Por Fernando Destephen
Berta Irias, de 79 años, vende pescados fritos y café de desayuno los domingos en la entrada del mercado San Miguel, ubicado en el barrio Guanacaste de Tegucigalpa. Los domingos Berta acerca su negocio de comida a la acera para atraer más clientes. A veces se auxilia en algún cliente, en un amigo que desayuna acompañándola o en algún transeúnte para interpretar lo que le dicen, a veces también confiesa que es sorda para que le hablen más fuerte porque padece una sordera parcial que le impide escuchar bien del todo.
Un estudio del Banco Mundial publicado el 17 de febrero de 2020, denominado «Diagnóstico del Trabajo», destaca el desafío de aumentar la participación laboral de las hondureñas, pues solo un 47 % de las mujeres en edad de trabajar tiene un empleo, y un 88 % de las personas que no estudian ni se entrenan ni trabajan son mujeres. Berta Irías es una mujer de la tercera edad afectada por estos indicadores, por su edad y por los créditos para mantener su fuente de ingresos.
El estudio del Banco Mundial explica que el 58 % de los empleos en Honduras todavía son informales y representa uno de los niveles más altos en América Latina y el Caribe. Se detalla que el empleo laboral se encuentra en todos los sectores económicos, entre los cuales están los servicios (28 %), la agricultura (19 %) y la industria (11 %). La investigación del Banco Mundial apunta que la informalidad laboral en Honduras no se limita al empleo por cuenta propia, sino que un 41 % de estos trabajos remunerados todavía son informales.
Berta consigue los pescados a crédito con el plazo de una semana para pagar. Sus proveedores son los vendedores de mariscos del mercado La Isla. Berta se suma a estas cifras que indican que 6 de cada 10 personas en Honduras subsisten gracias a la economía informal.