Honduras bajo sitio

La acumulación de 8 años se plasma hoy en las calles del norte, occidente y centro de  Honduras. En 2009 hubo un golpe de Estado y hoy ya la lucha pasó de la defensa del voto a una revancha en contra del gobierno de Juan Orlando Hernández quien podría ser nombrado como presidente reelecto en Honduras tras las elecciones del 26 de noviembre. Quemar los peajes, sitiar las colonias en la capital, cerrar las carreteras en los corredores más importantes del país, quemar alcaldías e iglesias y causar disturbios confusos en medio de la oscuridad parece ser un intento popular de quebrar a este gobierno de manera irreversible. ¿Estamos ante una insurrección?

En San Pedro Sula, Cortés destruyeron los peajes. En San Pedro Sula los peajes colocados en sus tres salidas representan la crisis de esta ciudad, la segunda más importante de Honduras. Una crisis que pasa por la corrupción que se ha robado las arcas de la zona más productiva del país. Pero también representa un modelo más nacional, la privatización de bienes públicos en manos del capital trasnacional y el control militar de los corredores logístico y turístico de Honduras. Uno de los pilares fundamentales del gobierno de Juan Orlando Hernández.

Pero no solo los peajes ardieron, en Siguatepeque quemaron la municipalidad, en San Pedro Sula metieron cosas con fuego dentro de la catedral e intentaron quemar la municipalidad, en Tegucigalpa cada entrada de cada colonia y barrio tenía fuego. “Nosotros somos de la Alianza y no queremos a Juan Orlando”, era el grito de bienvenida. En base a monitoreo de medios y organizaciones, Carmen Haydeé López, Diana Sabillón y Andrea Nuila,  difundieron ayer un reporte que indica los siguientes lugares como puntos de protesta y conflicto: San Pedro Sula, Puerto Cortés y Choloma en Cortés; Tela, La Ceiba y San Juan Pueblo en Atlántida, Marcala en La Paz y El Progreso y Santa Rita en Yoro. El 30 de noviembre se registraron acciones de protesta en 16 departamentos, registrando un aproximado de 53 puntos de conflicto de los cuales 10 han sufrido represión militar, según este informe.

Un joven en una manifestación ayer por la tarde dijo a Contra Corriente que las consecuencias a las que se enfrentará Juan Orlando de quedarse en el poder van desde saquear tiendas, supermercados hasta sitiar toda Honduras.

Mientras el Tribunal Supremo Electoral dilata la presentación de resultados finales de las elecciones y muestra ahora una ventaja de 46 mil votos en favor de Juan Orlando Hernández, la desesperación se mostró en acciones que parecieran ser el estallido que Honduras no había experimentado antes. En Tegucigalpa toda la noche sonaron bombas, tiros, golpes, ardió el fuego y sobrevolaron helicópteros. Desde el aire se lanzaba gas lacrimógeno, las Fuerzas Armadas persiguen en las calles sin hacer demasiado ruido.

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Hoy es el quinto día después de las elecciones, las protestas fueron aumentando la agresividad a medida pasó el tiempo y hoy ya estamos ante un enfrentamiento de la gente contra el Estado y la propiedad privada. Los líderes de la Alianza de Oposición y el presidente Juan Orlando Hernández ya no salen a buscar cámaras para decir algo como cuando se proclamaron ganadores, el Tribunal Supremo Electoral solo dice que no puede dar resultados aún, mientras el fuego arde en toda Honduras. La institucionalidad guarda silencio y si hace ruido, solo lo hace con bombas y balas. El llamado a la paz es una caja hueca.

En San Pedro Sula salieron a la calle desde las 5 de la tarde,  salían de los negocios que estaban en la ruta del recorrido para incorporarse a la caravana que se iba formando en el trayecto de la primera calle hacia los peajes en las salidas sur y occidente.

Durante el recorrido que realizó Contra Corriente, jóvenes iban dirigiendo el camino, indicando que dejaran un carril libre en la avenida circunvalación para que quienes no quisieran ser parte de la caravana, pudieran seguir circulando. “Den espacio a que pasen los carros, que acá lo que queremos es a JOH afuera” dirigía la joven que en ese momento lideraba la marcha.

