El fútbol, el deporte más popular del mundo, en Honduras es parte del diario vivir de la población. El país come, respira y sueña fútbol. Muchas veces este deporte es el motivo de depresión social e incluso de reacciones que generan violencia e inseguridad.
Esta semana en el conversatorio: Fútbol, medios y política en el escenario electoral desarrollado en Tegucigalpa y organizado por la organización no gubernamental Interpeace y Contra Corriente, se encontraron periodistas, integrantes de barras, diputados y exjugadores para abordar un tema que genera discusión en los conocedores del fútbol: Barras y el abordaje de la violencia en los estadios. Los medios de comunicación culpan directamente a las hinchadas de ser las responsables de generar violencia en los estadios y alejar a las familias de los mismos.
Por otra parte los legislativos en el Congreso Nacional apuestan a tratar la problemática desde medidas coercitivas, un ejemplo de ello es la promoción de la llamada Ley Antibarras, que ha sido propuesta por exjugadores, que en su caso se convirtieron en ídolos incluso de las mismas hinchadas con las que no saben relacionarse.
En el foro participaron dos líderes de las barras, Jairo Martínez del Motagua y Melvin Servellón del Olimpia, asimismo los periodistas internacionales Rodrigo Abd de Argentina, Simone Dalmaso de Italia, el exjugador argentino del Olimpia Carlos Prono y el diputado Luis Redondo.
Redondo, quien ha estado de cerca en la conformación de una barra que apoye a la selección nacional habló de su experiencia con los chicos de las hinchadas, de la formación de esa barra nacional que se estrenó apoyando a la selección en el partido eliminatorio entre Honduras y Costa Rica en San Pedro Sula, en la ronda clasificatoria para el mundial de Alemania 2006.
«Yo recuerdo que estos jóvenes cuando fueron parte de ese proceso nunca se pelearon, pero es que se estaba conformando un proceso en el que se pretendía ser inclusivos y no excluyentes. Estos chicos tienen mucho potencial y como gobierno, como autoridades tenemos el deber de orientarles», dijo.
Redondo se refirió al abordaje que desde el Congreso se le da a la problemática. En Honduras es muy común que después de un enfrentamiento entre barras, se discuta la necesidad de aprobar una ley que limite la asistencia de hinchas a los estadios y que registre un control de entradas de los mismos, asimismo que agudice las medidas penales contra los que incurran en actos delictivos.
«Muchas veces este tipo de medidas son propuestas por exjugadores que no saben ni papas del tema y son ellos los que proponen salidas y abordajes de ese tipo», recalcó Redondo.
Luego del diputado, participó el periodista argentino Rodrigo Abd, quien recordó la realidad del fenómeno «barra brava» en países como Argentina. «Yo recuerdo todo el ambiente tenso que esto genera, por ejemplo, antes cubría tomando fotografías en los clásicos Boca contra River, esos juegos se disputan con mucha rivalidad». Rodrigo dijo que en Argentina también hay medidas concretas para tratar la problemática, que también se orientan a lo coercitivo, por ejemplo los retenes de seguridad, la prohibición de entrada de hinchada visitante a los partidos que no son de local y el registro de aficionados al ingresar a los estadios.
El fenómeno de las hinchadas es mundial, no es cierto, tal y como lo recalcan los medios de comunicación que solo en Honduras se den estos enfrentamientos, la composición brava de las hinchadas responde a las distintas realidades que tiene cada cultura en particular.
En Europa, los movimientos barrísticos tienen una composición más ideológica, por ejemplo: en España la Ultra (barra del Real Madrid) responde a una política fascista y de derecha, en el otro extremo, siempre en España, encontramos a la hinchada del Rayo Vallecano, que se caracteriza por su estructuración de apoyo a la clase obrera.
