Infancia

Por Guillermo Anderson
Ilustración: Candy Carvajal


Hacer una lámpara de luciérnagas, atrapar caballitos de San Vicente, ver comer a un chapulín, temerle a las madreculebras, temer que el sapo me escupa leche, creer que el polvo de alas de mariposa te deja ciego, llenar el lavabo de congos, despegar chicharras secas de los sauces, tocar hojas de dormilonas para ver cómo se encogen, pescar tarántulas con chicle, soplar semillas por un carrizo de papaya, aprender a atrapar cangrejos con la mano, tenerle miedo a los pichetes monterrudos, pescar caguachas, congos y chuntes en el estero y llevar al gato para que se harte, desenterrar chirinos en la playa, buscar culichas y gallinas ciegas para carnada, hallar camarón en la lechuga, probar la miel de morroco, espantar las mariposas negras de las paredes de la casa, seguir el camino de los zompopos, levantar el sambunango por la cola, sentir cosquillas en una mano llena de renacuajos, comer las semillitas de la kalaika, sacudir un sauce para que caiga una iguana, matar un tacuacín por orden de mi abuela, llegar a cenar con olor a chinche, ver con fascinación cómo un zancudo se va inflando de sangre antes de matarlo. 

Este cuento se reproduce con la autorización y gentileza de las herederas del autor.

(El cuento «Infancia» es parte del libro Bordeando la Costa, que se puede adquirir comunicándose al correo lagobu@yahoo.com).

Sobre
Guillermo Anderson (26 de febrero de 1962, La Ceiba) fue un cantautor y escritor hondureño, reconocido como uno de los artistas más importantes de Centroamérica. Se graduó en Letras con énfasis en literatura hispanoamericana de la Universidad de California en Santa Cruz, en 1986, donde trabajó haciendo teatro para niños y niñas migrantes. En 1987 regresa a Honduras y funda el grupo Colectivartes. En su carrera, hizo giras por toda Honduras, así como por distintas ciudades de Norte América, Sudamérica, Europa y Asia. Sus más de 300 canciones retratan las bellezas naturales de Honduras: sus ríos, sus mares, sus montañas, sus animales. En 2015 recibió Premio Ondas Mediterráneas por impulsar a través del arte y de la música campañas en defensa de la educación, el medioambiente y la salud universal, así como por ser la voz de un país necesitado de referentes. Es autor de los libros Bordeando la Costa, Del Tiempo y del Trópico junto con el escritor Julio Escoto, y Zompopito y sus amigos (Editorial Guaymuras). Falleció el 6 de agosto de 2016 en La Ceiba, Atlántida. El día de su funeral las escuelas de La Ceiba hicieron valla por todo el camino que haría el ataúd del cantautor, que fue llevado en un cayuco lleno de flores desde la Iglesia Catedral hasta su lugar de descanso. Su figura, su literatura y su música siguen siendo, hasta el día de hoy, un ejemplo y un motivo de alegría para los niños y niñas de Honduras.
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