Texto: Efraín Ochoa
Fotografía: Fernando Destephen
La Constitución de 1982, la Ley de Educación Superior del 89 y la Ley Orgánica de 2004 consagran a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) como la responsable y garante de la educación superior en Honduras. A pesar de ese entramado legal no se puede decir que Honduras sea un polo de ciencia, ni que la UNAH esté entre las mejores universidades de su entorno.
Los principales logros, cuatro décadas después, son un edificio de 12 plantas, canchas de fútbol y piscinas, infraestructuras todas que poco contribuyen a elevar el nivel académico. Pero que nadie crea que esto ocurre por falta de fondos, los presupuestos nacionales le confieren alrededor de L. 5,000 millones, lo que equivale, según la matrícula declarada de 80,000 alumnos en el año 2022, a aproximadamente L. 65,000 ($ 2,500) anuales por alumno, un presupuesto similar al de Grecia. Cabe remarcar el carácter público de esta inversión hecha por el Estado. Quienes dirigen la máxima casa de estudios deben garantizar que le devuelven a la sociedad su inversión en forma de excelentes profesionales, con los mejores y más actualizados conocimientos en su ramo y con los valores y la actitud necesarios para construir cada día un mejor Honduras.
Desde que la Junta de Transición asumió los poderes ejecutivos en 2004, la Universidad ha padecido un continuo interinato. Las autoridades adolecen del apoyo que emanaría de un proceso de elección democrático y participativo. Ni las anteriores ni las actuales autoridades se opusieron al anterior gobierno ni a su inconstitucional prolongación de cuatro años, convirtiéndose así en cómplices de una dictadura. Hoy, en cambio, tenemos unos docentes y estudiantes que contribuyeron a echar a ese narcogobierno y que no van a permitir que los lamentables acontecimientos de 2017 (los de la UNAH y los del Estado) se repitan. El oscuro proceso de elección de la Junta Directiva Universitaria (JDU) ha demostrado cómo esta generación de dirigentes ha replicado al interior de la UNAH las peores conductas de los gobiernos de la nación.
La prioridad es construir la educación superior que merece un país que tiene aspiraciones de sacar a su población de la pobreza y la desigualdad en la que lo dejaron. Para eso proponemos cuatro estrategias para acelerar el proceso de Refundación, comenzando por un plan urgente de infraestructuras que brinde tanto a estudiantes como profesores las condiciones materiales mínimas para una adecuada actividad educativa. El plan debe actuar en las áreas de saneamiento, seguridad, transporte y dotaciones tecnológicas para la docencia, proveyendo baños limpios y funcionales, despachos y aulas con pupitres y sin goteras. Avanzando un paso más, una universidad moderna necesita de una buena conexión a internet y recursos audiovisuales adecuados en cada aula.
Después de resolver los problemas urgentes, hace falta ocuparse de lo importante, que es lo que convertirá a la UNAH en una gran institución al servicio del país. Las tres áreas restantes son postgrados, investigación e internacionalización. El fortalecimiento de los postgrados implica la revisión y actualización de la oferta y pensum de las maestrías y doctorados vigentes, eliminando las barreras económicas que le confieren a los estudios de postgrado un carácter elitista, con tasas asequibles equiparables a las de los estudios de pregrado y becas para los alumnos que demuestren altas capacidades.
En segundo lugar está la investigación, ya que, contrario a lo que la mayoría piensa, el objetivo de una Universidad no es repartir títulos sino que es la creación de conocimiento. Es fundamental fomentar el nacimiento de nuevos grupos de investigación y el crecimiento de los ya existentes. Para esto deben incrementarse los incentivos económicos mediante un plan propio de investigación que apueste fuertemente por desarrollar el potencial de la actual plantilla docente, equiparando el tiempo dedicado a la investigación a aquel dedicado a la docencia mediante reducciones de carga académica para los docentes con mayor productividad investigadora.
Finalmente está la internacionalización, el intercambio de conocimientos mediante la asistencia a congresos, estancias y cursos de investigación y especialización, fomentando también los programas de pasantías estudiantiles. Debemos promover la captación de talento, facilitar la contratación de personal docente e investigador con altas capacidades, incluso extranjeras, para potenciar el nivel académico de nuestra institución, limitando la endogamia predominante.
La UNAH tiene el deber de formar profesionales de la más alta calidad que levanten el país, las autoridades universitarias deben de liderar ese proceso desinteresadamente, dejando sus ambiciones personales a un lado. Deben terminarse los interinatos, dando paso a profesionales con un compromiso firme con la mejora de la institución, elegidos en procesos democráticos y transparentes. Es esta el alma máter que Honduras se merece, la que debe ser garante de la calidad de la educación superior en el país, la que ve la luz y guía el desarrollo del país.
1 comentario en “Refundemos también la UNAH”
Excelente de Mi Amigo y ex compañero Unah.
Muy Realista