El pasado 25 de septiembre de 2019, los gobiernos de Estados Unidos y Honduras firmaron el Acuerdo de cooperación en materia de asilo, en el que el Estado de Honduras se comprometió a atajar los flujos migratorios de solicitantes de asilo con rumbo a la frontera o en la frontera sur de Estados Unidos. En consecuencia EUA se comprometía a fortalecer las capacidades de recepción, asistencia e integración de la población refugiada en el país. Este acuerdo sumado a la firma de tres tratados equivalentes con los gobiernos de Guatemala, México y El Salvador dibujaron en el triángulo norte de Centroamérica y los Estados del sur de México un muro de contención migratoria.
En un reportaje realizado por el Democracy Now, Noam Chomsky desarrolló una exposición sobre los procesos de intervención norteamericana en Centroamérica, particularmente en Honduras, al margen del contexto de conformación y salida de las caravanas migrantes de 2018:
En este momento, la mayor cantidad de migrantes proviene de Honduras. ¿Por qué Honduras? Siempre fue un país terriblemente oprimido. Pero en 2009 Honduras tenía un presidente moderadamente reformista. La poderosa y rica élite hondureña no podía tolerar eso. Se produjo un golpe de Estado militar. Esto fue duramente condenado en todo el hemisferio, con una notable excepción: Estados Unidos. El Gobierno de Obama se negó a llamarlo un golpe militar, porque si lo hubieran hecho, habrían sido obligados por ley a retirarle los fondos militares al régimen, el cual estaba imponiendo un brutal clima de terror. Honduras se convirtió en la capital mundial del asesinato. Entonces se llevaron a cabo unas elecciones fraudulentas, bajo el control de la junta militar, algo que también fue condenado severamente en todo el hemisferio, y en la mayor parte del mundo, excepto en Estados Unidos. El Gobierno de Obama elogió a Honduras por llevar a cabo unas elecciones que impulsaban al país hacia la democracia. Hoy en día la gente huye de la miseria y los horrores, de los cuales somos absolutamente responsables (Noam Chomsky, 2018).
Durante los conflictos armados, que se desarrollaron en Centroamérica desde 1970 hasta la firma de los acuerdos de paz en 1987, Honduras fue territorio de tránsito y llegada de personas que huían de la violencia en los países vecinos, a causa de las devastaciones que provocaban los enfrentamientos entre los cuerpos de seguridad y las guerrillas, el reclutamiento forzado, desapariciones, corrupción, impunidad y el empobrecimiento histórico de sus economías.
El territorio hondureño, sirvió de refugio a más de siete mil quinientas personas de nacionalidad salvadoreña, que se ubicaron en siete campamentos en territorios fronterizos, bajo las coordinaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y bajo un clima de asedio permanente de parte del ejército hondureño y salvadoreño, ya que muchos de los desplazados eran considerados simpatizantes de la guerrilla. Los campamentos instalados en La Virtud en el departamento de Lempira y Mesa Grande en el departamento de Ocotepeque, desde 1981 a 1987 fueron una radiografía con la que se pudo observar a detalle las consecuencias de la guerra.
El trabajo de documentación fotográfica realizado por Giovanni Palazzo, nos regala un relato visual de este momento y de las coordinaciones que se llevaron a cabo durante esos años. El registro de seis mil fotografías forma parte de la colección del Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI).
Desde la década de los ochenta, Honduras se convirtió en un refugio para las personas que huyeron de las guerras en sus países de origen, sin embargo y sin advertir ninguna contradicción, el territorio hondureño también se había convertido en terreno para la instalación de bases de vigilancia y entrenamiento para los agentes que estimularon y promovieron las guerras imperiales en Centroamérica. Fronteras adentro, la realidad hondureña no era tan lejana a la de los países vecinos. La corrupción, las desapariciones forzadas, la represión y el empobrecimiento histórico eran también el pan nuestro de cada día.
