Los contagios siguen en ascenso en todo el país, los centros hospitalarios abarrotados y aproximadamente solo el 10 % de la población elegible ha completado su proceso de inmunización. Mientras tanto, la Secretaría de Educación impulsa un regreso a clases semipresenciales.
Texto: Allan Bu
Fotografía: Martín Cálix
Cada día en la acera frente al hospital Leonardo Martínez Valenzuela de San Pedro Sula, en el norte de Honduras, decenas de personas angustiadas por la salud de sus familiares internos por COVID-19 se acumulan. Según la Secretaría de Salud (Sesal), en ese hospital, el lunes 16 de agosto habían 87 pacientes internados, siendo la cuarta sala con más pacientes por coronavirus en el país.
La situación crítica no es algo propio del hospital Leonardo Martínez, ni de San Pedro Sula. El doctor Marco Tulio Medina, coordinador del Comité Covid de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, afirmó a Contracorriente que el país está inmerso en una nueva ola de la pandemia. «Hemos tenido al menos tres olas desde marzo del año pasado, la primera que corresponde al pico que tuvimos allá por julio y agosto (2020), luego otro incremento en diciembre (2020) y enero (2021) y en este momento nos encontramos en un pico mucho más alto que los precedentes», dijo.
Rosa Pérez es una de las personas que se encuentra frente al centro hospitalario sampedrano. Su madre de 68 años es una de las víctimas de la nueva ola de coronavirus de la que habla el doctor Medina, y se encuentra hospitalizada desde hace dos semanas. Rosa ha encontrado unos cartones y sentada, junto a su esposo, aguarda la salida de su progenitora. Llegaron desde Azacualpa Valle, Santa Bárbara, a 122 kilómetros de San Pedro Sula. No encontraron atención en el hospital regional. «Allá los hospitales no tienen capacidad», dice.
Para buscar atención para su madre tuvo que viajar con su nuera y esposo. Rosa sacó un préstamo, pero este dinero no alcanza para buscar un alojamiento. Ella y sus acompañantes han tenido que dormir en la calle, a la intemperie.
Pasar la noche sin un techo no ha sido la única experiencia de Rosa que desnuda la precariedad del sistema de salud hondureño. El día que internó a su madre, también tuvo que salir con una nuera, quien estaba en avanzado estado de gestación y podía dar a luz en cualquier momento.
Sostiene que no podía dejarla porque en la zona donde vive no hay hospital materno. Unas semanas antes de internar a su madre por covid, Rosa cuenta que su nuera tuvo un problema y que en el hospital regional no la atendieron: «Allá le dicen a uno que no y que no la van atender y por eso la traje aquí».
Y el domingo 15 de agosto aproximadamente a las 6 a. m., la nuera de Rosa dio a luz. Fue internada en el Leonardo. El lunes 16, Rosa esperaba que le dieran el alta para acompañarla a Azacualpa y luego regresar nuevamente a San Pedro Sula a esperar que su madre le gane la batalla a la COVID-19, que en Honduras ya alcanza, según cifras oficiales, 321,675 casos y 8496 muertes.
La cruzada de Rosa refleja el descuido del sistema sanitario, en un país pobre, pero sobre todo corrupto. En el último de los desfalcos al erario, el Gobierno de Juan Orlando Hernández, impulsó en aras de combatir la pandemia la compra de siete hospitales móviles por 47 millones de dólares. En esa compra, según el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), hubo una sobrevaloración de 31 millones de dólares. Después de más de un año de la compra, solo el instalado en San Pedro Sula funciona para enfermos covid.
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El abandono del sistema sanitario abarca los últimos 28 años en los que no se ha construido un nuevo hospital, los últimos que se construyeron fueron inaugurados en el Gobierno de Rafael Callejas (Q.E.P.D.): el Hospital Aníbal Murillo en Olanchito, Hospital de San Lorenzo y el Hospital Mario Catarino Rivas.
