A menos de dos años del paso de las tormentas tropicales Eta y Iota, muchos hondureños han vuelto a perderlo todo, incluso lo poco que habían recuperado de la devastación anterior. El Gobierno ha reaccionado otorgando 200 millones de lempiras a los municipios afectados y anunciando la construcción de tres represas.
Texto: Allan Bu
Fotografía: Amílcar Izaguirre
Don Francisco miraba al horizonte como si quisiera encontrar su casa, ahora anegada por las lluvias en la aldea Las Chumbas, jurisdicción de El Progreso, Yoro, en el norte de Honduras. Es un hombre de 70 años, agricultor de toda la vida, que, en el 2020, perdió los enseres de su casa y la cosecha de sus parcelas con el paso de las tormentas tropicales Eta y Iota, y ahora, cuando aún no han pasado dos años, nuevamente su casa está bajo el agua y sus cultivos se han perdido.
De acuerdo con información de la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO), las lluvias que comenzaron el 21 de septiembre han dejado 67, 421 personas afectadas; 15, 846 evacuadas; 8,595 albergadas y 497 comunidades con daños para las cuales se han instalado 151 albergues a nivel nacional. Los municipios más afectados en el Valle de Sula son El Progreso (Yoro), Pimienta y Villanueva y en Cortés, el municipio de Potrerillos.
Apenas tres días de lluvia demostraron que el país es más vulnerable después del paso de Eta y Iota. Hay bordos que no fueron reparados y otros fueron «pegados con lodo» dicen los afectados. Por ejemplo, a la altura de la Finca 11, en el Progreso, Yoro, las aguas del río Ulúa rompieron unos 300 metros del bordo de protección, inundando la comunidad y afectando algunos cultivos de maíz y frijol. También hay palma africana pero esta es resistente a las inundaciones.
El estado de los bordos de protección en el Valle de Sula no es la única señal de la vulnerabilidad del país. En el departamento de San Bárbara, zona occidente de Honduras, apenas tres días de lluvia bastaron para incomunicara municipios como San Nicolás, San Vicente Centenario, La Arada y la cabecera departamental. Los santabarbarenses recuerdan que en un hecho similar durante Eta y Iota, las aguas del Lago de Yojoa impidieron el paso en la carretera que conecta Santa Bárbara con Tegucigalpa. Un tramo de la carretera CA-4 que conecta Copán, el municipio de Comayagua y la aldea el Metal se hundió, interrumpiendo el paso en esa importante vía por cinco días. Entre San Pedro Sula y Tegucigalpa, a la altura del sitio conocido como El Balín, también hubo un derrumbe. Los daños se reportan a nivel nacional.
Don Francisco recordó, sentado en el patio de la escuela Pedro Pascual Amaya ubicada en el centro de la ciudad de El Progreso, que con el paso de los huracanes Eta y Iota «no se miraban los techos de la casas, perdimos todos», pero resulta que ahora, con una menor cantidad de lluvia y sin bordos de protección, consideró que «la inundación fue bárbara también», llegó a los techos. Don Francisco afirmó que no pudo salvar nada.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el año 2020 hubo una pérdida económica de 45,676 millones de lempiras entre infraestructura vial, viviendas y daños al agro.
A don Francisco, las aguas del Ulúa le arruinaron dos manzanas de maíz que estaban listas para ser cosechadas, de las cuales esperaba obtener unos 80 quintales de maíz. Además, perdió una manzana de frijol. El Gobierno estima que se perdieron unas 430 hectáreas de cultivo de banano, cada una de esas hectáreas necesita en promedio unos 16 mil dólares para ser productivas. En un recorrido que Contracorriente realizó entre los días 26 y 28 de septiembre por áreas inundadas en el municipio de El Progreso, Yoro, se observó a varios agricultores intentando salvar cosechas de pequeñas parcelas de maíz sembradas en zonas que fueron inundadas por el río Humaya, uno de los afluentes más grandes del Ulúa.
Hay miles de hectáreas de banano, maíz y frijol que se perdieron y hay más de 2000 manzanas de caña de azúcar que están en riesgo, según la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras (FENAGH). Don Francisco también perdió su inversión y lo poco que había logrado recuperar después de perderlo todo en el 2020. «No había cosechado el maíz, pero estaba listo para cosechar, tenía dos manzanas que se perdieron».
El director ejecutivo de la FENAGH, Guillermo Cerritos, manifestó el miércoles 28 de septiembre que en un informe al que él tuvo acceso y fue elaborado por la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), se estima que las pérdidas en cultivos alcanzan 789 millones de lempiras (31 millones de dólares).
Estimaciones de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, reportadas el pasado el 28 de septiembre, indican que las pérdidas por las lluvias en el agro alcanzan los 789 millones de lempiras. El rubro del banano es el más afectado.
