Hablemos de la lactancia materna como un asunto de salud pública

lactancia materna

Por Lahura Emilia Vásquez Gaitán


Aunque los organismos internacionales recomiendan la lactancia materna como alimento exclusivo para los bebés, en Honduras, solo uno de cada tres goza de este privilegio. Dadas las condiciones en las que se establece la lactancia, podemos afirmar que no es una elección de las madres, ni mucho menos un rechazo de los bebés el abandono temprano de esta práctica.  

El apego precoz (colocar al bebé inmediatamente al pecho de la madre una vez nacido) es un factor determinante para el buen inicio de la lactancia, y aquellas madres que lo hacen inmediatamente tras el parto son también las que estadísticamente continúan por más tiempo. En Honduras un 86 % de madres inician la lactancia dentro de las 24 horas después del parto y el 45 % la suspende después de los dos meses. Quienes empiezan horas o días después, tienen mayores probabilidades de abandonarla tempranamente y sustituirla por lactancia artificial, debido a las dificultades que van a encontrar. Es sorprendente cómo unas horas (el parto) va a definir tanto en la vida de la mamá y su bebé, y es triste que este tema se considere tan poco como un factor determinante en el éxito de la lactancia. 

En Honduras los departamentos con mayores incidencias en apego precoz son Copán e Intibucá, con un 80 %. Uno de los municipios que tiene las estadísticas más bajas en apego precoz es el Distrito Central, donde la presencia de hospitales y personal médico, es alta. Pareciera que a mayor cantidad de hospitales y personal médico, menores niveles de apego precoz, ¿por qué es así si la lógica nos dice que no debería serlo? La respuesta está en que muchas de las prácticas hospitalarias —pese a que están totalmente desaconsejadas por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS)— son parte de la rutina y se practican día a día por una gran número de profesionales de salud. Muchas de estas prácticas, entorpecen el inicio de la lactancia. 

La mayoría de médicos y enfermeras, aprendieron lo que les enseñaron. La actualización médica, en su mayoría, está a cargo de las grandes farmacéuticas y desde aquí, jamás se promoverá la lactancia materna, puesto que significaría renunciar a billones de dólares que genera la lactancia artificial año con año. Mientras el personal de salud no se comprometa en asumir prácticas actualizadas en cuanto a la atención del parto, muchas lactancias terminarán por fracasar antes de iniciarse siquiera. 

Muchos doctores recomiendan lactancia artificial porque —aunque todos sepamos que la leche materna es el mejor alimento para el lactante— se ha insertado muy bien la idea de que al final la «leche de lata» no es tan mala. Muchos médicos y enfermeras, aunque dicen cosas desde el discurso, hacen todo lo contrario con la práctica, porque ayudar a una mujer en su lactancia requiere de unos conocimientos y formación extra muy específica que muy pocos profesionales de la salud tienen. 

Es mucho lo que se deriva de un parto y que tiene que ver con la lactancia, por ejemplo, los partos traumáticos están directamente relacionados con las depresiones posparto y las mujeres que tienen depresiones posparto rara vez pueden establecer lactancias exitosas. Muchísimas de las cesáreas (uno de los factores asociado a la depresión posparto), fueron partos que debían ser vaginales, pero que se «complicaron» y acabaron en cesáreas. ¿Cuántas de estas cesáreas habrían sido necesarias si se hubiesen generados condiciones para un parto óptimo como las que dicta la OMS (ambiente íntimo, comida y agua a disposición, cero enemas y rasurados, no tactos innecesarios, no litotomía (posición acostada), entre otras)?

