Nuestro medioambiente y defensores necesitan el Acuerdo de Escazú

Texto: Ricardo Andrés Pineda Guzmán

Foto de Archivo: Amílcar Izaguirre

 

Entre los múltiples encabezados lamentables que ha ostentado Honduras a nivel mundial  está: «Uno de los países más peligrosos para defender el planeta», concedido por la organización internacional Global Witness y reverberado por la BBC, CNN, y otros medios informativos de reputación. Sin embargo, poco ha cambiado para evitar que se reproduzcan sucesos como el de Berta Cáceres y de decenas de activistas ambientales; el extractivismo y la deforestación continúan, y encima de todo, declaran a Honduras como uno de los países más vulnerables al cambio climático a nivel mundial.

Un paso concreto para el Estado de Honduras es adherirse al Acuerdo de Escazú, un tratado internacional que reconoce el derecho que tenemos todos de vivir en un medio ambiente sano. Este es el primer tratado regional ambiental de América Latina. El Acuerdo de Escazú no es una ley más; al suscribirse a este Honduras se compromete a mejorar las leyes y prácticas ambientales para garantizar el cuidado de los recursos naturales con la oportuna participación de las comunidades, y de no dejar a nadie atrás en el proceso. El acuerdo provee una base para el acceso a información, participación y justicia en temas ambientales.

El Acuerdo de Escazú fue firmado por 24 naciones, incluyendo la mayoría de países latinoamericanos y caribeños, con excepción de Honduras, Venezuela, El Salvador y Cuba.

Concretamente, el Estado estaría obligado a habilitar acceso a tribunales especializados en temas ambientales, informar oportunamente sobre potenciales impactos ambientales de proyectos extractivos y de infraestructura, y permitiría a las comunidades participar de manera efectiva en evaluaciones de impacto ambiental. El actual gobierno electo de Honduras se había comprometido a detener el extractivismo y conmemorar a los defensores ambientales, sin embargo, no ha tomado el paso más concreto al no suscribir aún el Acuerdo de Escazú. Con Escazú, Honduras daría herramientas tangibles para proteger nuestro entorno y a quienes lo defienden de forma no violenta.

Hace unos días, el presidente de la comisión jurídica de la Asociación Nacional de Industriales de Honduras (ANDI) publicó su opinión, pronosticando que el Acuerdo de Escazú daría demasiado poder a individuos y grupos para obstaculizar proyectos de desarrollo. Esto es totalmente falso porque en lugar de obstaculizar la inversión, el Acuerdo busca que este se realice de manera sostenible, precautoria y con participación informada. Beneficia tanto a inversionistas serios como a las comunidades, y lejos de impedir el desarrollo, lo puede catalizar al dar certeza jurídica y legitimidad social a los proyectos. Por ello, múltiples bancos de desarrollo y cooperaciones internacionales hicieron un llamado a Honduras para firmar el Acuerdo, ya que es uno de los pocos países que no lo ha firmado hasta ahora en América Latina.

Actualmente en Honduras las condiciones para actuar y revertir el daño ambiental de manera propicia han sido limitadas. La información de las condiciones y los daños ambientales no está disponible o es difícil de acceder. No hay canales fortalecidos para participar en decisiones que impactan a nuestro medio ambiente, y no hay un tribunal ambiental que defienda nuestra naturaleza, a diferencia de nuestros países vecinos. No hay certeza de vida para aquellos que defienden  nuestro planeta; no hay garantía de que estaremos heredando una Honduras más habitable, justa y protegida.

Bajo estas premisas, se fundó la Red hondureña por Escazú, una coalición de más de 30 organizaciones investigativas, sociales, juveniles y territoriales que crea conciencia sobre la importancia de este instrumento para la protección del medio ambiente. 

A la nueva administración, y a los grupos de empresarios decimos: ¡Sí a Escazú! El Acuerdo de Escazú debe ser una prioridad en la agenda ambiental del país. Somos nosotros, la juventud, quienes sufriremos y heredaremos las consecuencias del daño ambiental que se está produciendo hoy en Honduras si no hacemos nada al respecto.

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Ricardo es un especialista en descarbonización y acción climática. Fue nombrado de Líder de Opinión de America Latina por la Comisión Europea; es becario Fulbright y previo afiliado a UNICEF y PNUD en estudios del futuro. Es cofundador de Sustenta Honduras, una organización dedicada a promover iniciativas de educación y adaptación ante el cambio climático.
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Nació en 1985 en el municipio de Trojes, El Paraíso. Es licenciado en Periodismo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula. Ha trabajado 15 Años como reportero gráfico en distintos temas y medios escritos en Honduras.
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