Por Stephen McFarland
Portada: Persy Cabrera
La primera visita al exterior del secretario de Estado de un nuevo gobierno de Estados Unidos siempre manda una señal clara de las prioridades norteamericanas. En su primera visita, el secretario Marco Rubio, conocido exsenador, llegará a Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá y la República Dominicana. Esto se debe a que el gobierno del presidente Trump ve a estos países como actores que lo pueden apoyar en los temas de la migración irregular hacia Estados Unidos, la presencia de China en la región, y las relaciones con Nicaragua, Venezuela y Cuba.
Esta visita ocurre justo después del choque entre Estados Unidos y Colombia por la forma en que fueron deportados algunos colombianos.
Este reciente enfrentamiento ilustra dos aspectos clave para entender al nuevo gobierno del presidente Trump. Primero, la importancia del tema migratorio para el presidente en una relación bilateral, aún cuando la relación incluye muchos otros temas importantes. La migración irregular pasó de ser uno de varios temas importantes en la política interna norteamericana de 2016 a 2020, a ser el tema que impulsó la victoria de Trump en 2024. Quienes pensaron que Trump iba a implementar más mesuradamente sus políticas migratorias después de ganar las elecciones se equivocaron. Segundo, la rapidez –en menos de un día– con la cual Trump mandó a elevar aranceles a las exportaciones colombianas, cancelar visas, y ejecutar otras sanciones económicas. Quienes pensaron que la diplomacia norteamericana continuaría aplicándose de forma moderada también se equivocaron.
Si se añade a lo anterior las recientes declaraciones sorpresivas del presidente Trump sobre México, Canadá, Groenlandia y Panamá, es evidente que los países de la región se enfrentan a una relación con Estados Unidos distinta a la que han tenido por muchas décadas. Esta relación será mucho más transaccional y enfocada en el corto plazo, y será a veces cambiante y más confrontativa.
Por otro lado, el presidente Trump también ha puesto en marcha un proceso que disminuirá su influencia y poder en la región. Se trata de la suspensión de por lo menos tres meses de los proyectos de asistencia del Departamento de Estado y de la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid). Estos proyectos potencian, entre otros, a las fuerzas policiales, a los grupos de la sociedad civil que apoyan al Estado de derecho y se oponen a la corrupción, a pequeños empresarios y a entidades que proveen servicios básicos de salud. A la larga estos programas permiten a los países ofrecer una alternativa a la migración.
En Guatemala, el secretario Rubio encontrará un gobierno que en su primer año ha aumentado la cooperación con Estados Unidos en temas de migración y la lucha contra el narcotráfico, y que podría estar dispuesto a incrementarla. Guatemala toma decisiones que coinciden con intereses claves con el país del norte: mantiene firmes sus relaciones con Taiwán, a diferencia de los otros países que visitará Rubio, y apoya a Israel, donde el presidente Arévalo estudió. Guatemala también reconoce la victoria de Edmundo González en Venezuela, al que el presidente Arévalo recibió este mes en Guatemala.
Sin embargo, el Estado guatemalteco es débil, en gran medida por la corrupción a gran escala cultivada durante los cuatro gobiernos anteriores. Esta ola de corrupción ha dejado como resultado deficiencias en infraestructura, seguridad, salud y trabajo, factores que coinciden con la ola migratoria guatemalteca desde 2013. Actualmente, la economía guatemalteca sobrevive en gran parte gracias a las remesas que los migrantes de ese país aportan, que superan los mil quinientos millones de dólares al mes y representan el 19 % del Producto Interno Bruto.
En 2023, los guatemaltecos votaron contundentemente por Bernardo Arévalo, quien prometió luchar contra la corrupción. Los ciudadanos de a pie, especialmente de los pueblos indígenas, protestaron para defender los resultados electorales. Ese diciembre, el entonces senador Rubio emitió una declaración que ayudó a poner fin a los esfuerzos de la fiscal general Consuelo Porras y del llamado «pacto de corruptos» para invalidar la victoria de Arévalo. Sin embargo, la fiscal general y sus aliados continúan afanados en evitar a cualquier costo que Arévalo nombre a un nuevo fiscal cuando termine el período de Porras en 2026.
El poder de la fiscal general y sus aliados radica en su control total del Ministerio Público y de una buena parte de la judicatura que han bloqueado o terminado las investigaciones en alegatos de gran corrupción. Sus debilidades son la poca credibilidad que tienen como proyecto político –de ahí su fracaso en bloquear la toma de posesión de Arévalo– y la falta de una alternativa de gobierno creíble que reduzca la presión para emigrar hacia el norte.
Para el gobierno del presidente Arévalo, la visita del secretario Rubio es una oportunidad tanto de proponer una mayor colaboración para frenar humanitariamente la migración, mejorar las condiciones que provocan la migración, como para proponer visas temporales para trabajadores agrícolas, así como continuar con los programas de asistencia que favorecen al país y a su gente, y posiblemente acordar una mayor cooperación militar. Para el secretario Rubio, la visita ofrece una oportunidad para ver cómo una Guatemala democrática y los Estados Unidos pueden trabajar juntos, y para profundizar la cooperación entre los dos países.