
Arte
La Niña Prisca
Yo la conocí por su fama, nada más. Sabía que la anciana tenía una de las lenguas más temidas de la ciudad. Era como esos periódicos de censura a los que se teme, pero son también respetados. Sus agudezas, su ingenio, su acierto en la mordacidad contra nuestros políticos sobresalientes y mujeres de sociedad eran famosos. Por eso llegué con cierto temor anidado allá en un rincón de mi corazón, a la casona que se levantaba atrás de la Catedral.