Por Teddy Baca
Honduras tiene una deuda enorme en materia de derechos humanos de personas LGTBIQ+, y el tema de la salud no es una excepción. Es oportuno hablar sobre los intentos de algunos profesionales e instituciones religiosas de usar y promover lo que han denominado como esfuerzos para corregir la orientación sexual e identidad de género (Ecosig).
Los Ecosig son una serie de procedimientos que intentan convertir a personas gays, lesbianas y bisexuales en heterosexuales y personas transgénero en cisgénero. A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la Clasificación internacional de enfermedades (CIE), publicada en 1990, ya no considera a la homosexualidad como trastorno ni tampoco la transexualidad a partir de 2012, existen entidades religiosas y «clínicas» que siguen promoviendo esta visión que patologiza a las personas sexualmente diversas y cree tener la «cura», ejemplos son la National Association Research and Therapy of Homosexuality (Narth), Focus on The Family, y en latinoamérica el Centro de Restauración de Homosexuales de Perú y centros clandestinos como algunos que operan en Ecuador y México.
En Honduras conozco psicólogos y ministros religiosos que siguen patologizando la homosexualidad y creyendo que esta puede ser modificada. Recuerdo que en una ocasión me contaron que en una universidad de Tegucigalpa, en la carrera de psicología, una profesora se refirió a los homosexuales como «neuróticos», esto me pareció lamentable sobre todo viniendo de una persona que forma a futuros profesionales. Aún con el criterio científico que objeta estas creencias, en ninguna parte de Honduras se dice abiertamente que hay personas que practican los Ecosig, y es difícil de saberlo y demostrar con certeza quienes son.
Hasta la fecha el Colegio Médico y el Colegio de Psicólogos no se han pronunciado contundentemente sobre el tema, al menos no públicamente. Sería un gran logro y de mucho beneficio para la comunidad que estos colegios hicieran comunicados directos y accesibles al público en los que se manifieste que la población LGTBIQ+ no está enferma, no puede, ni requiere cura. Pero que sea posible parece un sueño.
Según el principio 18 de Yogyakarta, sobre la legislación internacional de derechos humanos con relación a la orientación sexual o la identidad de género, «ninguna persona será obligada a someterse a ninguna forma de tratamiento, procedimiento o exámenes médicos o psicológicos, ni a permanecer confinada en un centro médico, en base a su orientación sexual o identidad de género. Con independencia de cualquier clasificación que afirme lo contrario, la orientación sexual y la identidad de género de una persona no son, en sí mismas, condiciones médicas y no deberán ser tratadas, curadas o suprimidas». Sin embargo, líderes religiosos y otras personas conservadoras antiLGTBIQ+ mantienen el discurso de que «hay que permitir a la gente que desea cambiar, hacerlo».
Los métodos tienen una alta tasa de fracaso, Shidlo y Shroeder, investigadores y críticos de los Ecosig, en 2001 y 2002 revisaron casos de personas afectadas en Estados Unidos (EE. UU.), la mayoría de la gente consultada no reportaba cambios, pero sí había una considerable cantidad de usuarios con secuelas psicológicas como depresión y ansiedad. Quienes dijeron que «lograron cambiar» en realidad trataron de encubrir su doble vida donde sí practican sexo homosexual, además hubo casos donde seguían admitiendo sentir atraccion hacia el mismo género.
Por otro lado, Joseph Nicolosi (fundador de la Narth) y Richard Cohen (escritor del polémico libro Comprender y Sanar la Homosexualidad), fuertes defensores de los Ecosig, alteran sus investigaciones al seleccionar muestras manipuladas, a menudo con gente que tiene una fuerte presencia en iglesias y no del público general, varios de los casos de supuesto éxito que mencionan defensores de estas prácticas también se les ha descubierto manteniendo una sexualidad clandestina en bares y saunas.
Robert Spitzer, quien fuese pilar clave en la despatologización de la homosexualidad por la Asociación Americana de Psicología, en 1975, temporalmente había estudiado el aparente éxito de las terapias de conversión en las que se jactaban de «cambiar» la sexualidad de homosexuales, cuando en realidad lo único que hicieron fue reprimir la conducta sexual homosexual de hombres bisexuales, esto mencionado por él mismo poco tiempo después.
Yaaj México (organización de trabajo comunitario juvenil y de incidencia política) y Naciones Unidas critican a los Ecosig por mantener un estigma patologizante hacia las personas LGTBIQ+, además de que su uso en menores resulta una práctica de maltrato y abuso, estas situaciones llevaron a Argentina, a veinte estados de EE. UU., a Brasil y próximamente a Alemania, a prohibirlas. Antiguas organizaciones que practicaban los Ecosig han cerrado y pedido disculpas, como es el caso de Exodus en EE. UU., hace casi ocho años.