El país, solo tiene seis hospitales de cobertura nacional, uno en San Pedro Sula y cinco en Tegucigalpa. Por esta razón, Rosa tuvo que salir a 122 kilómetros de distancia de su casa para encontrar la atención requerida por su madre y por su nuera.
Pero la consulta recibida sigue siendo precaria. Cuando conversamos con Rosa tenían casi tres días sin información de su madre. Lo último que supieron es que se encontraba «estable». El mismo mensaje que reciben casi todos los familiares que esperan afuera del hospital.
Desde hace 17 meses, la pandemia ha puesto en evidencia la precariedad del sistema público. El lunes, en conferencia de prensa el viceministro de salud, Roberto Cosenza, confirmó que en Honduras están falleciendo un promedio de 40 personas diarias en hospitales públicos y privados y el Instituto Hondureño de Seguridad Nacional (IHSS).
En el departamento de Cortés la positividad de las pruebas se mantiene en un porcentaje de 58 %. En la semana del 8 al 14 de agosto, se realizaron 2121 pruebas y de esas 1224 resultaron positivas. Este departamento alcanzó porcentajes de positividad de hasta 70 % entre junio y julio del año 2020.
En las afueras del Leonardo, también se encuentra María Amparo Castro. A su madre de 89 años la trasladaron desde el triaje de La Lima, donde estuvo siendo atendida por más de una semana, pero empeoró su salud, «ya no podían tenerla allá», nos cuenta.
A María también le han dicho que su madre está estable, «pero no tenemos más información. No sabemos cómo están». Ella se acerca de vez en cuando al portón del hospital para preguntar a una enfermera por su paciente y la respuesta casi siempre es la misma: Se encuentra estable.
Rosa nos cuenta que el hospital les está pidiendo que compren medicamentos y que realicen en laboratorios privados exámenes a sus familiares. La versión es confirmada por María Amparo. Y otra persona que escucha la plática, nos muestra una receta que recibió a través de su celular. «Yo vengo de pagar 1200 en el laboratorio», nos dice uno más. Contracorriente contactó al director del Leonardo Martínez, José Medina, sobre esta situación. El doctor respondió y se limitó a decir que indagaría con el jefe de la unidad para verificar la veracidad de esta información.
En los hospitales públicos de Honduras es muy común que el paciente o sus familiares paguen los medicamentos y algunos exámenes, pero durante la pandemia de COVID-19, este medio recogió testimonios en el mismo centro hospitalario que los medicamentos eran proveídos por el Gobierno. Algo cambió.
Lo que no ha cambiado es el flujo presupuestario. De acuerdo con el portal de la Secretaría de Finanzas, el presupuesto vigente para combatir la pandemia es de 175 millones de dólares (4200 millones de lempiras), de los cuales un poco más de 104 millones de dólares (2500 millones de lempiras) están orientados a la compra de medicamentos. De todo el presupuesto solo se han ejecutado 58 millones de dólares (1400 millones de lempiras).
La tercera ola
En Lucerna, Ocotepeque, un pueblo en occidente del país, murió Adonay. Un joven fuerte de apenas 32 años de edad, quien luchó por dos semanas contra la COVID-19 en el hospital regional San Marcos. La muerte causó conmoción en el pueblo por la edad de la víctima.
Contracorriente también publicó el caso de la aldea San Antonio, Sulaco, Yoro, que ha sido sacudida por más de 15 muertes en los últimos dos meses. En Chamelecón, la semana anterior un profesor fue enterrado entre aplausos y música ranchera. Era muy querido el maestro y fue despedido por mucha gente.
Las referencias anteriores nos hacen ver que la pandemia está totalmente diseminada por todos los rincones de Honduras. «En nuestro país la pandemia está en las áreas urbanas y rurales, está totalmente extendida», nos dice el doctor Marco Tulio Medina.