El objetivo era llegar al peaje, unos iban a pie, otros en motos y muchas de las personas se subían a carros de completos desconocidos que encontraban en la indignación razón suficiente para apoyarse y hacer que las calles sampedranas cantaran en un solo son la canción que le han compuesto al gobierno al estilo campechano: “JOH es pa´ fuera que vas”.

Zuly, una madre de familia de Chamelecón, uno de los sectores más conflictivos de San Pedro Sula iba con sus dos hijas, una de 10 y la otra de 11 años, quienes gritaban consignas juntas y resguardándose en el carro en el que iban animando a todas las personas que iban caminando para que siguieran gritando “Fuera JOH”.

“A ese viejo no lo queremos, nos ha hecho mucho daño en la colonia, desde que llegó nuestras vidas han cambiado y si no entrega la presidencia ya va a ver a este pueblo armarle un buen relajo, ese pícaro nos ha robado todo y ahora quiere robarle a Salvador” decía la madre de estas dos niñas que trabajan en los semáforos de la ciudad, limpiando vidrios. -Mamá, grita la de Fuera JOH para que sigamos- le decía su niña de 10 años.

Dos kilómetros antes de llegar al lugar de la convocatoria, se podía visualizar una llama de fuego alta rodeada de banderas rojas, blancas y verdes que se movían con el viento que favorecía a esta población acostumbrada al calor intenso. Durante ese momento no se miraba represión, aunque había un grupo de policiales militares y policías nacionales del otro lado del peaje, atentos a cualquier incidente u oportunidad para contra atacar, ya que en horas de la tarde el personal y elementos policiales que usualmente están en dicho espacio, había sido desalojado al ver que al igual que ayer las personas llegaban y no dejaban que los carros pagaran el impuesto por pasar.

Tenían 3 horas de haber iniciado la manifestación, cuando las personas salieron corriendo, algunas sin saber porqué, otras gritaban que corrieran que estaban gaseando y buscaban refugio en tiendas abiertas, pero nadie se quería ir.

“No creo que nos vayamos, muchos andan preparados con máscaras y trapos porque saben que este gobierno se ha caracterizado por reprimir, estamos cansadas y hartas que nos roben, estoy tan contenta de ver como la población ha salido a defender nuestro voto y democracia” exclamaba una de las jóvenes de la marcha que hacía hincapié en que no iban a descansar hasta no tener una respuesta favorable del Tribunal Supremo Electoral.

“Estamos cansadas, acá estamos los que estuvimos resistiendo en el golpe de estado, pero también andan aquellos que luego de la marcha de los indignados salieron a la calle, este es un momento único y la población lo sabe, si no es ahora no será nunca, es como estar ante una oportunidad como en la huelga del 54” exclamaba Estefanía una joven que andaba con su familia.

Gritaban que si Juan Orlando Hernández ya les había metido fuego a ellos y al país entero que el turno ahora era del pueblo. Con esa idea un grupo decidió realizar el recorrido de regreso hacia el Parque Central de San Pedro Sula con la intención de incendiarlo también.

De regreso, muchas familias y amigos se acompañaban para llegar a sus hogares, no obstante en el camino se encontraron con varios camiones llenos de Policías Militares, que sin mediar palabra iniciaron a bombardearlos con gas. Aun así la movilización siguió hasta llegar al parque para intentar meter fuego al palacio municipal como una respuesta agresiva a la crisis política que el país enfrenta.

En distintos puntos del país las calles parecen un campo de batalla.

La crisis de este país violento se ha canalizado con la crisis política y podríamos estar ante algo nunca visto. El caos está reinando porque las instituciones del Estado se dedicaron a perpetuar al presidente en el poder y no a solucionar los problemas de la población. El caos reina porque la incertidumbre nos muestra una insurrección popular sin guía. Han pasado 5 días después de las elecciones y el presidente -y candidato por el Partido Nacional- no ha dado alguna declaración en su calidad actual de mandatario, Honduras parece haber caído en el vacío.

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