«En el caso del banano, el martes 27 de septiembre se actualizó la cifra y anda arriba de las 600 manzanas afectadas. Aquí es más crítico, creo que es el rubro más afectado. Se estima que solo en este cultivo las pérdidas alcanzan los 242 millones de lempiras y si se suman los activos dañados, las pérdidas llegan a 477 millones, después está el maíz con 115 millones y el frijol con 89 millones», informó Cerritos.
Cerritos explicó que de granos básicos se dañaron 11 mil manzanas entre maíz y frijol, pero que el país siembra hasta 450 mil manzanas de estos cultivos, «viéndolo desde ese punto de vista, es una dato bajo, pero estas son cifras preliminares, indican que se debe priorizar la ayuda al sector banano, granos básicos».
El director ejecutivo de la FENAG agregó que se debe dar especial atención a la cosecha de café cuyo rubro peligra porque los cultivos están en terrenos altos y las calles de acceso sufrieron graves daños por las lluvias y prevé que este año aumente su cosecha en un millón de quintales. «Estamos hablando que en las montañas tenemos 1,500 millones de dólares en divisas, esos hay que traerlos para procesar y después exportar», añadió. No descartó que pueda venir una nueva escalada de precios a la canasta básica, que ya sufrió un aumento debido al contexto internacional, especialmente por el alza en el costo de los combustibles y fertilizantes derivada por la guerra entre Rusia y Ucrania. Ahora se agrega el daño que dejan las lluvias en el agro nacional.
Ever Rodríguez, director ejecutivo del Fondo Cafetero Nacional, manifestó en una entrevista a Canal 11 que los datos en su poder indican que los departamentos más afectados en relación con este rubro están en el occidente del país, entre ellos, Copán y Santa Bárbara, después vienen Lempira y Ocotepeque y por último Comayagua. Rodríguez afirmó que son 65 municipios los que han reportado daños, especialmente en las calles de accesos a las fincas.
Nunca repararon los bordos
A Suyapa Pérez le tocó salir de Las Chumbas apenas con la ropa que llevaba puesta. Ella es vecina de don Francisco y se encuentra albergada en la escuela Pascual Amaya en El Progreso, en donde hay unas 340 personas. Suyapa ya ha pasado por tres inundaciones. Recordó que en 1998, el huracán Mitch, si bien llegó a sus casas, la cantidad de agua no llegó a más de un pie de altura. Sin embargo, en el año 2020 con Eta y Iota los techos de las casas apenas se veían. Ella relató que este año las lluvias anegaron igual las casas. «Se volvió a perder todo», dijo sentada en una pequeña silla azul. Varios niños jugaban a su alrededor y decenas de personas, damnificadas igual que ella, conversaban de las vicisitudes de la vida o de las lluvias que siguen amenazando en el territorio hondureño.
Contó que algunos vecinos permanecen en el techo de sus casas en Las Chumbas, pues creyeron que las inundaciones no iban a ser de gran magnitud y se quedaron a cuidar sus pertenencias, pues aún en emergencias los ladrones actúan. Estas personas no han podido salir porque el nivel de las aguas no baja y porque prácticamente a esa aldea no hay acceso en lancha como sí lo hay para otros excampos bananeros también afectados. «Y esa gente ni teléfonos tienen ahí, algunos se tiran a nadar», nos dijo Suyapa.
¿Y dónde rompió el bordo el río Ulúa?, le pregunté a Suyapa y la respuesta llegó de una mujer a unos metros de nosotros, quien alzando la voz nos dijo, «es que el río no rompió, si ese bordo nunca lo repararon, estaba así desde Eta y Iota por eso se volvió a meter. Solo una arena y lodo le echaron», este fue un clamor de casi todas las comunidades que viven a la orillas de los ríos Ulúa y Chamelecón: la reparación de los bordos.
Este medio buscó información en lo que anteriormente se llamaba Comisión para el Control de Inundaciones en el Valle de Sula (CCIVS) y que ahora ha pasado a llamarse Centro de Estudios y Desarrollo del Valle de Sula. El director de comunicaciones de esta nueva entidad, Leonardo Pineda, declaró a Contracorriente que en el Centro de Estudios y Desarrollo ya tenían una radiografía de los problemas existentes en la red de protección antes de las lluvias que provocaron la emergencias. «Aquí en el centro, antes del problema, teníamos identificado casi el 90% de los problemas, habíamos calculado que se necesitaban entre 500 y 700 millones [de lempiras] para hacer las reparaciones, pero ahora obviamente eso va a cambiar», dijo.
Explicó que en la semana que iniciaron las lluvias, en la institución ya estaban listos para arrancar con 23 proyectos orientados a reforzar los bordos y el dragado de los ríos. «Todos ya están aprobados y asignados, con presupuesto y nos cayó el aguacero. Algunos están trabajando y otros están esperando que haya condiciones para entrar», mencionó Pineda.
