Las lluvias mostraron lo vulnerable que sigue siendo el Valle de Sula y el desamparo de miles de familias que viven en las riberas de los ríos Chamelecón y Ulúa. En El Progreso, Yoro, los habitantes de la colonia Zelaya Castro esperaron en vano la visita de la presidenta Xiomara Castro, que al final se canceló. Las esperanzas de recibir ayuda directa del Gobierno central se convirtieron en frustración y descontento, luego de una espera de varias horas.
Texto y fotografías: Fernando Destephen y Amílcar Izaguirre
Cuando supo de las inundaciones, Jairo Castro, de 37 años, tuvo que regresar de su trabajo en San Pedro Sula a su casa en El Progreso, Yoro. Su vivienda está ubicada en la colonia Zelaya Castro, en las orillas de la carretera CA-13, salida a Santa Rita, una zona en donde se realiza un proceso de recuperación de tierras. Jairo regresó para rescatar los enseres de su casa y para buscar junto a su esposa un albergue seguro para ambos y para sus cuatro hijos.
El pasado miércoles 8 de noviembre, la presidenta Xiomara Castro prometió una visita a la colonia Castro Zelaya, lo que, en medio del desastre, representaba una esperanza para centenares de familias afectadas por el agua acumulada por la falta de drenajes. Desde la mañana hicieron fila a orillas de la carretera CA-13 que conecta a El Progreso y Santa Rita Yoro. mientras esperaban a la presidenta.
«Lo que se escucha es que la presidenta viene en camino para dar una solución», dijo Jairo Castro, un guardia de seguridad, mientras buscaba un lugar en la fila cargando a uno de sus tres hijos. Ese miércoles, los pobladores se organizaron en diferentes filas con la intención de recibir ayuda, e hicieron listas de personas afectadas; sin embargo, no llegaron ni la presidenta ni la ayuda.
La visita de la titular del ejecutivo, estaba prevista para las 12:30 del medio día, pero se suspendió por condiciones climatológicas: «es imposible aterrizar en la zona», explicó el ministro de Prensa, Ivis Alvarado, quien se encontraba en el lugar junto un nutrido equipo de prensa oficial que daría cobertura a la visita de la presidenta.
Esa mañana también estuvo presente el titular del Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS), Octavio Pineda, quien, luego de escuchar que la presidenta no podría llegar, prometió construir una caja puente para dar solución al problema de las aguas estancadas; además, dijo que se haría un censo para reasentar, reconstruir y modificar las viviendas de las personas que viven en la colonia Castro Zelaya. Sin embargo, no se refirió a la legalidad del terreno donde se construyó esta colonia, un problema para el que los pobladores demandan solución.
Luego de anunciar que la presidenta no llegaría, los funcionarios públicos y prensa oficial abandonaron la zona, y los tractores que limpiaban los accesos dejaron de trabajar. Para los pobladores, las expectativas de conseguir alguna ayuda se disiparon y se convirtieron en descontento. Algunos dijeron que la comitiva solo había llegado a revolver el lodo y el mal olor.
De la convocatoria solo quedó la promesa hecha por el ministro del FHIS; no hubo entrega de víveres ni de insumos de higiene, como se acostumbra a hacer en estos eventos. Lo único que la gente obtuvo al final de esa reunión fue una pieza de ropa de segunda que un empleado municipal llegó a regalar. «Esto es del pueblo y para el pueblo», gritaba, mientras la gente hacía fila para tomar una pieza de ropa al azar, sin importar la talla.
En otro sector de la ciudad de El Progreso, al este del puente La Democracia, se ubica la colonia Policarpo Paz, que cada vez que llueve se convierte en una especie de estanque por la acumulación de agua de los ríos Pelo y Ulúa. Los vecinos tratan de sacar el agua con bombas, aunque el esfuerzo es en vano porque es mucha. «Acá no hay alcalde que ayude, entre nosotros ponemos 100 lempiras para comprar combustible para bombas que nos prestan», comentó un poblador de la Policarpo Paz.
Entre las comunidades que fueron afectadas por las lluvias en El Progreso, están; Las Chombas, La Fragua, Naranjo Chino, Veracruz, San Isidro, El Socorro, Palermo, Fican 1, 4, 8, Palermo y Policarpo Paz. Según el Comité de Emergencia Municipal (Codem), en este municipio se habilitaron en varias zonas unas 16 albergues donde se alojaron unas 1,500 personas, de las cuales la mayoría ya regresó a sus casas luego del paso de las lluvias.
Don Adolfo Trejo, de 78 años, prefirió quedarse en su casa de madera a medio caer, antes que ir a un albergue. Desde la puerta de su casa observaba cómo el agua se acumulaba dentro de su casa y humedecía su cama. Afuera estaba una carreta llena de botellas de plástico que vende para ganarse la vida.
Maricarmen, por su parte, tuvo que dormir con sus tres hijos bajo una carpa en la mediana del bulevar cerca del puente La Democracia. A sus 26 años, ya le ha tocado vivir esta situación varias veces.
La Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) declaró alerta roja para los departamentos de Cortés, Santa Bárbara, Islas de la Bahía, Copán y Yoro. durante algunos días de la segunda semana de noviembre.
Según el informe de Copeco, durante el frente frío se registraron al menos 3 muertes, 7,719 familias afectadas, 193 damnificadas, 564 evacuaciones voluntarias, 955 viviendas dañadas, 18 destruidas y 142 comunidades incomunicadas.
La vulnerabilidad en el Valle de Sula continúa, a pesar de la inversión hecha por la Secretaría de Infraestructura y Transporte (SIT). Ailyn Suárez, jefa regional de esta Secretaría, dijo el mes pasado en La Lima que, entre noviembre de 2022 y septiembre de 2023, la SIT ha invertido más 350 millones en infraestructura para mitigar las inundaciones. Aún así Jairo Castro, Irma Castro, Maricarmen, Adolfo Trejo y miles de personas continúan padeciendo sus efectos, con el sueño de que algún día se consiga una solución permanente.