniendo una deuda muy alta con el cumplimiento de los derechos de las mujeres. 

Texto: María Eugenia Ramos
Fotografías: Fernando Destephen

Apenas el 30% de todas las precandidaturas para las elecciones internas de este año, que se celebrarán mañana 9 de marzo, corresponden a mujeres, según un recuento realizado por Contracorriente. Esta cifra revela una notable disparidad en la participación política de género, la cual varía significativamente según el tipo de cargo. Mientras que en las diputaciones las mujeres representan un 47 % de las candidaturas, en el caso de las alcaldías su participación se reduce a apenas un 21 %. 

La participación de mujeres en política podría disminuir aún más de cara a las elecciones generales. Según el Foro de Mujeres Políticas, en el proceso electoral pasado apenas 20 de las 298 alcaldías fueron ocupadas por mujeres, de las cuales solo 17 resultaron electas, mientras que las otras tres la asumieron posteriormente debido a distintas circunstancias. En lo que respecta al Congreso Nacional, de 128 diputaciones, solamente 35 corresponden a mujeres. 

Este contexto ocurre aunque en Honduras, en 2012, se reformó la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas mediante el decreto legislativo número 54-2012, estableciendo una cuota mínima del 40 % de participación femenina en las nóminas de candidatos a cargos de elección popular y en los órganos de dirección de los partidos políticos. Esta reforma también dispuso que, a partir del proceso electoral de 2016, se aplicaría el principio de paridad, es decir, una participación equitativa del 50% de mujeres y 50% de hombres en las candidaturas. 

La investigadora Rina Villars, en su libro Para la casa más que para el mundo: sufragismo y feminismo en la historia de Honduras, publicado en 2001, planteaba que «el reino de la política ha sido y sigue siendo dominio masculino, y la mayoría de las pocas mujeres que han logrado llegar a él (…) no han desafiado sus normas y valores patriarcales». 

Ese escenario no ha cambiado mucho. Honorina Rodríguez, del Foro de Mujeres Políticas, considera que las mujeres se siguen enfrentando a desafíos de género en muchos sentidos. Puso como ejemplo el caso de una diputada que, a pesar de haber sido electa por un número considerable de votos en las elecciones pasadas, no consideraba reelegirse, como sí lo están haciendo sus compañeros varones, debido a la violencia política de que ha sido objeto. 

Para Honorina, las desigualdades que enfrentan a diario las mujeres provienen de la cultura patriarcal dominante, y también se reflejan en las actitudes que las candidatas electas se ven obligadas a asumir en su ejercicio diario, ya que en muchas ocasiones se ven obligadas a seguir la línea de su partido, a pesar de que no coincida con sus propias demandas ni las demandas de las mujeres en general. En el caso de la primera mujer presidenta, recordó Honorina, una de sus primeras acciones fue nombrar como asesores a los hombres de su círculo familiar, su esposo y sus dos hijos varones.

Honorina Rodríguez del Foro de Mujeres Políticas considera que las desigualdades que enfrentan a diario las mujeres provienen de la cultura patriarcal dominante. Tegucigalpa, 7 de marzo de 2025. Foto CC/ Fernando Destephen.

Lara Bohórquez, del Centro de Derechos de Mujeres, coincide con Honorina en cuanto a que en el país sigue predominando una cultura patriarcal que tiende a invisibilizar y limitar la participación de las mujeres. «Sabemos que el que una mujer esté en un puesto de poder no significa que va a cambiar las estructuras. Al final es un poder patriarcal, y las mujeres que están en puestos políticos asumen ese poder patriarcal», explicó.

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Detalló que este fenómeno se ha visto también en los progresismos, donde las mujeres tienden a asumir esta perspectiva del poder, no solo en las organizaciones partidarias, sino también en las organizaciones sociales, como el movimiento obrero o estudiantil. A raíz de eso, explicó, hubo la necesidad de organizarse como organizaciones de mujeres, para construir su propia historia.

Para Lara, los antecedentes históricos que Rina Villars expone en su libro se repiten; citó, por ejemplo, que hechos como cuando en el Congreso Nacional diputados hombres decidían sobre el derecho de las mujeres a votar se repiten en la actualidad, cuando también hombres son quienes deciden sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. «Seguimos repitiendo los ciclos, solo que en diferentes contextos, y es porque ese poder patriarcal se va modificando, y por eso es que sigue siendo válido luchar por los derechos de las mujeres», recalcó.

Para Lara Bohórquez en el país ha predominado una cultura patriarcal que tiende a invisibilizar y limitar la participación de las mujeres. Tegucigalpa, 7 de marzo de 2025. Foto CC/ Fernando Destephen.

Tanto Honorina como Lara hicieron énfasis en la importancia de crear y fortalecer espacios y plataformas donde las mujeres puedan coincidir, independientemente de las diferencias partidarias o de otra índole, para avanzar en el reconocimiento de los derechos de las mujeres.

Aunque la elección de la primera mujer presidenta en Honduras despertó esperanzas entre las mujeres, especialmente por las promesas incluidas en su discurso de no fallarles y trabajar por sus derechos, la realidad ha contrastado fuertemente con esas declaraciones iniciales. La persistente alta tasa de femicidios, las sistemáticas violaciones a los derechos de las mujeres y el sorpresivo veto presidencial a la Ley de Educación Integral de Prevención al Embarazo Adolescente son solo algunos ejemplos de las deudas que aún mantiene el Estado hondureño con la equidad de género. 

Si bien ha habido avances legislativos, tales como la aprobación de la Ley de Casas Refugio, albergues y casas de acogida para sobrevivientes de violencia, hay muchos otros instrumentos legales necesarios para garantizar los derechos de las mujeres que continúan sin aprobarse en el Congreso Nacional, como la Ley de Alerta Morada para la búsqueda inmediata de mujeres, niñas y adolescentes desaparecidas.

Sumado a eso, el contexto de violencia sigue siendo preocupante. En 2024, el Centro de Derechos de Mujeres (CDM) registró 629 agresiones contra mujeres y niñas en Honduras, de las cuales 42 % fueron delitos contra la vida, otro 42 % delitos sexuales, 7 % desaparición o secuestro, 6 % violencia física, y 3 % otras violencias.

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La elección de Xiomara Castro como la primera presidenta de Honduras marcó un hito histórico, pero también dejó en evidencia las contradicciones de un sistema que, aunque abre puertas a las mujeres, sigue reproduciendo prácticas patriarcales. La baja participación femenina en las precandidaturas, la violencia política y la falta de avances sustanciales en materia de derechos de las mujeres reflejan que el camino hacia la equidad es aún largo. Las mujeres hondureñas, sin embargo, no se detienen: desde las urnas, las calles y las organizaciones sociales, siguen luchando por un país donde su voz no sea silenciada.

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Escritora, con amplia experiencia en corrección de estilo y edición. Ama leer y conocer historias, escribirlas de vez en cuando y darles acompañamiento. Seleccionada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como una de «Los 25 secretos literarios mejor guardados de América Latina».
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