Por Iveth Vega
Giro tres veces antes de tomar asiento, veo el auditorio y acabo sentándome en las gradas del escenario. El entrevistador me imita e inicia la entrevista. Mientras me interroga, su voz se va volviendo difusa. La realidad me llama. —Permítame. Voy a apagar el despertador que no me deja escuchar con claridad —le digo—.
Despierto rápidamente, apago el despertador y regreso al sueño con las respuestas en mente. Al volver, el entrevistador y el público se han marchado. Salgo del lugar con las manos en los bolsillos. Empiezo a caminar hasta que mis pies se adentran en un camino de tierra desconocido. Recojo del suelo un pájaro muerto y continúo avanzando. Mis palpitaciones han ido en aumento, resonando en mis oídos.
Giro un número impar de veces. En el último giro, veo a dos hombres caminando hacia mí. No los conozco, pero siento el impulso de correr. Uno de ellos me mira con desprecio, sin dudar un segundo más, corro. El hombre corre tras de mí. Su compañero lo coge del brazo.
— ¿Por qué la persigues?
—¡Esa maldita me inventó y ni siquiera soy real! —responde—.
Corro sin parar hasta llegar a un granero. Debo despertar —pienso—. Toco una puerta roja hecha de tablones viejos. ¡Ábranse, ojos heterócromos!
1 comentario en “La frontera del sueño”
Fascinante.
Me ha encantado. La felicito.