Desfiles y demagogia en un país vendido

El primer día de septiembre se iza la bandera en todos los centros educativos del país, con la celebración a ese símbolo se inauguran las actividades cívicas del mes de septiembre, un mes en el que se habla de fervor patrio.

Este 2017 se conmemora el 196 aniversario de Independencia, proclamada el 15 de septiembre de 1821. El sistema educativo público y privado impone su criterio a miles de jóvenes, un criterio fundamentado en la formación conductista: metodología promotora de la memorización sin razonamiento o critica de la realidad. Bajo ese parámetro miles de estudiantes esperan el mes de septiembre para vestir sus mejores galas, desfilar en el cuadro de honor de su colegio o escuela, formar parte del grupo de palillonas o rendir culto a las autoridades políticas a través de los espectáculos de las bandas de guerra. Todo en alusión a nuestra independencia.

Honduras nunca fue independiente, y hoy lo podemos ver, por ejemplo cuando el Fondo Monetario Internacional a cambio de financiamiento le indica al país cuántos trabajadores públicos debe despedir y qué empresas estatales privatizar.

Nuestra autonomía nunca se proclamó porque la nuestra fue una independencia de la corona española, pero una adhesión a otro imperio. Las consecuencias de esto desembocan en la venta del territorio a las élites nacionales y al capital internacional. El territorio es algo legalmente transferible y ejemplo de esto son las Zonas Especiales de Desarrollo (Zede) o la industria minera y extractiva que se impone por encima de la voluntad de las comunidades. Honduras no fundó sus cimientos de país desde una visión local, desde la cosmovisión indígena, desde una propia identidad. Honduras se fundó bajo el criterio e intereses de la élite criolla que tiene el dinero, el poder político y negocia todo con el capital trasnacional.

Y en ese contexto está la población, las casi 8 millones de personas que se enorgullecen de la bandera, lloran cuando ven un partido de la selección mientras están en el exilio, marchan orgullosos en el mes de la patria recordando a héroes que fueron asesinados justamente por quienes construyeron esta apéndice del imperio. El mes de la patria es una fecha de fiesta, desfiles, carrozas y palillonas, deleite de los políticos de turno y consumo extremo para quienes apenas sobreviven en el país. Para nuestra gente, septiembre es simplemente eso: fiesta y nada más. La rutina y la costumbre no nos cuestiona, mucho menos nos hace reflexionar sobre lo que celebramos.

Con bombos y platillos, el gobierno programa a través de la Secretaría de Educación la jornada cívica del año, el centro educativo que se oponga a seguir el protocolo establecido se expone a la represión, todos y todas están obligados a salir a las calles  a rendir homenaje a los gobernantes. Los medios de comunicación se unen a la dinámica. La plataforma mediática compite por mostrar la mejor transmisión. Todos y todas disfrutan de la fecha.

Desde el Golpe de Estado del 2009, las fiestas patrias cambiaron un poco. Las calles ya no solo albergaban la algarabía de los bombos, sino también los gritos de ¿Cuál independencia? No es para menos, la ruptura constitucional generó la división de la sociedad en grupos que se salen de la doctrina del sistema y quienes siguen atrapadas en ella. Todavía es un pequeño sector de la sociedad el que vive de distinta forma la independencia, y sigue sin influir sobre las grandes mayorías del país. Todos los años, el 15 de septiembre este grupo hace protestas alternativas bajo la consigna de una verdadera independencia.

En medio de esa situación, ambas partes ya nos parecen comunes, tradicionales y rutinarias. Una es alabada y la otra criminalizada hasta por los mismos críticos, quienes ven en este grupo popular a caudillos que tratan de sacar provecho.

Honduras atraviesa un año político, el 26 de noviembre son las elecciones generales, así que este mes de septiembre será como los anteriores, pero con sustanciales diferencias. Para estas fechas veremos sin discreción el aprovechamiento de políticos para llevar agua a su molino.

El oficialismo a través del bipartidismo y la oposición a través de la alianza ya tienen preparadas sus estrategias. El gobierno nacional y municipal está desplegando y destinando presupuestos para hacer del 15 de septiembre una fiesta que les genere simpatía de los electores, mientras que los grupos políticos populares ven en las movilizaciones alternativas una plataforma para vender su discurso político a aquellos que critican al gobierno.

Los dirigentes políticos que coordinan las fiestas oficiales y alternativas, en la mayoría de casos son los que han debilitado nuestra realidad, los que han vendido el país. Nunca hemos sido independientes, siempre fuimos un país que se encuentra a la expectativa de los lineamientos internacionales, orientaciones que se concretan en manejo de energía, de fondos, de carreteras y decisiones políticas.

Septiembre debe ser un mes no de celebración, sino de reflexión y ejercicio de verdadera independencia. Honduras no tiene nada que celebrar, el país se desangra, se vende, se privatiza, se precariza y se explota. Honduras necesita verdaderos gritos de independencia, acciones ciudadanas autónomas del oportunismo y demagogia.

Este mes, debe ser una nueva oportunidad para cuestionar nuestra realidad. Este mes debe convertirse en un momento para planificar, organizar y luchar para cambiar nuestro contexto.

Septiembre no tiene que ser más el mes de las fiestas cívicas hipócritas y proselitistas, tampoco debe ser el mes de las protestas alternativas que culminan con discursos de oportunistas de izquierda. Este mes debe ser el periodo de tiempo para que los maestros salgan a las calles a pedir el rescate de su estatuto, los médicos a impedir la privatización, los estudiantes a demandar una educación pública y laica, los trabajadores públicos deben exigir aumentos salariales y demandar un alto a los despidos, el movimiento territorial está en la obligación de unificarse para evitar los proyectos mineros e hidroeléctricos y la ciudadanía esta en la obligación de tomar su rol de auditor social. Y sobre todo, unificar agenda para construir una propuesta de país concreta para lograr que el país se desarrolle sin venderlo.

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1 comentario en “Desfiles y demagogia en un país vendido”

  1. El 15 de Septiembre el colegio obligo a todos los estudiantes a marchar. Todos se presentaron a la hora establecida, eran las 9:00 am y el Sol quemaba como si fuesen las 12:00 pm, como es de costumbre el colegio salio a marchar tarde como a las 11:40 am, ya formados debajo del Sol se nos obligaba estar en fila y soportar calor y no solo fue esto lo que me molesto y molesto a todos, a mi en lo personal fue pasar en frente de la “Jerarquía Política” de la Ciudad, que con sus risas farsantes saludan a “medio mundo”. Que hicieron o hacen para que nosotros estemos culminando nuestro ultimo año “académico”?.

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