En este tiempo, Honduras no desarrolló conflictos armados que hayan sido declarados o publicados de manera abierta, sin embargo, el índice de personas que fueron víctimas de la represión del Estado y de las campañas anticomunistas era el de una guerra en primavera, esto sin mencionar el rosario de personas asesinadas y desaparecidas durante los golpes de Estado de principio de siglo, el Cariato y los gobiernos militares. La historia de Honduras ha sido fuertemente marcada por la corrupción, la impunidad y la intervención de Estados Unidos. La historia de Honduras es la de una moneda en el aire que no ha dejado de girar, ni de caer.
Los hermanos Vaccaro, comerciantes de frutas en Nueva Orleans a principios del siglo XX, toman a bien instalarse en las tierras cedidas por el Estado de Honduras en la costa norte del país a cambio de la instalación de diversos tramos de líneas de riel para el ahora extinto Ferrocarril Nacional De Honduras, que pretendía unir por tierra el Golfo de Fonseca con las costas del mar caribe. El primer contrato para la construcción de canal seco se firmó en 1853 por José Trinidad Cabañas, el proyecto se financiaría con fondos de la banca inglesa mediante la solicitud de un préstamo, el cual fue aprobado, despilfarrado y drenado. Para la década de 1990, el ferrocarril nacional carecía de estructura y operatividad, oportunidad que los hermanos Vaccaro aprovecharon para negociar el valle más fértil (probablemente) de la región centroamericana, a cambio de la promesa de la instalación de los rieles que habrían de concretar el sueño de Cabañas. La realidad fue otra, lo que se obtuvo fue la colocación únicamente de los rieles sobre los que correrían los vagones de las compañías bananeras que sacaban los cargamentos de oro verde y transportaban miserables a los campos bananeros.
El Estado hondureño, ha ocultado un éxodo interno desde la reforma liberal. Las familias hondureñas han sido víctimas históricas, ya que han tenido que despedir a sus seres queridos que se han visto obligados a abandonar sus comunidades en busca de los pequeños focos democráticos, industriales, y culturales del país o de otros países, con la intención de acceder a un trabajo, a educación, salud y vivienda, esos derechos humanos que se han convertido con el paso del tiempo en servicios.
Con la llegada de la Standard Fruit Company, la United Fruit Company y la Cuyamel Fruit Company, también llegaron contingentes de trabajadoras y trabajadores de todo el país al Valle de Sula. El banano se convirtió en el principal producto de exportación del país, detrás del café, de la madera y los minerales preciosos. Estas empresas de capital estadounidense, en su mayoría, recibieron desde su llegada abundantes beneficios fiscales y territoriales por parte del gobierno de Honduras, sin importar si este era de corte militar, conservador o liberal. Parecía que en las esferas del gobierno hondureño existía de manera permanente un consenso sobre todos los consensos: el de mantener una economía de enclave, en la mayoría de los casos en función de los intereses económicos y de seguridad nacional del policía del mundo, ejemplo de esto fue la declaración de guerra que Honduras como país aliado lanzó contra Alemania, Japón e Italia después del ataque a Pearl Harbor en 1941 y la firma de los Tratados de Libre Comercio en la década de 1990.
Así el capital extranjero, las intervenciones, el desplazamiento forzado, las dictaduras, los gobiernos militares y los golpes de Estado definieron la política interna e internacional hondureña durante el siglo XX. En 1982 Honduras volvió a la «vida democrática», poniendo fin a una época de gobiernos militares con un proceso constituyente y una convocatoria a elecciones, está demás mencionar que estos procesos fueron acompañados y legitimados por los Estados Unidos.
Ronald Reagan, mantuvo estrechas relaciones y coordinaciones con los presidentes Roberto Suazo Córdoba, José Simón Azcona y sus mandos militares, con el objetivo de frenar la amenaza comunista y los flujos migratorios de centroamericanos hacia Norteamérica. Honduras se convirtió en la punta de lanza de la magna estrategia imperial estadounidense en Centroamérica.
