Por Guillermo Anderson
Ilustración: Candy Carvajal
Hacer una lámpara de luciérnagas, atrapar caballitos de San Vicente, ver comer a un chapulín, temerle a las madreculebras, temer que el sapo me escupa leche, creer que el polvo de alas de mariposa te deja ciego, llenar el lavabo de congos, despegar chicharras secas de los sauces, tocar hojas de dormilonas para ver cómo se encogen, pescar tarántulas con chicle, soplar semillas por un carrizo de papaya, aprender a atrapar cangrejos con la mano, tenerle miedo a los pichetes monterrudos, pescar caguachas, congos y chuntes en el estero y llevar al gato para que se harte, desenterrar chirinos en la playa, buscar culichas y gallinas ciegas para carnada, hallar camarón en la lechuga, probar la miel de morroco, espantar las mariposas negras de las paredes de la casa, seguir el camino de los zompopos, levantar el sambunango por la cola, sentir cosquillas en una mano llena de renacuajos, comer las semillitas de la kalaika, sacudir un sauce para que caiga una iguana, matar un tacuacín por orden de mi abuela, llegar a cenar con olor a chinche, ver con fascinación cómo un zancudo se va inflando de sangre antes de matarlo.
Este cuento se reproduce con la autorización y gentileza de las herederas del autor.
(El cuento «Infancia» es parte del libro Bordeando la Costa, que se puede adquirir comunicándose al correo lagobu@yahoo.com).