El producto interno bruto (PIB) de Honduras tuvo una contracción de 9 %, mientras que el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) anunció que al menos medio millón de empleos se perdieron. La recuperación será lenta, advierten economistas.
Texto: Allan Bu
Fotografía: Martín Cálix
Cuando a mediados de marzo de 2021, el Gobierno de Juan Orlando Hernández decretó confinamiento absoluto y limitó las garantías constitucionales, Meches se fue a su casa porque la maquila donde trabaja suspendió labores. Ella ni siquiera esperaba lo que venía: que en agosto sería despedida y que en septiembre —cuando ya no contaba con seguridad social— enfrentaría un diagnóstico de cáncer linfático.
De acuerdo con las cifras ofrecidas por el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), Meches es una del medio millón de personas que durante la pandemia perdieron su empleo en nuestro país.
Honduras, uno de los países más pobres y corruptos de América Latina, rondaba el 59 % de pobreza cuando llegó la pandemia, pero ahora según estimaciones de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y el Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh), la pobreza ha alcanzado hasta el 70 %.
Julio Raudales, economista hondureño, manifestó a Contracorriente que los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), señalan que en el año de pandemia, la pobreza saltó de un 60 % hasta el 75 %. Lo que significa, que 6 de cada 7 de cada 10 hondureños ahora son pobres.
Meches —que ya estaba en la línea de pobreza— al perder su empleo y recibir un diagnóstico de cáncer, ha tenido que recurrir a la caridad de su familia, amigos y excompañeros de trabajo para sobrellevar su enfermedad sin la protección de la seguridad social y en la precariedad de la salud pública.
Trabajó 24 años en la maquila donde la despidieron por hipertensa y asmática: «Ese fue mi único trabajo. Da pesar que sean tan injustos con la gente que les dedica tanto tiempo y toman decisiones tan arbitrarias», mencionó.
Aunque las estimaciones varían, el Cohep consideró que al menos medio millón de hondureños fueron suspendidos o perdieron el empleo por efectos de la pandemia. Es un país donde el empleo ya era muy alto y casi la mitad de su economía es informal.
«El Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), consideró que al menos medio millón de hondureños fueron suspendidos o perdieron el empleo por efectos de la pandemia».
El INE realizó una encuesta telefónica de hogares para medir el empleo en el año 2020 y el trabajo arrojó que desde la llegada del coronavirus, la tasa de desempleo abierto (TSA) se ha incrementado en un 21 %, esto se refiere a las personas que están desempleadas, disponibles para trabajar y buscándolo activamente.
Meches, tuvo un diagnóstico de cáncer un mes después de que fue despedida. Desde entonces no tiene empleo. La crisis de desempleo no solo le afecta a ella, su hija de 24 años intenta conseguir un puesto de trabajo desde hace meses y no ha tenido éxito. Las maquilas, el lugar donde su madre trabajó por más de dos décadas, es donde esta chica de 24 años ha intentado conseguir un empleo, pero no ha encontrado oportunidad.
El 24 de mayo, en San Pedro Sula, se hizo viral la historia de una mujer que apareció en una de las calles con una cartulina en la que decía: «Soy arquitecta y busco trabajo». Bajo un inclemente sol y cuidando a su pequeño hijo, la joven dama esperaba conseguir un empleo en un país con escasas oportunidades. Ella no ha sido la única persona que ha recurrido a las redes para pedir una oportunidad en el mercado laboral.
Durante los primeros meses del confinamiento, las calles de las principales ciudades de Honduras se llenaron de personas pidiendo ayuda económica para suplir las necesidades más básicas. A medida que se ablandaron las medidas de la cuarentena, la cantidad de personas mermó, pero todavía se encuentran algunas que piden caridad.
La desesperanza en la que ha caído gran parte de la población hondureña se vio reflejada cuando en enero de 2021 —en plena pandemia—,más de 7000 hondureños se reunieron para salir a buscar el sueño americano en una multitudinaria caravana. Y el éxodo no ha parado, sin importar los peligros a los que se exponen decenas de compatriotas salen del país en clandestinidad.