Lo mismo sucede en Italia, Inglaterra, Grecia, Ucrania, entre otros. El fotoperiodista del periódico digital guatemalteco Plaza Pública, Simone Dalmaso, habló de la realidad del fenómeno en Italia. «En Italia, como en varios países de Europa, esta realidad se da a través de ideologías que estos grupos siguen y promueven. Allá es común conocer sobre hinchadas como la Lazzio, la Roma, la misma Juventus, cada una tiene su dinámica política además de futbolística».
A pesar de las diferencias que existen entre ambos continentes, hay una realidad que los une, y es el amor por el fútbol. Carlos Prono –periodista deportivo y exfutbolista– fue uno de los promotores del movimiento barrístico en Honduras, al ayudar a la conformación de la Ultra Fiel, hinchada del Olimpia de Tegucigalpa, habló de cómo se vive la pasión expresada en las gradas.
Prono era arquero del Olimpia, en sus tiempos de jugador, incluso incentivaba a la barra de su equipo para que alentara en los momentos más difíciles de los partidos, en el que perdían o empataban.
El ahora periodista deportivo dijo que es lindo ver cómo en la grada se da el espectáculo generado por las barras, también el aliento que es fundamental cuando los equipos juegan y por supuesto el color que le dan estos fanáticos a un evento futbolístico.
Sin embargo, con un aparente peso de culpa expresó que cada vez que se juega un clásico él espera que no pase nada, porque siente que si alguien muere, los medios volverán a culparlo a él por haber alentado a la práctica de la barra.
En esa línea, los integrantes de la barra del Motagua y Olimpia: Jairo Martínez y Melvin Serbellón, respectivamente, hablaron de los múltiples acercamientos que como líderes han tenido para buscar la paz e intentar evitar enfrentamientos en los estadios.
«Nosotros estamos en contra de la violencia, tenemos la disposición de colaborar, pero también los periodistas, los medios, la policía y las autoridades deben poner de su parte», los dirigentes coincidieron que la criminalización hacia ellos, hacia su organización solo genera mayor violencia.
En el foro también se dieron algunas conclusiones, por ejemplo que desde el gobierno y más en una coyuntura electoral se debe apostar desde enfoques de abordaje distintos a la juventud, para generar programas de reinserción, de acompañamiento y de prevención.
La violencia en una sociedad como la hondureña es generalizada, el fútbol es solo un apéndice más de esa realidad que desde el gobierno no se ha abordado desde una perspectiva social, inclusiva y rehabilitadora.
Los hinchas piden que no se les vea como criminales, que exista un verdadero acompañamiento que vaya de la mano de un plan preventivo para evitar más conflictos en los estadios del país.
El foro lo cerró Simonne Dalmasso, con una escena que muestra cómo los medios de comunicación pueden profundizar desde la cotidianidad, lo que parece normal pero explica el fenómeno.
«Esto pasa aquí y en ningún otro país del mundo. Fui al estadio a ver dos partidos del Motagua y el Olimpia, en ambas situaciones participé en un espacio de fiesta, para pasarla bien, se percibe. Más alla de la pasión, la gente que brinca por una hora y media constantemente a pesar que el equipo pierda o gane, obviamente si gana brinca más. A la hora de que los jugadores del Olimpia y el Motagua meten un gol, yo como extranjero, acostumbrado a la escena, espero que el delantero que metió el gol se tire a recibir el abrazo y me pongo un rato allí y pienso que se equivocó porque se va y saluda desde lejos , de repente. Eso es algo que no funciona, allí sí es algo bastante fácil de entender y es la demostración de que hay un mecanismo un poco perverso que no facilita para nada la comprensión. Aquí no se trata de que los miembros de las barras se abracen sino que haya reconocimiento hacia gente que dedica gran parte de su vida a esto. Me parece bastante fuerte que la prensa tengamos mucha facilidad en homologar la barra dentro de un contexto de violencia, confundiendo términos, lógicas y dinámicas y no haya atención hacia estas cosas, que suenan normales, pero bajo una óptica periodística, un titular diciendo que los dos equipos más grandes del país tienen una afición que ni siquiera un delantero al echar un gol le dedica un gol, eso llamaría la atención, antes de querer la paz en el mundo.»