Texto y fotografía: Amilcar Izaguirre
Hace 30 años que José Rápalo y Marleni Romero sobreviven vendiendo ropa y otros productos en el callejón Buena Vista, al sur del parque industrial Zip Buena Vista. Ubicado en el municipio de Villanueva, Cortés, en la zona norte de Honduras, este parque pertenece a la familia Canahuati. Entre sus propietarios, los rostros más visibles son los de Mario y Jesús Canahuati, quienes controlan una buena parte del sector maquilero en Honduras.
La construcción de una planta solar puede poner fin a la única fuente de ingresos de José y Marleni, afectando también a por lo menos otros 150 vendedores que comercian en el callejón. Las autoridades del parque textil Zip Buena Vista tomaron la decisión de cerrar un portón para que los operarios de la maquila —los principales clientes de estos negocios informales— ya no pasen a comprar. Según los vendedores, la idea del parque textil Zip Buena Vista es asfixiarlos económicamente para obligarlos a irse, y entonces los empresarios unirán el parque con la planta solar que va a construirse en el otro extremo.
Alfredo Cruz, representante de la Asociación Nacional de Vendedores Independientes de Honduras (Anavih), dijo que estos comercios se crearon con la llegada del parque textil en los años noventa. La mayoría de estos locatarios son personas mayores de 50 años, madres solteras y extrabajadores de la maquila, algunos de los cuales terminaron con daños permanentes en sus músculos y huesos tras trabajar durante varios años en el parque industrial.
Algunos vendedores entrevistados coincidieron en que al inicio tenían buena relación con el primer dueño del parque Zip Buena Vista. «Don Juan Canahuati incluso salía a conversar con nosotros, nos preguntaba cómo nos iba con el negocio, pero luego él murió, y ya con los hijos todo cambió», dijo Alfredo Cruz. Pero ahora las cosas han cambiado; representantes de Zip Buena Vista, de manera verbal, les han pedido que desalojen el lugar, porque necesitan el espacio para unir el parque textil y el proyecto solar.
Alfredo Cruz dijo que en el 2013 hubo una permuta entre la comunidad de Pueblo Nuevo y Zip Bella Vista, un acuerdo en el cual la alcaldía de Villanueva sirvió como mediador. El acuerdo consistía en que el Zip Buena Vista cedería parte del terreno para que Pueblo Nuevo construyera un bulevar y, a cambio, la comunidad cedería la avenida donde se ubican los vendedores. «El problema es que ese acuerdo lo hicieron sin contar con nosotros; además, hay artículos donde la ley prohíbe que una calle o avenida pública no se pueda vender ni permutar», manifestó Alfredo.
Según el personal del catastro municipal de Villanueva, el callejón Buena Vista debería tener una anchura de nueve metros, pero debido a que el terreno donde se construye la planta solar estuvo desocupado por muchos años, los vendedores tomaron unos metros para ensanchar sus negocios. La abogada Lily Morel, del Departamento de Justicia de la Municipalidad de Villanueva, confirmó que la administración municipal sirvió como mediador entre Pueblo Nuevo y el Zip Buena Vista. «No entiendo por qué se complican los vendedores, lo único que tienen que hacer es respetar los nueve metros. Desde hace dos meses se les pidió que se quitaran y aún siguen en el terreno», expresó Morel.
Pero aunque las autoridades lo vean tan simple, para José y Marleni, y para los demás vendedores, este callejón simboliza el trabajo digno que les ha permitido sacar adelante a sus familias. «De aquí logré mandar mis hijos a las escuela; cuando eran pequeños los metía en una caja de cartón y los ponía debajo de la mesa hasta que cerraba el negocio, porque no tenía quién me los cuidara», dijo Marleni.
Los vendedores ahora piden otro espacio para vender y una indemnización. Sostienen que constantemente están recibiendo el acoso del Departamento de Justicia Municipal, cosa que la abogada Morel niega, argumentando que la municipalidad de Villanueva se limita a velar por el cumplimiento del acuerdo de los nueve metros.
Morel agregó que hay dos puestos ubicados fuera de la tranca, muy cerca de la CA-4, que serán desalojados próximamente a petición de la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte. que solicitó a la municipalidad que despeje el lugar para evitar un accidente.«Tengo que quitarlos porque si sucede un accidente, van a culpar a la municipalidad», dijo.
El pasado 29 de septiembre, el Departamento Municipal de Justicia alcanzó un acuerdo entre los vendedores y un representante de Zip Buena Vista, mediante una audiencia de conciliación. En el documento, los vendedores se comprometieron a retirar los puestos ubicados dentro del terreno de Zip Buena Vista, pero para eso solicitaron que Catastro Municipal hiciera una medición del terreno. Pero los vendedores alegan que hubo un problema con la medición, a raíz de un error presuntamente cometido por un ingeniero representante de Zip Buena Vista.
El error provocó que algunos vendedores movieran sus puestos, y algunos tuvieron que incurrir en gastos de miles de lempiras, como en el caso de María Montes, dueña de un puesto de comida, quien aseguró que invirtió 70 mil lempiras para mover su local. «Es una injusticia que ahora quieran que vuelva a reconstruir después de todo lo que invertí», se quejó.
Mientras los vendedores ven cómo sus ingresos disminuyen, y ante las amenazas de desalojo, afirman que piensan seguir resistiendo. «Hemos luchado durante 27 años para sacar a nuestros hijos adelante. Esta ha sido nuestra única fuente de ingreso y lo único que pedimos es que nos dejen vender», concluyó Marleni.
1 comentario en “Los vendedores del Callejón que se resisten al desalojo ”
Exelente los felicito y gracias por el apolll