¿Qué motiva a los usuarios de los Ecosig?
Los menores de edad no se motivan, son obligados (en la web abundan testimonios y denuncias), esto también ha sido mencionado por Naciones Unidas, por Yaaj México en la Guía Nada que curar, por la Organización Just The Facts, incluso por algunos maestros y padres de familia. Es terrible, pero también es real que organizaciones como la Focus On the Family hace campañas para presionar a los padres de familia a recurrir a estos métodos para «buscar ayuda» en caso de tener hijos LGTBIQ+.
Los adultos que son obligados, casos como en Ecuador, donde clínicas clandestinas supuestamente orientadas al tratamiento de adicciones, retenían personas contra su voluntad, eran torturadas con fármacos que inducen náuseas, con violaciones correctivas, agresiones físicas y verbales.
Los adultos «motivados» a participar suelen tener una visión prejuzgada de la homosexualidad e identidad de género, a menudo por creencias como la religiosa fundamentalista, tal como sugieren Tozer y Hayes, en el reporte Why Do individuals seek conversion therapy?, realizado en el 2004.
Por otro lado, el Informe de Feldman y Mculloch de 1971, dos antiguos terapeutas de la línea conductista, se jacta de haber suprimido la actividad sexual homosexual del 51 % de sus participantes, no solo no hizo un muestreo objetivo, también no realizó seguimiento más alla de un año, cabe destacar también que el hecho de reprimir conductas observables no significa haber cambiado la atracción, dejar de tener sexo no significa dejar de ser gay, lesbiana, bisexual o heterosexual, sus terapias aversivas en las que emplearon elestrochoque son cuestionadas por la ética, estas son muy prejudiciales para el cerebro y su efecto puede causar daños severos permanentes.
Sumando a la lista de personas que apoyan los Ecosig, tenemos a un sector de radicales transexcluyentes que creen que la teoría feminista «cura la disforia» y por tanto la identidad trans, pero la disforia no se trata así, y la identidad trans tampoco es un trastorno o sinónimo de disforia, en la CIE-11 se aclara que la condición relacionada a la salud y disforia, es un tema separado, este discurso daña a personas trans y sin duda al colectivo feminista.
La Asociación Americana de Psicología y la Asociación Americana de Pediatría rechazan los Ecosig, y consideran que los terapeutas que tengan conflictos morales con la diversidad sexual deben referir a las personas LGTBIQ+ que acudan a sus servicios a otros profesionales que sí tengan la capacidad de atenderlos sin prejuicios o ideas patologizantes sobre las mismas.
Las personas LGTBIQ+ que han manifestado sentimientos de culpa y autocondena (que aprendieron de parte de una sociedad discriminatoria como la nuestra) necesitan un servicio de salud de calidad, que les ayude a amarse y lidiar con el estrés, no que les refuerce la idea de que están mal y que necesitan cambiar.
Como reflexión final, creo que el Estado de Honduras tiene el deber de prohibir el uso y promoción de estas prácticas (también el gremio médico y de psicólogos) no solo por ser un fraude dañino, también por perpetuar el odio, que a menudo se gesta en las familias y por tanto vulneran las infancias LGTBQ+ y a todos sus miembros.
Referencias
- (2019) Clínicas de deshomosexualización, el terror impune de Ecuador, 17 de junio del 2021, a las 16:52 hrs.
- Feldman, M. P., & MacCulloch, M. J. (1971) Homosexual behavior, Oxford
- Shidlo, A. y Schroeder, M. (2002). Changing sexual orientation: A consumers’ report. Professional Psychology: Research and Practice, 33, 249-259.
- Manual de Clasificación Internacional de Enfermedades 11ra edición/ Organización Mundial de la Salud.
- Tozer, E. E., & Hayes, J. A. (2004). Why Do individuals seek conversion therapy?: The role of religiosity, internalized homonegativity, and identity development. The Counseling Psychologist, 32(5), 716–740.
- YAAJ México. (2020) NADA QUE CURAR: Guía de referencia para profesionales de la salud mental en el combate a los ECOSIG.
2 comentarios en “Ecosig en Honduras”
Si una persona heterosexual decide aceptar su homosexualidad es bienvenida, motivada y protegida; si una persona homosexual decide aceptar su heterosexualidad no es bienvenida, motivada ni protegida.
¿Es así?
no, se nota que no entendió o no leyó