«En nuestro país la pandemia está en las áreas urbanas y rurales, está totalmente extendida» (Marco Tulio Medina, coordinador del Comité Covid de la UNAH).
Para el doctor hay varias razones que han llevado al país a este tercer pico de la pandemia. Piensa que uno de ellas está ligado a las nuevas variantes del virus, que dicen son más infecciosas y que de acuerdo a los estudios que han realizado en Honduras tenemos al menos tres, entre las cuales está la Delta, que podría asociarse con el hecho que más niños y personas vacunadas se están enfermando.
Además, sostiene que la apertura casi total de la economía ha permitido que más personas se movilicen y no todos han cumplido con las estrictas medidas de bioseguridad. Medina tampoco obvió los problemas estructurales de salud, que se reflejan en las situaciones que vivió Rosa, relatadas en párrafos anteriores. Incluso menciona las secuelas de Eta y Iota que dejaron a miles de personas en la calle sin ninguna norma de seguridad.
Medina reafirmó que en este momento la pandemia «sigue en un momento creciente», con los hospitales saturados en el país y hace un llamado a que se deben continuar con el cumplimiento a la medidas de bioseguridad y trabajar en la parte educativa con la gente por desinformación no deseen vacunarse.
En conferencia de prensa realizada el lunes, el viceministro Roberto Cosenza, afirmó que el domingo anterior en todos los hospitales a nivel nacional habían internados 1165 pacientes por COVID-19. Ese día fallecieron 32 personas.
Los hospitales con mayor cantidad de pacientes ese domingo estaban en Tegucigalpa. El primero es el Hospital Escuela con 127 pacientes, después el Hospital del Tórax con 118, el San Felipe con 92 y en San Pedro Sula, el Leonardo Martínez con 84 pacientes.
Francisco Morazán es el departamento del país con más pacientes, ya que el lunes 16 tenía ingresados a 422 y le sigue Cortés con 165, pero Cosenza dijo en la conferencia que «en el departamento de Yoro ha habido un incremento».
En San Pedro Sula, la pandemia ha vuelto a copar los hospitales. El Leonardo Martínez, en la semana del 8 al 14 de agosto, tuvo un promedio de 80 personas internadas y murieron 21. En el Mario Catarino Rivas, en ese mismo lapso, hubo un promedio de 54 pacientes diarios, siete personas en unidad de cuidados intensivos (UCI) y lamentablemente 25 personas fallecieron.
Cosenza aclaró que muchos de estos pacientes no viven en San Pedro Sula ni en Cortés y llegan procedentes de otros departamentos, como es el caso de Rosa, quien vino buscando atención desde Azacualpa, Santa Bárbara.
Para el día lunes 16 de agosto, en Mario Catarino Rivas, habían 53 pacientes, pero 16 de ellos estaban en la UCI, más de la mitad del promedio que se había manejado la semana anterior. En el Hospital El Progreso habían 53 internados y en el Hospital de Puerto Cortés.
La jefa de la Región Metropolitana de Salud en San Pedro Sula, Lesbia Villatoro, manifestó que en San Pedro Sula en las últimas dos semanas se han registrado 11 y 9 fallecidos. Manifestó que no habían tenido tantos fallecidos por COVID-19 desde la primera semana de octubre de 2020.
Hasta el 16 de agosto anterior en el año 2021 en la Ciudad Industrial habían fallecido 553 por COVID-19. De ellos, 222 murieron en el Leonardo Martínez, 188 en el Mario Catarino Rivas y 101 en el Instituto Hondureños de Seguridad Social (IHSS).
En el 2021 en San Pedro Sula habían fallecido 553 por COVID-19. De ellos, 222 murieron en el Leonardo Martínez, 188 en Mario Catarino Rivas y 101 en el IHSS.
Otro dato, que muestra el alza en los contagios es que, respecto a la semana anterior, del 8 al 14 de agosto en centro de triaje del Colegio de Ingenieros Civiles hubo un 21 % de incremento en la asistencia de personas. Se atendieron 685. Lo mismo sucedió con el triaje instalado en el Infop donde la asistencia también aumentó un 21 %.
