El pueblo dormido, siempre estará vencido

Texto: Daniel Germer
Portada: Persy Cabrera

 

Durante mayo del 2024 sufrimos una de las crisis de calor y humo más intensas de tiempos recientes. Ahora es la lluvia torrencial que nos hace olvidar el calor o el humo y activó el miedo a la inundación, deslaves y otras connotaciones de tierra mojada. Llega la temporada de reforestar; dicho sea de paso, hemos reforestado por más de 40 años, y son muy pocos los espacios en donde se puede decir: «este es un bosque construido». Lo que sí podemos   decir es: aquí fue un bosque y ahora es un potrero, sembradío, residencial, solar, o inserte la actividad económica que guste.

Los meses pasarán, todo se olvidará y en febrero del próximo año veremos nuevamente conatos de incendio y la enfermiza diversión de muchísimos hondureños de «ver el monte arder». El humo volverá y a medida que el cambio climático «cambie el clima» un día a la vez, retrasando el «invierno», la sequía será mayor, el humo será más denso y las lluvias más escandalosas. En cambio, podemos asegurar que la cobertura amarillista y la instalación del miedo serán garantizadas en HD y 4K, si es posible.

Comienza con la lluvia la temporada de sembrar arbolitos y reforestar; llega la temporada del selfie con un pinito que no va sobrevivir por sí solo porque lo sembraron mal, es muy pequeño o no le dieron el mantenimiento necesario. O digamos que en el evento se «logró pegar», pero llegado el verano un irresponsable quema el sitio, derrotando toda la intención de salvar el mundo. Y esta es la realidad de cualquier esfuerzo. Y en todos los sentidos, sea con incendios o con lluvia, la temporada de culpar y señalar siempre es permanente.

La realidad de las «vestiduras rasgadas» en Honduras adolece una variedad de vicios culturales. Vicios como «es culpa del Gobierno», «es la empresa privada la que contamina», «es que yo soy pobre». Y en especial un hábito de la cultura hondureña que reza algo así:   «solo se ama lo que se conoce». ¿Qué conoce usted de Honduras? ¿Cuánto respeta los recursos naturales? ¿Qué estaría dispuesto a hacer por la naturaleza de Honduras? ¿O es entonces un mantra recurrente de la cultura hondureña, aquel que establece «esa es obligación del gobierno», «que lo haga la empresa privada que tiene pisto», «yo soy pobre y no puedo hacer nada»?

Aquí se resume la apatía, inoperancia, desolación y desesperanza de una nación que sabe que está mal, pero es incapaz de activar un razonamiento crítico para transformar su realidad colectiva. En el mejor de los escenarios, intentamos transformar la realidad inmediata encontrando el sosiego en cosas materiales que nos hacen olvidar la crisis, o posando al sembrar un arbolito,   y así conseguir likes en redes sociales para borrar la mea culpa. Este aislamiento materialista nos aleja de la colectividad, derrota la construcción de nación y nos acerca al concepto político del Estado fallido.

He trabajado alrededor de dos décadas en prácticamente todos los aspectos relacionados con los recursos naturales de Honduras, y una variable permanente en el fracaso de cualquier intención de conservación es la ignorancia, el oportunismo, la corrupción y ese «yo no sé qué» de los hondureños asociado al «no me importan los demás».

No nos han enseñado la importancia de ser hondureños. No nos han enseñado a estar orgullosos. Quien no está orgulloso de quién es, de dónde viene, y no piensa con esperanza hacia dónde va, está en capacidad de cometer atrocidades con tal de sobrevivir. No nos han enseñado aspectos fundamentales de la naturaleza para generar una conciencia ambiental. De hecho, la educación ambiental nos ha enseñado a tener miedo y a sentirnos culpables. Por ende, «el mea culpa del like» del arbolito sembrado se convierte en la respuesta materialista de una conciencia mal construida.

Y no es que sembrar arbolitos esté mal. Les regalo una analogía: La persona hipertensa debe tomar medicamento para mantener su presión arterial estable. Al mismo tiempo, debe modificar su dieta y estilo de vida hacia alimentos y actividades que no pongan en riesgo su vida. Sin embargo, si únicamente «se bebe la medicina» y continúa comiendo mal, con un estilo de vida sedentario, eventualmente aumentarán la dosis del medicamento o sufrirá un infarto. Esta premisa es la misma con el bosque: de nada sirve sembrar mil, diez mil árboles, si nuestra actitud hacia ese bosque no cambia. «Yo ya sembré, yo hice lo mío, ahí que otro vea», esta no es la actitud. Nadie puede ser un custodio de algo en el tiempo que le convenga. Debe ser un compromiso. Si sembró un árbol, revíselo todas las semanas, asegúrese de que su esfuerzo llegó a algo.

Sin compromiso por la nación no hay empatía, sin empatía no hay solidaridad, sin solidaridad, no hay Honduras. Y la Honduras que tenemos en 2024 se ha convertido en la hacienda de un selecto grupo de oportunistas mediáticos (léase que nosotros somos el ganado «explotado, escurrido y flaco»). Pregunte a alguien en la calle, o pregúntese usted mismo: ¿se siente realizado, orgulloso, feliz de ser hondureño y vivir en Honduras? Hay un desencanto general por la realidad y, claramente, la realidad nos desencanta, y así es como se forja un círculo vicioso que se convierte en una espiral descendente que nos conduce a la ignominia.

En la desesperación de ver cómo nos roban el futuro nos vemos enfrentados a convertirnos en nuestros propios opresores y, en vez de optar a ser mejores, perseguimos emular las cualidades del charlatán y el corrupto y aceptamos el clientelismo como una realidad instaurada del día día. Asesinamos la meritocracia y nos convertimos en un engranaje más de la corrupción. Chiquita corrupción, sí, pero corrupción al final. Le invito a leer cómo funciona la propagación de las células cancerígenas y apreciará una similitud que le podrá helar la sangre.