Los daños a la economía
La pandemia generó un retroceso de casi el 9 % del producto interno bruto (PIB), esto provocó la pérdida de empleos y que la pobreza aumentara, pero hay otros índices que se recrudecieron y apenas son perceptibles.
Hablamos con el catedrático universitario y economista, Efraín Díaz Arrivillaga, quien ha analizado dos elementos fundamentales como efecto de la pandemia. El primero, según el analista, es que se han profundizado las desigualdades que ya estaban presentes desde el punto de vista de ingreso y acceso.
Díaz Arrivillaga dijo que en Honduras, al tener una economía tan débil, el período de recuperación será bastante lento y no cree que ni en el presente año ni el siguiente se pueda recuperar de manera dinámica la economía hondureña, puesto que una serie de empresas han cerrado y hay un alto porcentaje de desempleo. Mencionó que otra de las trabas que tiene la economía hondureña en este momento es el lento camino que tiene la vacunación en el país: «Eso también será una limitante para el crecimiento de la economía», sostuvo Arrivilllaga.
Honduras es uno de los países con peor promedio de vacunación en Centroamérica, esto pese a que los voceros del Gobierno hablan como si tuviésemos millones de vacunas disponibles. En el área, el ritmo de vacunación marcha así: Costa Rica 20 %, El Salvador 18 %, Belice 17 %, Panamá 16 %, Honduras 3.73 % (le faltarían 151 semanas para vacunar a toda su población), Guatemala 2.71 % y Nicaragua 2.53 %.
Hasta el 15 de junio y de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, Honduras ha aplicado 513,083 dosis de vacunas, solo 57,774 personas han completado su esquema de inmunización con los dos pinchazos. Para este mes el Gobierno esperaba recibir 538,640 dosis de vacunas, pero ya transcurrió un tercio del mismo y no han llegado.
Arrivillaga también recordó que otra de las cargas que Honduras debe llevar a cuestas es el endeudamiento creciente del país, pues «a raíz de la caída de los ingresos fiscales y el mal manejo de los fondos públicos, han recurrido al endeudamiento, que en las últimas cifras puede llegar a ser igual al 50 % o 60 % del PIB», dijo.
Es que con el confinamiento, llegó la caída de ingresos, pero el Gobierno necesitaba fondos para hacer frente a la pandemia, entonces el Congreso Nacional autorizó a la Secretaría de Finanzas para contraer una deuda de 2500 millones de dólares entre el año 2020 y el 2021, esto mediante el decreto Nro. 033-2020, aunque no emitió ningún tipo de control que garantice la transparencia en el uso de los fondos.
De acuerdo con cifras oficiales del Banco Central de Honduras, la deuda externa de Honduras alcanzó los 10,716 millones de dólares (257,000 millones de lempiras) entre enero y febrero de 2021, lo que supone un alza de 12.6 % respecto al mismo período de 2020. Desde comienzos del año anterior a febrero de 2021, la deuda externa del país aumentó en 1198 millones de dólares.
Pese a este crecimiento de la deuda, Honduras sigue peleando en precariedad contra la pandemia. El Gobierno de Hernández propuso comprar siete hospitales móviles para aumentar la capacidad hospitalaria y hacer frente a la pandemia. Las clínicas móviles fueron compradas por 47 millones de dólares. En poco más de un año, solo dos funcionan, uno en San Pedro Sula y otro en Tegucigalpa, pero ninguno es adecuado para tratar la grave enfermedad de COVID-19. El pueblo hondureño fue estafado.
Además, el país todavía no recibe vacunas compradas por el Gobierno. Los lotes recibidos forman parte de la compra realizada por el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y donaciones realizadas por el mecanismo Covax y países cooperantes. Honduras se endeudó más, pero no tiene vacunas.
