Texto y fotografía: Absalon Pavón
«En la costa se vive bien», así repite doña Fide, algo que en 1969 escuchó. Así decían después de la guerra entre Honduras y El Salvador, en Magdales, Intibucá, su lugar de origen, sus vecinos, cuentan que en la costa se vivía bien.
En comparación a la difícil situación económica que pasaba su comunidad después de la guerra cuando el salario diario de un hombre campesino era de 50 centavos al día, situación que la llevó a decidirse a migrar hacia la costa norte de Honduras, específicamente a Tocoa, Colón con la esperanza de vivir bien y plantar buena milpa.
Sin embargo, esas riquezas naturales de la costa norte hondureña no sólo han llamado la atención y el interés de personas como Doña Fide, sino también de empresas dedicadas a la minería como «Los Pinares», antes conocida como Emco Mining Company, empresa de explotación minera que hoy amenaza con la contaminación y destrucción del río Guapinol y el río San Pedro, principales fuentes de agua de trece comunidades en la zona.
Desde abril, los vecinos de la comunidad de Guapinol han estado recibiendo agua lodosa en sus casas, producto de los trabajos iniciados por la minera, a lo que sus encargados han llamado «un pequeño error».
Por más de 60 días los pobladores de la comunidad de Guapinol se han instalado en un campamento improvisado con el fin de detener la actividad de la minera y exigir la cancelación de la licencia de operaciones que el gobierno ha otorgado a este proyecto sin importar que éste se desarrolle en la zona núcleo del parque nacional Carlos Escaleras Mejía.
Según la junta de agua de la comunidad, el río Guapinol tardará entre 2 y 3 años para poder limpiar la suciedad provocada por la actividad minera.
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Según Esly Banegas de la Coordinadora de Organizaciones Populares del Aguan (Copa), el Valle del Aguán es una zona caracterizada por los permanentes conflictos, por la lucha en defensa del medio ambiente y por la constante militarización de la región que a partir del golpe de Estado de 2009 se ha vuelto permanente en la zona, incrementando las violaciones a los derechos humanos.
Sin embargo, también es una zona muy organizada donde COPA mantiene una relación constante con organizaciones como La Comisión de Acción Social Menonita (CASM), que a través de ACT Alianza pueden brindar ayuda humanitaria a los defensores del medio ambiente y derechos humanos.
Para Esly Banegas ésta es una lucha de dignidad, que busca mostrarle al mundo que en Honduras hay concesiones mineras en la zona protegida del parque nacional Carlos Escaleras Mejía, nombre dado por una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y que hoy se se encuentra bajo amenaza por el avance de los proyectos extractivistas.
Reinaldo Domínguez, presidente de la junta de agua, está consciente de que el desarrollo que les prometen las mineras es un desarrollo ficticio, un desarrollo que no existe, ya que ellos le solicitan a la compañía minera que les muestre las pruebas de las comunidades de Honduras que se han desarrollado gracias a la minería a cielo abierto, cuando al contrario lo que hace la minería es amenazar las fuentes de agua. Por esta razón, la comunidad no lucha por tierras, ni por oro; la comunidad lucha por el derecho al agua, por la vida del bosque y de los animales.
José Oquelí Mejía, miembro del sindicato de trabajadores del Instituto Nacional Agrario, cuenta que en este momento se encuentran amenazadas las zonas productivas del país, que existe toda una estrategia de parte del poder económico hondureño y extranjero para desplazar a las comunidades de las zonas altamente productivas con el fin de llevar a cabo operaciones de compra y venta del territorio en puntos específicos: la Moskitia, el departamento de Colón, toda la zona costera del litoral atlántico y la zona sur.
Todo este movimiento estratégico está planteado para desplazar o desaparecer a las comunidades de las zonas altamente productivas. Es llevado a cabo bajo la estrategia de zonas de desarrollo industrial, turismo o minería.
Hasta la fecha se ha ordenado la captura de 21 personas pertenecientes a diferentes organizaciones que lideran la lucha en la comunidad de Guapinol.
La comunidad de Guapinol resiste ante la explotación minera. Resiste gracias a personas como Doña Fide, que cada día va al campamento para hacer tortillas y frijoles para que sus vecinos y compañeros no pasen hambre en el campamento. Campamento ocupado por personas de la tercera edad, por mujeres y niños que hoy parecen representar una amenaza para los intereses económicos.