Víspera electoral: el regreso del «circo»

Cinco millones de hondureños están aptos para votar en las elecciones generales de noviembre, con un terremoto electoral de 15 candidatos a la presidencia. Entre millones de lempiras aprobados para campaña electoral y planes de gobierno sin rumbo, ¿qué puede esperar Honduras de los resultados?

Texto: Laura García

El último domingo de noviembre de este año se desarrollarán las elecciones generales en donde los 14 partidos políticos inscritos en el Consejo Nacional Electoral (CNE), y una única candidatura independiente, buscarán ganar en los distintos niveles de elección popular: alcaldías, diputaciones y la Presidencia de la República. 

El Consejo Nacional Electoral (CNE), que para noviembre tendrá como consejero titular al representante del Partido Nacional, (PN), Kelvin Aguirre, aprobó la digitalización de las actas de las mesas electorales, que deberán ser transmitidas inmediatamente a los partidos políticos, medios de comunicación y centro de cómputo del organismo electoral, para intentar despejar la tardanza registrada en las pasadas elecciones, en donde pasaron días sin que se brindaran resultados definitivos.

En las elecciones primarias del pasado 14 marzo, en donde participaron únicamente los tres principales partidos: Partido Nacional (PN), el Partido Liberal (PL) y Libertad y Refundación (Libre), hubo múltiples denuncias de fraude en las mesas electorales receptoras. Además, los resultados arrojaron que el partido de gobierno, el PN, continúa sosteniendo un importante caudal de votos. También se reafirmó que Libre continúa sosteniendo su caudal electoral, y el PL, tras la llegada de Yani Rosenthal como candidato, quien llega tras cumplir una pena de tres años de prisión en EE.UU. por participar en un esquema de lavado de activos del cártel de Los Cachiros, derrotó a su contrincante Luis Zelaya, quien había sido el candidato liberal en las pasadas elecciones.

En las elecciones primarias e internas, el pleno del CNE estuvo integrado por Ana Paola Hall como presidenta pro témpore, Kelvin Fabricio Aguire como secretario, Rixi Romana Moncada como vocal, Flavio Javier Nájera y Maximino Germán Lobo como suplentes. Según los resultados publicados en el portal web del organismo electoral, Yani Rosenthal alcanzó 339,001 electores (49.97% del total en el partido liberal), Nasry Asfura obtuvo 681,701 votos (79.12%) y Xiomara Castro de Zelaya consiguió 404, 238 marcas (79.08%). 

Según el analista político, Josué Murillo, Nasry “Tito” Asfura del Partido Nacional y Xiomara Castro de Zelaya del Partido Libertad y Refundación (Libre) son los candidatos con más altas probabilidades de quedarse en la silla presidencial. El Partido Nacional, protagonista de los más grandes escándalos de corrupción en el país,  ha estado en el poder consecutivamente desde el 2010. Libre nunca ha llegado a la Presidencia desde su fundación en el 2011 luego de la crisis política provocada por el Golpe de Estado al expresidente José Manuel Zelaya Rosales (2006-2009).

Estas próximas elecciones generales son cruciales para el rumbo del país, pues, según el analista, son la oportunidad del pueblo para empezar la reconstrucción del Estado de Derecho. Para Murillo en Honduras existe una dictadura con Juan Orlando Hernández a la cabeza, pero que ésta puede ser derrotada con el voto consciente y masivo.

«Un circo nos espera», dijo el analista y también abogado, refiriéndose a las campañas políticas cuyo techo de gastos está estipulado en 544 millones 271 mil  lempiras para el nivel presidencial. En las corporaciones municipales, el presupuesto depende de su electorado. 

Los partidos Nacional y Libre tienen una base de militantes leal y el alcance nacional de ambos es muy grande. Murillo prevé que «el voto duro de cada uno de los partidos asistirá a las urnas, y le dará el voto a su candidato de turno». Sin embargo, luego de la cuestionable legitimidad de las elecciones internas, «la mayoría del electorado no tiene partido político, más bien tiene cierta aversión hacia los partidos tradicionales y están buscando alternativas. La juventud que va a votar por primera vez va a asistir masivamente a ejercer el sufragio y tratar de cambiar el destino del país».  

La preocupación constante de la ciudadanía es el impacto real que tendrá en las urnas una oposición tan dividida. «Divide y vencerás es el lema de los poderosos», recuerda Murillo.

Con los candidatos de oposición tratando de impedir, por separado, que Nasry Asfura del PN llegue a la silla presidencial, las posibilidades de victoria disminuyen, «eso le quita los votos a los buenos candidatos, y desafortunadamente por sus egos desmesurados y el síndrome de la prima donna, no pudieron dejar a un lado sus intereses politiqueros mezquinos y unirse en una alianza amplia de la oposición política», indicó Murillo. 

La sombra del fraude electoral

Por otra parte, la sombra del fraude electoral está sobre estas elecciones, según el sociólogo Asís Castellanos «es difícil asegurar que hay garantía de resultados transparentes porque la institucionalidad del CNE es débil». Honduras está «en un momento de multicrisis y de disputa que marcará la consolidación o no del partido de gobierno», dijo y continuó explicando que el CNE está en la obligación de rendir un proceso transparente a pesar de todos los posibles bloqueos por parte de los partidos políticos en la contienda. 

