Buscando a Mikelson (III): La ventana abierta de Mikelson
Atravesamos una pequeña calle de tierra amarilla y de pronto desaparece lo distinto. Un paredón verde de unos dos metros de alto, muy tupido, crea una especie de túnel a los dos lados. Todo lo que nos rodea es caña de azúcar. Durante el entierro de Gems Joacin la melodía del viento en los cañaverales me parecía bondadosa, ahora siento que es una música más melancólica, como de otro tiempo. Pastor Wilson me dice que si se “navegara” por esta especie de mar verde sería posible cruzar los cerca de 200 kilómetros que separan Punta Cana de Santo Domingo. Es nuestro penúltimo encuentro y salimos por la mañana con la promesa de encontrar a Mikelson. Me sorprende que lo busquemos aquí porque una de las pocas cosas claras del vídeo borroso que me obsesiona hace casi un mes es que el policía lanza a Mikelson desde un tejado de un barrio urbano. Pero no le digo nada al pastor. Creo que mi guía me quiere mostrar algo más, el origen de todos los males de la comunidad haitiana, que tiene que ver con endulzar el mundo para los otros.