Uno de los temores que más atormentó el sueño del malogrado actor de cine y presidente de Estados Unidos, era el hecho de que los flujos de migrantes irregulares de salvadoreños y guatemaltecos habían demostrado ya para ese momento, que era posible llegar a pie a la frontera sur de Estados Unidos, con una mochila al hombro desde Centroamérica, recurso que según Reagan, los comunistas bien podrían utilizar en su avance militar en el continente. Esto, verdad o invento, debía detenerse ya fuera por la vía de las relaciones diplomáticas o por la vía de la intervención y el asesoramiento militar para no dejar cabos sueltos, la Casa Blanca ejecutó ambas estrategias.
Los Estados Unidos, continuó avanzando en una guerra fría por la hegemonía mundial y su supervivencia, de este modo la desgastada guerra contra el comunismo, la guerra contra el terrorismo y la guerra contra las drogas, son solamente diferentes capítulos de una misma historia. Bajo la administración Reagan se desangró Centroamérica, con Bush, Medio Oriente corrió la misma suerte.
Sin lugar a dudas, las fuerzas desatadas por Reagan, en territorio centroamericano produjeron heridas y consecuencias que hasta hoy siguen sin resolverse. Economías y democracias dependientes de la política exterior y de las aprobaciones de Estados Unidos son realidades que deben ser estudiadas constantemente por las ciudadanías, ya que en este ejercicio podríamos dirigirnos a las causas estructurales del desplazamiento forzado en Centroamérica.
En la actualidad, no son desconocidas las posturas racistas del inquilino de la Casa Blanca. Durante su periodo de gobierno la retórica supremacista ha sido transversal en sus apariciones. El 31 de octubre de 2018, Donald Trump escribió en su cuenta de Twitter: «Nuestro ejército está siendo movilizado en la frontera sur. Muchas más tropas están yendo. No permitiremos que estas caravanas, que también están formadas por algunos matones y pandilleros muy malos, ingresen a Estados Unidos. Nuestra frontera es sagrada, deben ingresar legalmente. ¡DEN VUELTA!».
El gobierno de Donald Trump, como el Gobierno de Juan Orlando Hernández, se encuentran a la vuelta de procesos electorales. Ambas administraciones involucradas y señaladas en diversos escándalos de corrupción, y en el caso hondureño, mencionado en juicios contra narcotraficantes, en la Corte Sur de Nueva York.
El proyecto de Trump, de construir un muro antimigrantes en la frontera sur de Estados Unidos, se vio desacelerado por los múltiples escándalos de abuso de poder en los que se encontró involucrado, las protestas antirracistas, sumado a los contrapesos en los ejercicios de poder con el Senado para la aprobación de presupuesto para el muro. Sin embargo, una cosa son las diferencias internas en las estructuras de gobierno y otra la agenda del Departamento de Estado. La Casa Blanca, buscó la forma de imaginar un segundo muro de contención para solicitantes de refugio, muy a tono con la negativa a formar parte de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. Lejos de aceptar las responsabilidades históricas en el desmoronamiento de las sociedades centroamericanas, Estados Unidos en una negociación forzada hizo responsables de la contención de los flujos migratorios a las víctimas de sus vejámenes.
Más allá del relato de una historia de cooperación, de sus alcances y retos, o del ejercicio académico de establecer una tesis política que explique la realidad que hoy atravesamos en materia de relaciones internacionales y migraciones, es necesario seguir trabajando de cara a las tareas de fortalecer nuestros mecanismos de recepción, de protección y asistencia; una tarea en la cual las ciudadanías deben estar involucradas a nivel comunitario y posiciones estratégicas.
Los flujos migratorios comienzan nuevamente a retomar sus rutas en un contexto de pandemia que se diluye, esto nos enfrenta a la tarea de buscar estrategias para garantizar un tránsito y un refugio digno en un país donde ríos de gente huyen buscando «una vida mejor».
1 comentario en “De los campos de refugiados a los acuerdos de cooperación”
Demasiado bueno ??