Entre el comienzo de la pandemia en febrero de 2020 y junio de 2021, y de acuerdo con datos oficiales en el portal de la Secretaría de Finanzas, el Gobierno de Juan Orlando Hernández ha invertido un poco más 11,000 millones de lempiras (458 millones de dólares) en la contención de la COVID-19. Las principales áreas de gastos el año anterior fueron la compra de alimentos (bolsa solidaria) y la adquisición de equipo e insumos médicos.
Gran parte de los fondos invertidos provienen del endeudamiento. En 2020, el porcentaje del dinero gastado en la contención de la pandemia que provenía del crédito externo e interno alcanzó hasta el 59 %. Para 2021, esta fracción de endeudamiento ha bajado, pero llega casi al 50 % de lo gastado.
«La deuda externa de Honduras alcanzó en el 2020 los 10,716 millones de dólares en el año 2020».
Díaz arrivillaga también indicó que la economía hondureña pelea con una baja productividad sectorial, ya que los diferentes rubros tienen una muy baja productividad por persona ocupada entonces eso redunda en ingresos bajos. «Eso se debe a la fuerte concentración que hay en el sector de servicios, el 57 % del PIB proviene del sector terciario o sea servicios», explicó el economista.
Para el expresidente del Colegio Hondureño de Economistas (CHE), Julio Raudales, el mayor daño se dio el año pasado cuando el comercio se paró por unos cinco meses de forma total: «Esto generó bastantes problemas de empleo e ingresos para las personas, sobre todo para quienes están en la economía informal, que vieron sus ingresos reducidos de forma abrupta», comenzó diciendo el también catedrático universitario.
Raudales apuntó que esto provocó mayor pobreza y una contracción del 9 % en el PIB. «Ha sido bastante difícil recuperarse», sostuvo, para después mencionar que los efectos de la pandemia hay que sumarlos a la devastación provocada por los huracanes Eta y Iota, que azotaron a Honduras en noviembre de 2020.
Para esas fechas —de acuerdo con cifras oficiales— los meteoros dejaron 91 muertos, (aunque las Fuerzas Armadas reportaron que 125 cadáveres habían sido rescatados de las aguas después de las tormentas) y 2,941,000 de afectados en todo el país.
El Fosdeh estimó, tras el paso de las tormentas, que los daños al país rondaban los 250,000 millones de lempiras. Entre los daños se registraron 37 puentes colapsados y 57 quedaron dañados. Se contaron 171 tramos afectados en todo el país. En cuanto a las viviendas, un informe realizado por las Naciones Unidas mencionaba que 1200 viviendas fueron dañadas tras el paso de las tormentas. Además, se echaron a perder: 5500 manzanas de arroz, 6842 de banano, 1620 de plátano, 12,415 de maíz y 21,238 de frijol, de acuerdo con estimaciones de la Secretaría de Agricultura.
Raudales agrega otro factor que se ha conjugado con los efectos de la pandemia y los daños de tormenta: «Más de la mitad de la población trabaja en el mercado informal, esto fue lo que más afectó, es decir, entre más informal es una economía es más difícil ser resiliente a situaciones como las que vivimos el año pasado», apuntó.
La percepción de Raudales es contraria a la del Gobierno de Juan Orlando Hernández y sus aliados, que desde su gestión han vendido el emprendedurismo como una solución al desempleo en el país.
De hecho, hay un programa de crédito solidario para emprendedores. En el portal web de presidencia hay una leyenda que describe este programa: «Una iniciativa que fomenta la economía socialmente inclusiva mediante un programa al servicio de los emprendedores».
Para este año, esta promocionada iniciativa pretende llegar a unos 70,000 emprendedores con alrededor de 1800 millones de lempiras (75 millones de dólares), esto como parte de la reactivación económica.
En abril de 2021, Casa de Gobierno realizó el lanzamiento del programa Empleo y Emprendimiento Juvenil, financiado por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). La iniciativa forma parte de la estrategia para la preparación ante la COVID-19 y la reactivación económica que impulsa el BCIE. El Gobierno dice que el propósito es para financiar proyectos que permitan a los jóvenes hondureños desarrollar competencias laborales básicas y de emprendimiento.
