Texto: Jennifer Avila
Fotos: Martín Cálix
Alrededor de 27 mil unidades entre taxis y buses urbanos e interurbanos realizaron un paro en varias ciudades del país para exigir al gobierno de Juan Orlando Hernández modificar la fórmula que se aplica para establecer precios de las tarifas, modificar la ley de transporte para evitar instrusos en el rubro y rebajar 23 Lempiras al galón de combustible. Esta protesta responde a la acumulación de conflictos que viene viviendo el sector transporte en los últimos años, uno de los sectores más golpeados por los altos precios de los carburantes pero también por el crimen organizado, al estar sometidos a la extorsión.
Al finalizar el día de paro, en la mesa de diálogo no hubo acuerdos, por lo que mañana se ha convocado a paralizar, de nuevo, indefinidamente el país hasta que se cumplan las demandas, sobre todo la rebaja de los combustibles.
En Tegucigalpa y Danlí hubo sitios donde la policía intervino con gases lacrimógenos tras protestas que se tornaron más conflictivas, en Tegucigalpa un grupo de personas incendió un vehículo de Hondutel. Rony Figueroa, de la Asociación de Taxistas de Honduras, cree que pudo haber sido una estrategia del gobierno infiltrar personas a la protesta para culpabilizar a los transportistas del caos, esto como medida de presión mientras un diálogo dirigido por Carlos Madero, ministro de Trabajo, se llevaba a cabo a puertas cerradas.
Desde 2009 el sector transporte entró en la lista de oficios de riesgo en Honduras y se registraron cada año un promedio de 150 a 200 taxistas asesinados en hechos relacionados con la extorsión. Los problemas de los transportistas en Honduras están en la línea gris entre la economía de supervivencia y la violencia impune.
Tras la crisis post electoral, el paro de los transportistas se presenta como el punto más alto de protesta que el gobierno de Hernández ha enfrentado en los últimos meses. La receta sigue siendo la misma: no ceder ante las demandas populares.