¿Por qué comenzar con las reparaciones justamente en la temporada de mayor riesgo y siete meses después de que Xiomara Castro recibiera el mandato presidencial? Pineda argumentó que justamente por cumplir con todo lo que especifica la ley y los procedimientos de contratación del Estado, las obras se retrasaron. «Nos jugó en contra hacer las cosas de la manera más transparente posible», dijo.
Apuntó que hasta el cambio de nombre de Insep a Secretaría de Infraestructura y Transporte (SIT) incidió en el retraso, pues de este organismo depende el Centro de Estudios y Desarrollo. Luego vino la certificación de contratistas y por último se entró en un proceso de licitación, «entonces todas esas cosas normales en la administración pública retrasaron el comienzo de las obras. Este Gobierno ha tenido que hacer una serie de procesos legales para volver a tener una institución que se dedique al diseño, identificación y construcción de las obras hidráulicas del Valle», afirmó.
Pineda mencionó que hubo varios factores para que los bordos colapsaran. Reconoció que algunos no tenían los mantenimientos necesarios. «Estas últimas dos semanas casi sin llover, [en el norte] tuvimos inundaciones, porque hubo lluvias torrenciales en occidente y los acumulados fueron altos, también hubo crecida en Comayagua, eso nos dio una crecida casi similar a la de Eta y Iota, tuvimos mediciones hasta casi 9 metros de alto donde se une el río Humuya con el Ulúa», dijo Pineda.
Pineda también manifestó que en los últimos 40 o 50 años, los ríos Chamelecón y Ulúa no han sido dragados por lo que su nivel de sedimentos es alto en algunos puntos y no tiene nada que ver con que el bordo esté mal hecho, simplemente ha sido rebasado. De acuerdo con información de redes comunitarias que posee el Centro de Estudios y Desarrollo en las comunidades afectadas, al martes 28 habían identificados 99 puntos donde el río Ulúa había penetrado los bordos, «no solamente rupturas, en algunos lados la crecida fue tan grande que sobrepasó el nivel de la protección», afirmó Pineda.
En medio de la burocracia estatal y la bravura del Ulúa, Suyapa perdió, dos años después, las cosas que había recuperado. Ahí se fueron las cosas que recibió del Gobierno anterior, dos camas y una estufa de gas. El día que hablamos, le informaron vecinos que llegaron al albergue que de su casa apenas se miraba el techo.
Desde el Gobierno
Aunque no ostenta la categoría de funcionario de Estado, el manejo de la emergencia en el Gobierno de Xiomara Castro dejó la imagen del expresidente Manuel Zelaya Rosales, ahora asesor presidencial, dirigiendo el Consejo de Ministros para hacer frente a la crisis. Durante la primera reunión de ese Consejo, el exmandatario llamó a la presidenta, quien se encontraba en la cumbre de las Naciones Unidas. «¿Se reunieron?» le preguntó Castro a su esposo y asesor por el altavoz del teléfono en lo que pareció más un espectáculo – porque Zelaya aprovechó el momento para hacer chistes – que una medida necesaria para paliar la emergencia.
La presencia de Zelaya al frente de una reunión de tal magnitud no pasó desapercibida. La diputada por el Partido Salvador de Honduras, PSH, Maribel Espinoza, agradeció «el trabajo de Mel Zelaya como asesor, pero la Constitución de la República no le permite sustituir a la presidenta en un Consejo de Ministros, por ello el pueblo eligió a tres designados presidenciales. No caigamos en el error de violar la Constitución», dijo la congresista vía Twitter.
El designado presidencial, Salvador Nasralla, que es un crítico del Gobierno del que forma parte, también sugirió que la persona que debe tomar las decisiones es la electa por el pueblo, pues a su juicio, los asesores sirven para transmitir información, «salvo que ella [la presidenta] le haya transferido a Mel el mando por los 7 meses que no gobernó en el 2009 [por el golpe de Estado]». El expresidente Zelaya le contestó a Nasralla que si no estaba conforme debería ser honrado y «devolver los 12 millones [de lempiras] que te dio Xiomara para uso discrecional». El designado presidencial respondió que mientras él administra 12 millones, la presidenta tiene a su disposición 15 mil millones de lempiras. Esta pelea alborotaba Twitter mientras don Francisco, Suyapa y miles de personas miraban cómo sus casas se perdían bajo las aguas.
Tras regresar de Nueva York, la presidenta Xiomara Castro encabezó una comisión de supervisión en la que se encontraban su hijo y secretario privado, Héctor Zelaya, y el ministro de Defensa y también familiar suyo, José Manuel Zelaya Rosales, visitando los lugares más golpeados por la emergencia como La Lima, El Progreso y Santa Bárbara. Castro le dijo a alcaldes, diputados y otras autoridades del departamento de Santa Bárbara, “cuente conmigo» en un breve discurso en el que pidió optimizar recursos y ofreció 200 millones de lempiras para los municipios que están en emergencia. La presidenta pidió reportes frente a la audiencia al ministro de Gobernación y Justicia, Tomás Vaquero y al presidente de la Asociación de Municipios de Honduras (AMHON), Nelson Castellanos.