Vacunación y regreso a clases
Mientras la pandemia alcanza su pico más alto, Honduras se encuentra lejos de alcanzar la inmunidad de rebaño mediante la vacunación. Solo una décima parte de la población tiene las dos dosis recomendadas de la vacuna.
Hasta el 13 de agosto habían 3,292,889 vacunados, de esa cifra 2,326,420 son primeras dosis, mientras que 966,449 personas completaron el proceso de inmunización. Esta cifra sería el 13 % de la población elegible para ser vacunada, según la Sesal. El país arrancó tarde el proceso masivo de vacunación respecto a otros países como El Salvador y Costa Rica, que no dependieron de donaciones.
El doctor Marco Tulio Medina considera que si se pudiera llegar a una inmunización completa del 70 % de la población, esto podría significar una reducción real de los efectos de la pandemia: «Eso sería una reducción real, pero aún así, a mi juicio tendremos que alcanzar más allá de lo que llaman la inmunidad de rebaño. Se debe hacer una vacunación en niños y adolescentes».
Medina también considera que en un tiempo prudencial tendrá que venir un refuerzo a la vacuna: «La tercera dosis seguramente será necesaria, sobre todo en grupos de riesgos, pero también se debe continuar con las medidas de bioseguridad», dice.
El viceministro Cosenza afirmó que «hay vacuna» y llamó a las personas que acudan a inocularse en familia para protegerse del COVID-19: «La esperanza es la vacunación, acompañado de las medidas de bioseguridad, pero necesitamos que la población acuda, estos días estamos viendo un poco de apatía de la gente», afirmó Cosenza.
Con la tercera ola de la pandemia sobre Honduras y un proceso de vacunación lejos de los números deseados para alcanzar la inmunidad de rebaño, el ministerio de educación prepara un pilotaje para el regreso a clases semipresenciales.
«Se va a un pilotaje, esperamos que se cumplan los protocolos que estarán estipulados en cada una de las escuelas y dependiendo de cómo surjan estos pilotajes, se van a ir habilitando más escuelas. Sabemos que la educación es algo primordial, pero debemos saber sobrellevar la educación y la salud», manifestó el viceministro Cosenza.
La Secretaría de Educación (Seduc), anunció que 20 instituciones educativas privadas están en la fase final para obtener la autorización de iniciar con actividades semipresenciales y voluntarias. En total, son 164 centros de enseñanza, de los más de 2000 que hay en el país, que solicitaron iniciar clases de forma semipresencial, «pero dependerá si cumplen los requisitos», afirmó el ministro de educación Arnaldo Bueso.
Los requerimientos solicitados por la Seduc para autorizar el retorno a clases son que el personal docente y administrativo tenga completado su proceso de inmunización, que haya buen sistema de agua y saneamiento en el instituto y lograr un acuerdo de la comunidad educativa (padres, maestros, autoridades).
El 26 de agosto es la fecha para que los centros educativos gubernamentales seleccionados arranquen con clases semipresenciales. La web de la Seduc recoge las declaraciones del ministro Bueso donde afirma que en los próximos días probablemente dos centros educativos de Tegucigalpa y cuatro de San Pedro Sula inicien clases semipresenciales. Ambas ciudades se mantienen como epicentros de la pandemia y con sus hospitales abarrotados.
El doctor Medina llama a la prudencia para un retorno a clases: «A mi juicio se debe aplicar vacunación a jóvenes de 12 y 18 años. También vacunación completa a los docentes para evitar que ahí sea un epicentro de personas infectadas».
Honduras sigue de rodillas ante la pandemia. Los contagios no paran, los hospitales están saturados y rebasados, la vacunación no avanza lo suficiente y la gestión del Gobierno orlandista sigue siendo por lo menos inoperante.