El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES), realizó un estudio en diciembre de 2020, en el que determinó que un 33 % de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (Mipymes) habían cerrado operaciones como resultado del confinamiento por la pandemia. Este sector genera hasta el 70 % de los empleos en el país.
El economista Julio Raudales señaló que en el confinamiento más férreo —entre marzo y junio— los negocios pequeños fueron los que más sufrieron: «El cierre hizo que muchas empresas perecieran y muchos de sus propietarios se fueran al mercado informal».
En aras de apoyar a la pequeña empresa dice que se puede presentar opciones de financiamiento, pero no de la forma como lo hace el Gobierno: «Se puede liberar crédito. No se trata de obligar a los bancos, ellos tienen sus políticas porque no trabajan con su dinero, sino dinero ajeno, no se trata de obligarlos o estar haciendo campañas de decir “hay préstamos” . Hay que generar condiciones para que los préstamos se hagan de manera segura», explicó.
En un estudio realizado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT), en 2013, en Honduras había 1,448,618 personas ocupadas en un empleo informal, que representaban el 64 % de población ocupada. En cambio, en ese mismo año, 596,658 personas tenían un empleo formal.
Para Raudales en esa condición de la economía hondureña se explica el incremento fuerte que se dio en el nivel de pobreza y pobreza extrema en el país: «Según el INE, pasó de 60 % a 75 %, es decir que aumentó 15 puntos la pobreza, por otro lado, la pobreza extrema pasó de 38 % a 55 %, casi 20 puntos».
La gestión de los daños
La pandemia es un fenómeno mundial. Las economías cayeron y el efecto en la población más pobre —desde la perspectiva de Raudales— depende de qué tan desarrollados están los mecanismos de protección social: «Evidentemente en Honduras este elemento perjudicó más bien porque el país carece de un buen esquema de seguridad social, los hospitales públicos no están listos», sostiene, y añade que, «no hay un mecanismo de protección para el trabajo y tampoco había una forma de lograr que en las escuelas la cuestión de la educación no se viera tan afectada, entonces esta falta de preparación que ya es endémica, es una situación estructural en Honduras. Esto afectó más que en otros países».
Para el doctor Díaz Arrivillaga, la pandemia ha dejado evidenciada la falta de horizonte que tiene la administración Hernández: «Para mí el mayor problema de esto ha sido la falta de dirección. No siento que haya una estrategia de desarrollo del país y tampoco un sistema de planificación estratégica, con prioridades y que en función de esas, se haga la asignación de recursos», explicó.
«Para mí el mayor problema de esto ha sido la falta de dirección. No siento que haya una estrategia de desarrollo del país». Efraín Díaz Arrivillaga, economista.
Arrivillaga, excandidato presidencial por la Democracia Cristiana, hace una comparación de la gestión de la pandemia desde la Secretaría de Salud con las medidas tomadas por el gabinete económico para combatir los efectos de esta: «Como sucedió con la pandemia, que no había quién manejara el sistema sanitario, de la misma manera usted encuentra un equipo económico sumamente débil».
Sostuvo que los países que han tenido un éxito económico han realizado una alianza con el sector privado, pero con una visión de desarrollo. En este caso, a su juicio el Gobierno hondureño se ha convertido en un recaudador de impuestos, pero no en un ente que fomente el desarrollo y crecimiento de la economía: «No hay política fiscal orientada al desarrollo, sin esto es muy difícil que usted pueda obtener resultados satisfactorios en términos de empleo, crecimiento e inversión», dijo.
Díaz Arrivillaga analizó que la severa caída del PIB —que fue de casi un 9%— ni siquiera es comparable con la recesión de 2007, no ha tenido los efectos esperados gracias a las entradas de capital externo, especialmente las remesas: «Usted está casi hablando del 22 % del PIB, que es bastante. El panorama es difícil, hay que hacer esfuerzos para recuperar mercados, diversificar productos y lograr ubicarnos en las cadenas productivas de forma más competitiva», afirmó el economista.
