Fotografía y texto: Amílcar Izaguirre
La Comunidad de Guapinol está ubicada en el municipio de Tocoa, departamento de Colón, a unos 340 kilómetros de Tegucigalpa. Es una comunidad próspera, de gente trabajadora y organizada, que posee tierras fértiles rodeadas por el río Guapinol, en peligro por proyectos mineros.
Los fundadores de Guapinol llegaron a la zona hace aproximadamente 114 años, según cuentan los ancianos de la comunidad. Su población ronda los 3,000 habitantes. Las familias allí dependen de las remesas, la agricultura, la ganadería y del cultivo de palma africana. Para sostener el movimiento económico de la comunidad, han organizado tres cajas rurales.
Un reflejo de la organización y desarrollo de esta comunidad, es la Caja Rural que lleva por nombre «Primero de Abril», la cual opera desde 2005. Fue fundada inicialmente por 32 miembros, donde cada uno aportó 500 lempiras; hoy cuenta con 74 socios y se encuentra —según su directiva— en el máximo crecimiento. Esto la ha llevado a convertirse en la caja rural más exitosa del país, según un estudio realizado por la Fundación Para el Desarrollo Empresarial Rural (Funder).
Las cajas rurales son organizaciones creadas para la diversificación de actividades agrícolas que dan financiamiento a las familias que la integran. Según los fundadores de este proyecto, la caja se creó pensando dar préstamos a los pobres que no tenían un respaldo financiero y para quienes el banco no era una opción. La caja rural de Guapinol «Primero de Abril» ha ido más allá debido a que sirven a la comunidad facilitándoles hacer pagos de servicios públicos, cobro de remesas, préstamos hipotecarios, préstamos personales, apertura de cuentas, préstamos especiales para la siembra de cacao a una tasa de interés del 12 %, beneficio que los productores no encuentran en otro lugar, según comentan miembros de su junta directiva.
Este proyecto financiero está dirigido en su mayoría por mujeres, cuenta Dania Escobar, asesora de préstamos, quien nos comentó que de 74 miembros, 42 son mujeres; y de 10 personas empleadas que atienden en las oficinas, apenas 2 son hombres. Estas mujeres, aparte de ser empleadas, son socias y clientes a la vez, ya que tienen préstamos dentro de la organización. «En la caja hay varias compañeras que sacan préstamos para sus negocios, algunas se dedican a la agricultura, siembra de palma africana, o ponen pulperías», comenta Denia.
Para Reynaldo Domínguez, miembro fundador de la caja rural, la transparencia ha sido una de las principales claves para el éxito de este proyecto. Ya que desde un inicio tomaron la decisión de capitalizar en 5 años, y cumplieron. «Cuando se dio el fraude electoral, mientras en los bancos sólo permitían pagar 50 dólares en remesas, nosotros pagamos hasta 500, y la gente al darse cuenta de esto venía desde lejos a Guapinol a cobrar sus remesas. Eso fue lo que aceleró el crecimiento de la caja en estos 5 años», dice Reynaldo.
«En Guapinol es rara la familia que no tenga un familiar en los Estados Unidos, y hemos observado que, cuando mandan remesas, los familiares dejan en ahorros un buen porcentaje y lo demás lo invierten en la agricultura o en sus negocios. Este es otro factor que nos ha permitido crecer», asegura José María Delcid, presidente del Comité de Crédito de la caja. Reynaldo Domínguez agregó que cuando se van a los Estados Unidos, los pobladores de Guapinol trabajan algunos años, ahorran y luego compran terreno o ponen sus negocios para regresar a trabajar por lo propio en Honduras.
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Estas prácticas le permiten a la comunidad de Guapinol autosostenerse ante la poca intervención estatal y municipal. Es tanto así, que hasta el tramo que da acceso a dicha comunidad desde hace tres años tiene mantenimiento gracias a la aportación económica de las cajas rurales y cooperativas del sector. El Estado sólo sostiene el centro de salud —atendido por una enfermera—, el jardín de niños y un centro básico. Sin embargo, la caja rural hace algunos aportes económicos para mantener el aseo en el jardín de niños.
Varios habitantes de Guapinol dicen que, en lugar de ayudar, el Gobierno los ha afectado al aprobar concesiones mineras que han puesto en peligro sus fuentes naturales como el agua y la tierra. Es el caso del proyecto en construcción de Inversiones los Pinares, de los empresarios Lenir Pérez y Ana Facussé, ubicado en el Parque Nacional Carlos Escaleras —al que también llaman Montaña Botaderos—. Es por eso que, desde que inició este proyecto, la comunidad de Guapinol y otras aldeas vecinas se mantienen en una resistencia que les ha costado la vida y el encarcelamiento de varios compañeros.
«Nosotros tenemos sed de seguir creciendo, y hemos abierto otras líneas de negocio como la comercial para generar más ganancias y vender a buen precio a nuestros socios. También queremos comprar una finca de palma, pero tenemos miedo que proyectos como el que tenemos a la par desplacen gente. Y si la gente que se desplaza son nuestros clientes, la perdemos, y la caja iría para abajo», comenta Domínguez.
Reynaldo Domínguez dice que, antes de 2017, en Guapinol no había conflictos como el de ahora, y que en tan solo 5 años han vivido «cosas terribles» debido al proyecto minero. «Tenemos méritos para seguir en pie de lucha, aquí estamos y no nos vamos, defenderemos este negocio a capa y espada», dice. Después, Domínguez, socio fundador de la caja rural y líder ambientalista, lanza una última petición: «La caja es la única alternativa que nos queda si el Gobierno no ayuda. Pero, eso sí, que no nos moleste».