En un breve discurso, la presidenta aseguró que las transferencias llegarán a las municipalidades que lo necesiten, «hay que cumplir. No voy a seguir con prácticas del pasado que no las entregaban o las daban por color político. En este Gobierno que presido todos tenemos derecho, tenemos que dar las respuestas que el pueblo tanto está demandando. Tenemos proyectos para trabajar con las alcaldías, yo creo en la descentralización», dijo la presidenta entre aplausos de los presentes. Se retiró 15 minutos después de su llegada a un amplio hotel en Santa Bárbara.
«Hay que cumplir con las transferencias. No voy a seguir con prácticas del pasado que no las entregaban o las daban por color político». Xiomara Castro
El director ejecutivo de la Fenagh, Guillermo Cerritos, dijo que el Gobierno debe centrar en tres cosas una rápida respuesta al sector productivo en esta emergencia. La primera es reparar la red vial para que permita a los productores de granos básicos, café y hortalizas transportar sus cosechas a los puntos de comercio. La segunda, es que se amplíe el bono tecnológico, «hay que sembrar más granos básicos para compensar las pérdidas por las lluvias», dijo.
Y la tercera respuesta en la que se debe centrar el gobierno, según Cerritos, es que el Banco Nacional de Desarrollo (Banadesa) debe habilitar más financiamiento para producir granos básicos en lo que resta del año y se debe dar un apoyo puntual a los bananeros, que han perdido más de 600 manzanas, «ya habían perdido sus fincas en el 2020 e hicieron un esfuerzo por el refinanciamiento, pero ahora no creo que puedan».
Cerritos mencionó que en las fincas de banano están en riesgo muchos empleos y en este caso «lo más doloroso», es que buena parte son puestos de trabajo para mujeres porque en las fincas son ellas las que empacan y ahora han perdido su trabajo, «el banano es un generador de empleo y dinamizador de la economía en la zona del Valle». En Honduras, el último dato oficial sobre desempleo es del 12% para el 2020.
Pero el dirigente del agro también consideró que el Gobierno puede dejar un gran legado priorizando la inversión en infraestructura, refiriéndose a construir las represas pendientes, hacer canales de alivio y la reparación con calidad de los bordos, porque «el reclamo de la gente es que lo que se hizo no fue lo mejor».
Añadió sobre la construcción de represas en el Valle de Sula, que el agua es un factor que se está desperdiciando pues al tener estas construcciones se podría tener energía, también circuitos de riego, garantizar agua para consumo doméstico y «evitaríamos las pérdidas que la inundaciones nos causan todos los años».
Luego del desastre provocado por Eta y Iota, en el Gobierno de Juan Orlando Hernández se retomó el tema de la construcción de El Tablón, bajo la figura de inversión público-privada, en el río Chamelecón y Los Llanitos y Jicatuyo en el Ulúa. De la construcción de El Tablón se habla desde 1974, pero fue hasta 2007 cuando el Congreso Nacional aprobó una consultoría para evaluar su construcción. En el 2009, siendo presidente Mel Zelaya, se informó que el costo de la construcción de las tres represas era de 800 millones de dólares.
Tras el ascenso de Xiomara Castro al poder se ha puesto en agenda la construcción de estas represas con fondos nacionales pero, al igual que el Gobierno anterior, sin un proceso de consulta para las comunidades que serían afectadas. El domingo 2 de octubre, el secretario privado de la presidenta, Héctor Manuel Zelaya, se reunió con empresarios del norte del país «para impulsar un plan de rescate y manejo de la cuenca en el Valle de Sula» dijo Zelaya según lo reportaron varios medios. También anunció la construcción de las tres represas en cuestión y la reparación de 116 puntos en los bordos.
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Y en una escuela de El Progreso, don Francisco lamentaba la pérdida de tres manzanas de cultivo y esperaba que el agua bajara en la aldea Las Chumbas para regresar a su casa. Hasta el miércoles 25 de septiembre, cuando hablamos, le habían llevado «comidita», decía.
Pero aquel agricultor de 70 años, que trabaja en tierra alquilada, mirá un futuro incierto. «Ahí todos perdimos, y mire empezar de nuevo es duro para uno» nos dijo y después recordó que para el desastre del 2020 el agro prácticamente no recibió apoyo y se levantaron a «puro esfuerzo», ahora espera que sea diferente. «Talvez este [Gobierno] se acuerdan de los agricultores, sin producción no hay comida», sentenció.
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