La visión del profesional determina el parto, pues nosotros no separamos nuestras creencias, prejuicios e introyectos del profesional que somos. Como dice Raquel Schallman en su libro Parir en libertad, muchas veces, son los miedos de los profesionales los se imponen el parto y que limitan a la madre: «No es lo mismo decir “Yo no me animo”, que proyectar las dificultades en el otro y decirle: “Vos no podés”. No es lo mismo reconocer que yo no tengo paciencia y me pongo muy ansiosa, que decir: “No se puede esperar más, hay que ir a una cesárea”». Es difícil cuestionar a un profesional de la salud y en la mayoría de los casos, son ellos quienes terminan decidiendo sobre la experiencia de parto, tomando en cuenta lo que es más cómodo para ellos, sin escuchar la voz de las mujeres y sin preocuparse por las consecuencias que sus decisiones traerán para mamás y bebés en el largo plazo. 

Muchos diagnósticos, son aparentemente medidas absolutas, sin embargo, quizá otro profesional, con otra mirada, tomaría decisiones completamente opuestas. En el país, muy poco se reconoce el perfil profesional de las asesoras de lactancia materna, determinantes para una lactancia exitosa, por ejemplo. 

En resumen, el embarazo es el período de gestación en donde mamá y bebé son uno solo. El parto cierra este proceso y aunque se corta el cordón umbilical que los hace uno, la naturaleza a través de la lactancia, garantiza que ese cordón umbilical continúe desde afuera, en forma líquida e interrumpida. Los partos son trascendentales en el establecimiento de las lactancias, y por eso, cuidar los partos es cuidar las lactancias. 

Aunque la OMS establece que la lactancia debe ser «exclusiva hasta los seis meses, después introducir alimentación complementaria y seguir con la lactancia hasta los dos años o más», hoy en día, esta idea se ha tergiversado y existe una idea generalizada de que después de los seis meses, no solo se puede, sino que se debe pasar a lactancia artificial. Sin embargo,las lactancias prolongadas tienen innumerables beneficios tanto para bebés como para las madres de quienes prácticamente nadie habla. No es lo mismo dar lactancia durante tres meses que hacerlo durante dos años. Y hacerlo durante tres meses es completamente diferente a no hacerlo nunca.

Carlos González en su guía de lactancia materna Un regalo para toda la vida explica: «Según los cálculos de Ball y Wright, entre mil niños que tomen el pecho y otros mil que tomen lactancia materna exclusiva durante tres meses, la diferencia sería de 60 episodios de enfermedad respiratoria, 580 de otitis media y 1053 gastroenteritis durante el primer año, que generarían 2033 visitas al médico, 212 días de hospitalización (…) por un precio de 330,000 dólares. Solo con tres meses de lactancia, tres enfermedades y solo en costos médicos directos (sin considerar los días de trabajo perdidos de los padres, mucho menos el sufrimiento, que no se paga con dinero)».

No es casual que se hayan creado muchos mitos alrededor de la lactancia materna para hacerla fracasar. Los millones no solo se mueven alrededor de todo lo que implica la lactancia artificial, sino de la industria que se alimenta de todos los diagnósticos, tratamientos y lo que se deriva del cáncer de seno por ejemplo, cuya probabilidad de aparecer disminuye drásticamente, mientras más tiempo haya dado una mujer lactancia materna. Más allá de un mes rosa, donde se promueven revisiones que generan millones al año solo por concepto de mamografías, radiografías y sus consecuentes tratamientos, sería muy coherente, si todo este lobby se esforzara de la misma manera, por empujar políticas públicas que les permitan a las mujeres dar lactancias prolongadas, pues tiene significativos impactos para la salud de las mujeres. Continúa Carlos Gonzalez: «Con más de 50,000 casos de cáncer de seno y más de 90,000 controles, se ha llegado a la conclusión de que, solo en países desarrollados, se podrían evitar cada año 50,000 casos de cáncer por cada doce meses de aumento en la duración de la lactancia». Mientras que los exámenes, solo promueven la detección temprana, lo cual no es ningún mecanismo de prevención, las lactancias maternas prolongadas atacan el verdadero problema de raíz: evitan que aparezca.

