Poemas de Eleonora Castillo, ganadora del Premio Festival Internacional de Poesía de los Confines 2024

Texto: Eleonora Castillo

Portada: Canva

Sueño a diario con mi madre.

En la espera visible de nuestro puente, encuentro el sentido de sus ausencias.

La respuesta al mantra interminable de mi cabeza

siempre loco, siempre la mano sin cuerpo, sin rostro, sin voz.

Revolotean en su pecho izquierdo las ruinas de su fe,

en su estómago se encuentran los abismos de mi niñez.

El fantasmal espesor de su cuerpo contiene todas las muertes,

vibra, se enciende, le quiere sintética dentro del amor.

Mi madre habla mientras duerme y así descubro al culpable de nuestros horrores,

siempre loco, siempre la mano sin cuerpo, sin rostro, sin voz.

Es una estrella aniquiladora y punzante.

Todas sus reglas son remotas, todas sus sombras son mortales,

sus mandatos petrifican a mi madre, secan cada partícula de su poesía

y la quieren infante, pues brota de su ombligo el hijo de un dios muerto.

De pronto, la urgencia me hizo aparecer en una isla y allí

escuché a unos ancianos que, volviéndose al Khalil

uno después del otro, le decían:

No nos abandones y háblanos del amor.

No nos dejes pronto y háblanos de los hijos.

No te vayas sin antes hablarnos del entendimiento.

No nos dejes pronto y háblanos del saber de sí.

No nos abandones y háblanos del don.

No te vayas pronto y danos la luz, la palabra.

Khalil, como descosiendo al silencio, respondió:

Más severo que darles muerte a las estrellas, es sostener la idea del abandono.

El reposo de mi alma encontró en los rincones de este pueblo, 

                                   / la eternidad de su valía.

 

Por eso les hablo:

A los hijos del fin del mundo.

A quienes lloran en vano la causa de los pobres.

A los hijos de la escritura y todos quienes por ella fenecen.

A la supremacía del ruido y la continuidad de su porvenir.

Al formato doloroso de la muerte de cada día y a la obligatoriedad de sus crímenes.

A ustedes, a quienes exhorto, les proclamo la escatología del lenguaje.

De mi palabra brota el consuelo que se hospeda en el interior de quienes escuchan,

porque soy el profeta y solo un momento después de una breve calma en todos los vientos, otra mujer me dará a luz.

¿Qué hacer para que vuelvan nuestras alas? 

Dejar de ser remedos,

payasos de nosotros mismos

no entristecerse  

no mancillar las venas de las manos.

Edgardo Florián, «Caer». 

 

En este juego de los sueños y el reincidir, lo encuentro siempre concertando la precisión de las mariposas en una muerte conceptual desangrando el purgatorio que le construyeron sus contemporáneos.  

El idioma de los sueños es continuo y las imágenes se absorben una tras otra para que no existan espacios sin nombrar.

—Hace poco un amigo tuyo me llamó genocida del lenguaje —le digo.

Edgardo conoce muy bien las fronteras de la imaginación y hace que las carcajadas sean su vocabulario permanente. 

—Cuando se vive en ese mundo de ustedes, se es más ego que animal, es solo una metáfora, niña —me responde, y pienso: es una metáfora niña en la manifestación de la verdad y es tan certera y doliente porque el poeta se ampara en la geografía de un poema desesperado. 

Todos saben que detrás de un poema desesperado reside la autocondena del sujeto y se sacrifica el amor.

Se desprende el origen de su misticismo y las manos del poeta se convierten en una fogata destructora de la lógica primordial.

El poeta suele ser un niño que se acomete a la revelación de todas sus edades.

Su comportamiento es cíclico y escribe su propio infierno todos los días. 

 

Porque el hombre hecho palabra y carne es dios y es carencia.

 

Se le presentan todos los mundos y las posibilidades incalculables, pero él prefiere el idioma de los fantasmas.

Se da cuenta de que es el padre de su propia debilidad.

 

Porque el niño hecho palabra y carne es dios y es ternura.

Author Details
Tegucigalpa, 13 de abril de 1996. Es pasante de la carrera de Derecho. Forma parte del movimiento literario Lienzo Breve desde 2018, sumándose como organizadora del Encuentro Centroamericano de Escritores Edilberto Cardona Bulnes. Ha publicado los libros de poesía Carroña (2019), Ediciones Malpaso; Flor sonámbula (2021), La Chifurnia, El Salvador; Yo, eterna (2022), Ediciones Malpaso. En 2024 obtuvo el VIII Premio Nacional de Poesía Los Confines, otorgado por el festival que lleva el mismo nombre. Reside en Comayagua, Honduras.
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2 comentarios en “Poemas de Eleonora Castillo, ganadora del Premio Festival Internacional de Poesía de los Confines 2024”

  1. Me encanto lo leí haciendo una breve historia de mi vida en mi mente y los momentos que he pasado y me gusto mucho esta frase “ El poeta suele ser un niño que se acomete a la revelación de todas sus edades.
    Su comportamiento es cíclico y escribe su propio infierno todos los días.”
    Sos increíble 🥺🫶

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