Mencionó que el mayor error del Gobierno es no haber invertido en la población: «Usted ve la precariedad del sector salud, el enorme retraso que hay en el sector educativo, eso es sumamente preocupante. Todos los países que han tenido éxito, llámese Singapur, Chile o Uruguay es porque han invertido en su gente», sostuvo.
Un dato que va en sintonía con lo dicho por el doctor Díaz Arrivillaga, es la precariedad de la educación en Honduras. De acuerdo con datos proporcionados por la Secretaría de Educación a Contracorriente, 20,398 alumnos y alumnas de primaria abandonaron la escuela en 2020. En educación media fueron 7746 los que no continuaron con sus estudios. Esto sin mencionar las condiciones en las que reciben sus clases los que continúan estudiando.
¿Y las medidas?
Con este panorama de retroceso en el PIB, y aumento en el desempleo, Honduras necesita tomar medidas para recuperar el ritmo de crecimiento de la pandemia, que ya era lento.
Para Julio Raudales lo primero que se debe hacer es tomar medidas que liberen recursos desde el fisco: «Esto implica hacer una reforma estructural en la parte fiscal, pero sobre todo en los mecanismos de gastos. Esto requiere de muchos acuerdos políticos porque no será fácil, no se trata de decir vamos a recortar el 20 % de los gastos, sino más bien tomar ciertas decisiones difíciles, por ejemplo: las transferencias, el pago del servicio de la deuda y algunos otros elementos que permitan liberar recursos para lograr más estabilidad en los mecanismos de protección social».
Expertos, como Díaz Arrivillaga, coinciden que para lograr el despegue de la economía se necesita al menos una década en el escenario más optimista: «Si logramos un crecimiento del 4 % al 6 % —que sería lo ideal— el país puede despegar en una década», dijo, pero agregó que desde una perspectiva más pesimista esto podría tardar hasta 20 años.
No obstante, la economía necesita de elementos que creen un ambiente de inversión adecuado. El doctor Díaz Arrivillaga señaló: «Que se genere una institucionalidad, usted tiene que recuperar eso, que haya confianza y seguridad jurídica y que los gobiernos no sean corruptos. Las instituciones son fundamentales para el desarrollo de un país».
Las medidas de alivio promovidas por el Gobierno fueron mínimas, entre ellas la prórroga del pago del ISV, pagos al Régimen de Aportaciones Privadas (RAP) y el aporte individual al IHSS. Además, el Gobierno autorizó la postergación temporal (dos a tres meses) de los pagos a préstamos bancarios.
En abril de 2020, y bajo la premisa de conservar empleos, el Gobierno autorizó a la empresa privada suspensiones de contratos laborales y, además, permitió a los patronos «negociar» con sus trabajadores para que se tomaran vacaciones y días feriados los días de cuarentena.
En el portal de la Secretaría de Finanzas se refleja que el Gobierno ha destinado 240 millones de lempiras para el apoyo de las Mipymes, que generan hasta el 70 % de los empleos en el país. Estos fondos no han impedido que cierren más del 30 % de pequeños negocios.
«La caída en el PIB fue del 9 % eso nos deja con una producción inferior a la que teníamos en el año 2018 y el crecimiento que se espera para este año nos va a dejar por debajo del que teníamos en 2019, entonces aunque se logre las expectativas del BCH», sostuvo Julio Raudales.
Con un descenso en el PIB de casi un 9 % y un desempleo galopante, la economía hondureña necesita medidas urgentes para menguar los estragos que ha dejado un año de pandemia. La administración de Juan Orlando Hernández todavía no las ha tomado y en noviembre de 2021 se elegirá a un nuevo presidente. Sin reformas electorales profundas, puede avecinarse una crisis y otro golpe a la endeble economía hondureña.