En estudios realizados en Estados Unidos se ha observado que las madres mayores de 30 años de edad presentan tasas más altas de amamantamiento (que son hasta de un 84 %), lo cual podría estar influenciado por una mayor adquisición de conocimientos sobre lactancia materna con el transcurso de los años. Sin embargo, el informe de 2014 de la Comisión Nacional de Lactancia Materna (Conalma), en Honduras, menciona que son las madres con educación superior las que amamantan menos.

La duración mediana de la lactancia entre los niños de madres con educación superior es apenas de 13.5 meses en comparación con 22.5 entre los niños de madres con menor educación. Aunque en el informe se menciona que «en Honduras, a diferencia de los países industrializados las mujeres con menor educación (educación informal) amamantan más ya que lo hacen por razones culturales», los elementos objetivos apuntan en otra dirección.

En Honduras, a diferencia de otros países, no existen políticas públicas que concilien con la lactancia. Así, las mujeres con educación superior, tienen que insertarse tempranamente al mundo laboral y esto las orilla a abandonar de forma temprana la lactancia materna y sustituirla con lactancia artificial. Las mujeres con menor nivel educativo, están más precarizadas, no suelen estar empleadas en el sector formal y una enorme mayoría de ellas se queda a cargo del cuidado de los hijos y las tareas domésticas. Esto es lo que les permite dar la lactancia, no razones culturales.

Al parecer las mujeres tienen que decidir entre seguir trabajando y alimentar a sus hijos con lactancia artificial, o dejar de trabajar y quedarse en casa dando lactancia materna, pero a costa de una precarización y dependencia económica enorme. En ninguno de los dos casos ni las mujeres ni los bebés ganan, porque en ambos siempre hay una pérdida asociada a la salud y al dinero. En el primero, aunque los ingresos económicos de la familia sean mejores, estos se verán mermados por el gasto que implica citas con médicos, visitas a centros asistenciales, compra de medicamentos, pago de salas-cunas y otros colaterales en los que hay que gastar cuando se aleja a los hijos de la figura maternante de forma temprana. Y en el segundo caso, aunque los niños sean amamantados, la pobreza trae consigo situaciones de estrés y carencias que eventualmente, terminarán impactando en la vida y salud de mujeres y niños.

Entonces, ¿cuál es la salida?, ¿debemos retroceder las mujeres y ceder los espacios por los que tanto lucharon nuestras antecesoras?, ¿debemos renunciar a nuestro crecimiento profesional y a la posibilidad de ser económicamente independientes para poder dar a nuestros hijos el inmenso regalo de la lactancia materna? La respuesta es clara: no. Pasa, que todavía la deuda es grande, y la lucha no ha acabado. La lactancia materna debería ser un tema de salud pública, tal cual ocurre en países como Suecia y Noruega, cuyas licencias de maternidad rondan al año, y sus estadísticas respecto a la lactancia materna son bastante altas. Ellos saben que si invierten en la primera infancia se van a ahorrar miles de millones en el sistema de salud en el futuro. Y no solo eso, toda la sociedad se ve beneficiada por este tipo de medidas por todo lo que implica para un bebé estar con sus cuidadores en el período más frágil de su vida en términos de apego, salud mental, psicológica y física. Para tener adultos sanos, se necesitan infancias sanas. De ahí que, como sociedad, lo que necesitamos son políticas públicas compatibles con el embarazo, la lactancia y los cuidados.

Sobre
Licenciada en Ciencias Naturales con orientación en Física y Química por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán. Magister en Física Teórica por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Ha impartido clases en casi todos los niveles del sistema educativo hondureño: desde el primario hasta el universitario. Es autora de la columna «Memorias de una disidente» en la revista centroamericana (Casi) literal.
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1 comentario en “Hablemos de la lactancia materna como un asunto de salud pública”

  1. Gracias por este articulo Gracias por tematizarlo . Gracias por ser valiente y decir muchas verdades. Desde Dar a Luz Honduras trabajamos desde muchos a~nos para partos humanizados y en prevención de violencia obstetrica en Honduras. Lastimosamente se encurntra mucho la creencia, que la leche materna se vuelve en agua despues de 6 meses. Gracias por este importante tema!!!

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