Inconversos

Por Teddy Baca
Portada: Persy Cabrera

En los últimos meses, Honduras ha mostrado algunos leves avances en materia de reconocimiento de los derechos de la diversidad sexual, tales como permitir que las personas LGTBIQ+ podamos donar sangre, la entrega de la tercera promoción de becas a personas trans en el marco de la sentencia sobre el caso de Vicky Hernández (mujer trans asesinada en el golpe de estado del 2009) y la inclusión de colectivos sexodiversos y género disidentes en la formulación de la nueva política de derechos humanos. 

Digo «leves avances» porque en materia de luchas centrales del colectivo no se ha logrado satisfacer la gran mayoría de demandas. Por ello, me parece esencial destacar la importancia de que esta política considere ejes como la prohibición de los Esfuerzos para «Corregir» la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG) y la eliminación de la prohibición del matrimonio igualitario, entre otros.

Las ECOSIG son procedimientos en la que existe un ejercicio de violencia y discriminación hacia identidades sexuales y genéricas, puesto que buscan «convertir» personas LGTBIQ+ en cisgénero y/o heterosexuales.

Incluso en su mismo nombre existe cierto estigma hacia lo no hegemónico, utilizando el término «corregir», como si se tratase de un error o problema, un claro ejemplo de cómo se instala el prejuicio antigay, antitrans, antibisexual y antilesbiana desde el lenguaje convencional.

La homosexualidad, o mejor dicho, toda la disidencia sexo genérica y género disidente no se considera un trastorno mental o enfermedad. Lo que causa desajuste emocional en algunas personas no es su sexualidad o género, sino el ambiente de enorme estrés producto de la discriminación familiar y comunitaria. Pese a que esta tesis es defendida por organismos e instituciones académicas como la Asociación Americana de Psiquiatría y la Asociación Americana de Psicología, en nuestro país no existe ningún comunicado al respecto de la Secretaría de Salud (Sesal), ni del Colegio Médico, ni del de Psicólogos.

En octubre de 2024, el Dr. Denis Bobadilla, exdiputado del partido de ultraderecha Alianza Patriótica, declaró en el programa televisivo Frente a Frente que «la homosexualidad tiene cura», pese a los consensos a nivel mundial entre las organizaciones de salud mental de que, al no ser trastorno, no existe tal «cura». Si acaso el doctor Bobadilla lee este artículo, lo invito a reflexionar y leer un poco sobre lo que expertas como Evelyn Hooker, pionera en la investigación en el tema, sobre el ajuste de personas LGTBIQ+ y la importancia de no contribuir a estos discursos patologizantes.

Estas prácticas pueden causar desconexión con las relaciones interpersonales, intensificar conflictos familiares, problemas emocionales como depresión, ansiedad generalizada, autolesiones, ideación e incluso intentos suicidas.

Las ECOSIG no son únicamente un problema en la práctica clínica; cuando padres y madres golpean, se burlan o recriminan a sus hijos por ser LGTBIQ+ también ejercen ECOSIG, así como cuando los maestros castigan o sancionan a sus alumnxs también por dicha razón y, de forma más extendida, cuando una iglesia o institución religiosa hace actividades para «convertir» personas.

Estas prácticas incluyen procedimientos como: el uso de la violencia física; manipulación mediante «consejería», donde se desinforma y estigmatiza sobre la diversidad sexual; forzar a tener relaciones sexuales con personas del sexo opuesto e incluso violaciones; secuestro y uso del trabajo forzado disfrazado como «terapia ocupacional»; uso de hormonas; estímulos aversivos como emplear químicos que inducen vómito o electroshock, entre otros.

La guía Nada que curar, de la Organización Panamericana de la Salud, es bastante clara sobre los daños que causan estas prácticas y su falta de efectividad. En mi artículo «ECOSIG en Honduras» hago mención de lo cuestionable y poco ético que es hacer creer a las personas que el problema radica en ellas y no en los estigmas sociales a los que están expuestas; así mismo, recalco la necesidad de ser más críticos con quienes aseguran poder eliminar o modificar la sexualidad ajena.

Es hora de que las instituciones estatales y las reguladoras de profesiones de la salud le den más seriedad a estos temas antes que produzcan adefesios contextuales como lo que ocurre en Rusia, Perú y Estados Unidos, donde existen organizaciones que promueven y practican abiertamente ECOSIG, sin importar lo fraudulentas y dañinas que son.

Es importante que, aparte de los leves avances que mencioné al inicio, las instituciones de salud en Honduras prohíban las ECOSIG, que se penalicen en todas sus formas, por violentar nuestras dignidades físicas y emocionales y se ponga un alto a las narrativas que siguen promoviéndolas en los medios de comunicación. Es lo mínimo que se puede hacer, aunque necesitamos algo más, trabajar en la cultura para que la gente deje de violentar a quien es diferente; así no existirán oportunistas para «resolver un problema» que no existe.

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Sobre
Teddy Baca nació el 30 junio de 1995. Es psicólogo, escritor y educador comunitario virtual. Escribe desde 2018; algunas de sus obras son El Continuum Masculino; Bisexualidad y Fluidez Sexual del Hombre, Prisma, La Naturaleza del Homosexual y su Sociedad y Estaré bi-en a tu lado, siendo ésta última mención honorífica en el Premio Nacional de Narrativa Juvenil 2020.
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