La gente en redes sociales me dice «¿Y qué soluciones nos da? Usted solo habla y habla y no propone». La verdad es que estoy constantemente proponiendo soluciones desde la colectividad y la filosofía, pero seguimos esperando una solución «que nos resuelva» desde la comodidad de la casa, a pesar que nos fascina la frase «solo el pueblo salva al pueblo». Aquí resuena el «dame» y la fabulosa actuación del Mesías político que engaña a las masas con su carisma y dádivas.

La solución para Honduras está en cada uno de los hondureños que conforma la nación. Débil sí, incipiente también, pero de una pequeña brasa surge la llama. En Honduras debemos superar inmediatamente una serie de bardas para comenzar a pensar como una nación que camina, porque hasta los cangrejos que se desplazan en lateral, llegan donde quieren. Caminar hacia una conciencia ambiental colectiva. Caminar hacia la indignación por el agravio ambiental. Caminar hacia el orgullo por lo verde, lo bello, los ríos y el cielo azul. ¿Verdad que el cielo azul se mira hermoso ahora que no hay humo? ¿Por qué no nos sentimos capaces de capitalizar sobre este sentimiento? Aquí está el fundamento de la conciencia ambiental colectiva.

Sepan que no podemos detener el cambio climático, por mucho que digamos «no al cambio climático» es como pedirle al sol que deje de brillar. Es necesario adaptar nuestra vida a una nueva realidad que es el mundo incierto del presente. Podría arengar, decir que necesitamos una educación crítica y un replanteamiento de los valores, combate abierto a la corrupción y aumento del sentimiento nacional, y un sistema que obligue al ciudadano a participar en actividades en pro de la nación, es decir, una forma de voluntariado patriótico. Tal vez esta es una idea muy ambiciosa para una población tan adormitada.   Pero, ¿podría comenzar en el hogar?

Sin necesidad de órdenes superiores podemos promover un cambio de actitud y actividades en pro del planeta. Si en su comunidad hay áreas verdes en los alrededores, terrenos baldíos o ejidales, patios de las escuelas. Si dejamos atrás el «esa es obligación del gobierno» y nos empoderamos de la «cosa pública», en el mediano plazo estaremos pensando en cosas más contundentes a medida que el sentimiento de pertenencia crezca.

Es importante mencionar   que el miedo es algo que debemos dejar atrás; o como dijo Héctor El Father, «dejarlo en la gaveta». El miedo nos está consumiendo en vida. El miedo por el dinero, el miedo por el ambiente que se llama «ecoansiedad», usted y yo lo padecemos. El miedo a la crítica, el miedo al vecino, el miedo a la confrontación, el miedo al miedo. Debemos ser más beligerantes por lo que deseamos conservar, más activos, vocales y comprometidos.

Hemos olvidado que Honduras es nuestra y nosotros somos Honduras. Esta es la última oportunidad para recordar esta premisa fundamental de la existencia del Estado, antes de que lo vendan o malvendan al mejor postor y seamos nuevamente una «banana republic». Solo el pueblo salva al pueblo. Medite sobre esta frase un buen rato. Por favor, por usted, por su familia, por mí y por los míos. Créame, porque yo creo en usted.

Autor
Daniel Germer es hondureño. Nacido en una finca de bananos en La Lima, Cortés. Capitalino por decisión del capitalismo, rebelde de impía vocación por un mundo compartido para todos. Biólogo de profesión con un par de décadas entre pecho y espalda con la vida silvestre de Honduras, especialmente sus aves y ecosistemas tropicales. En años recientes, reeducado en las ciencias sociales, ejerciendo la docencia universitaria. Soñando a soñar en el espíritu más hegeliano a tener una permanencia en alguna institución de enseñanza superior. Orgulloso padre de una adolescente, feliz esposo de una mujer que lo gobierna. En general un tipo buena onda.
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3 comentarios en “El pueblo dormido, siempre estará vencido”

  1. Germen, por favor has una campaña por islas del cisne, se que hiciste un trabajo y filmación allí, hazlo viral a toda Honduras y el mundo para que se enteren de la muerte anunciada qué espera a el cisne y Honduras, gracias

  2. Solo aquellos letrados, que entienden q es mejor la política y el capitalismo salvaje, quien sometiendo a las masas pueden creer en su identidad, pero son más vacíos que los mismos socialistas.

  3. Hey Bruh. Excelente meditación, bien lo dijiste, el problema debe verse Como el deber de todos. Me acuerdo que HRN tenía un comercial desde Los años 80 y 90 que decía: Una Honduras Verde Para el año 2000, Pero no hizo mella en la colectividad, En mi trabajo el dicho que más se escucha es: LA seguridad comienza conmigo. Es decir que debo observar, todas Las medidas de seguridad laboral Para evitar accidentes que puedan afectar a mi mismo y a otros.
    Lo mismo es la reforestación. Lo que no hay es una visión a largo. Mediano y corto plazo Para este mega proyecto.
    El actual gobierno solo piensa en ganar de Nuevo Las elecciones Para seguir haciendo poco o nada en pro de la naturaleza. Son tan brutos que quieren construir un Centro penal donde no hay agua.
    LO que dice Julio es cierto, el Colegio de Biología debe exponer al público el descalabro ecológico que la ñangarada quiere imponer.
    Solo presentandopruebas contundentes de la estupidéz que proponen construir Los van a exponer de lo ignorantes que son.

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