Más allá de quién gana y quién pierde, el rumbo de Honduras depende de los planes de gobierno que cada candidato pretende ejecutar. No obstante, aún cuando los problemas deben tratarse de raíz, los candidatos aún no han podido desarrollar sus planes y presentar propuestas alcanzables en sus posibles 4 años en el poder. Las propuestas de los partidos, de acuerdo a sus páginas web, incluyen desarrollo del agro e industrias del primer sector económico, construcciones de vivienda, medidas de alivio fiscal, infraestructura para prevenir muertes en caso de desastre natural, leyes de migración, vacunación masiva contra el Covid-19, y una lista con similares promesas.

En cuanto al destino del actual mandatario, Juan Orlando Hernández, señalado como co-conspirador en juicios contra narcotraficantes en Estados Unidos, el analista Josué Murillo cree que podría ser el intento de permanecer en el poder, algo que recientemente el candidato a la alcaldía del Distrito Central por el Partido Liberal, José Eduardo Martell Castro, indicó en su cuenta de twitter. Este panorama, es «totalmente factible y es un escenario que pude prever hace meses», sostuvo Murillo. Sin embargo, asegura que aún si fuese el rostro de Nasry Asfura el que llegase a las papeletas, lo que ocurriría es «la continuación del gobierno de Juan Orlando Hernández». 

Murillo explica que para evitar una crisis como la de 2017, los organismos internacionales y las misiones de observación que envían gobiernos como el de Estados Unidos o la Unión Europea deben trabajar de la mano con la sociedad civil para garantizar que las democracias sean respetadas y que los mecanismos electorales correspondientes funcionen con integridad para que la voluntad soberana del pueblo sea protegida y respetada. «No queremos una comunidad internacional intervencionista que manipule a su favor las elecciones de Honduras, para favorecer sobre todo sus intereses en el plano geopolítico», concluyó. 

Una ley electoral que queda en deuda

La Ley Electoral necesitaba cambios puntuales que no fueron contemplados, que de acuerdo con Murillo eran esenciales, por ejemplo «mejorar la participación de las mujeres y asegurar que el mecanismo electoral tuviera las garantías de transparencia para garantizar la plena participación de la ciudadanía en un ambiente de seguridad jurídica, que no existe en este momento». 

El papel del Consejo Nacional Electoral (CNE), fue altamente cuestionado durante las elecciones primarias e internas de marzo. En medio de la manipulación de cámara durante el conteo de votos,  apagones sin motivo y actas presuntamente alteradas en las mismas mesas electorales, la población se mostró incrédula ante los resultados de las urnas. 

Uno de los anhelos manifestados por la población era la contemplación de la segunda vuelta en la recién aprobada Ley Electoral. Sin embargo, una vez más contra la voluntad popular, esta solicitud fue ignorada por los legisladores en el Congreso Nacional (CN). 

Las mesas electorales tendrán 5 representantes, desde presidente, secretario, dos vocales y un escrutador. Tres de los miembros serán pertenecientes a los partidos políticos más fuertes y dos miembros serán de partidos con menos militancia. Esto desató la incertidumbre para los partidos pequeños, nuevos e independientes que estarían en riesgo de no tener representación en todas las mesas electorales, escenario que se presta de nuevo para facilitar un fraude electoral. 

«El fraude no es exclusivo al día de las elecciones, se desarrolla en nodos» comentó el sociólogo Castellanos. «Si revisamos la historia, hay continuidad de ruptura [de la transparencia electoral], es sistemático, lo que demuestra que las estructuras de fraude siguen bien organizadas». Los nodos son las técnicas utilizadas en los meses previos que facilitarían el fraude el día de los comicios, desde tráfico de credenciales hasta inconsistencias en los documentos de identidad del electorado. Aunque este organismo de veeduría electoral está aún consolidándose, pues es el resultado de una reforma estructural del extinto Tribunal Supremo Electoral, «no puede permitirse fallas» , concluyó el sociólogo. 

El Co Director Electoral del CNE, Marlon Ochoa, aseguró que se están preparando internamente para mantener intacta la voluntad del pueblo en las elecciones. Desde el Proyecto Identifícate, y con el proceso de actualización domiciliaria, disponible hasta el 15 de agosto, las autoridades pretenden mitigar el riesgo de inconsistencias. «Para evitar duplicación y falsificación, se está emitiendo el nuevo documento nacional de identificación con control de huella dactilar, se implementaron actas electrónicas, capacitación de las mesas receptoras. Estas disposiciones nos permitirán atacar diversas áreas del fraude para prevenirlo», expresó el representante del CNE. 

Recordando el estallido social provocado por los resultados de las elecciones generales del 2017, «si hay fraude, aunque sea aparente, puede detonar en una conflictividad social muy alta, por eso el CNE tiene una responsabilidad histórica», concluyó Josué Murillo.

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