Por Rolan Eduardo Soto López
Portada: Persy Cabrera
A Maru, por su cumpleaños, por su existencia.
22 grados Celsius. Afuera canta un pájaro. Camino a la sala, doy una, dos, tres vueltas y regreso a la cama. Hay cansancio, diez minutos más arropado. Me levanto y pienso en algo que podría activarme: Mami Nena Café, producido a 1,600 metros sobre el nivel del mar en la comunidad El Plantel, Yorito, Yoro. Lo busco en mi salita, doy vueltas, y no lo veo, me preocupo. Luego recuerdo que lo había guardado en una canasta elaborada por mujeres tolupanes de Montaña de la Flor. Listo, el café queda en preparación mientras me tiro a la cama de nuevo.
Pienso en el rinconcito que he construido en esta Tegucigalpa profunda: el calor, el olor a café mañanero, el abrazo de cada pared. Cuando llegué a esta casa, pequeña, austera, amigable.
Las casas se parecen a su dueño: Maru y su casa.
Conocí a María Eugenia por una razón con pocas explicaciones. Ya éramos «amigos» en Facebook. En una ocasión me escribió para contactar a Mauren Romero, poeta de Olanchito, pues quería integrar sus escritos en una antología. También me escribió para solidarizarse por la muerte de Apolo, un gatito que yo había rescatado y que murió penosamente. Después vinieron otras empatías virtuales que nos llevaron a nuestro primer encuentro en su casa.
Yo estaba nervioso: iba a conocer a una narradora y editora hondureña tan reconocida. No sabía si la conversación iba a ser formal, solemne o seria. Para mi sorpresa, me encontré a una Maru muy suelta para hablar, y con una chispa de gracia. De vez en cuando soltaba una frase graciosa y yo le seguía la corriente, pues disfruto la risa y la carcajada.Yo fui con una camisa azul claro, manga corta y botones; pantalón jean azul y zapatillas negras. Ella vestía una camisa ligera y fresca: azul marino, con detalles color naranja, pantalón jeans azul y tenis rosados. Esa tarde del 26 de enero de 2023 inició una conexión espiritual y de amistad.
La Inteligencia Artificial define a la amistad como «una relación afectiva que se establece entre dos o más personas, basada en el afecto, la confianza, la lealtad, el respeto y el apoyo mutuo». El filósofo griego Aristóteles identifica tres tipos de amistad: por utilidad, por placer y por virtud, es decir, amamos la utilidad, el placer y la virtud. En el mundo romano que vivió Cicerón, la amistad era considerada como aquello que hace espléndidas las situaciones favorables y leves las adversas. Este orador, estadista y escritor consideraba que la amistad no necesariamente debe ser útil, sino que más bien existir por sí misma. En Asia, precisamente en China, al amigo o amiga se le considera una fuerza débil, riqueza del pobre y medicina del enfermo. Omukago, es el concepto africano de amistad que refiere a un pacto de sangre entre dos personas que les une; este simboliza la unidad, el amor y la armonía.
Y para la cosmovisión indígena mesoamericana y andina, la amistad es sinónimo de hermandad: se existe con el otro y/o la otra, estamos unidos umbilicalmente.
Más allá del nombramiento, la definición de la amistad, y cada uno de sus encuadres sociales y filosóficos, esta existe en sí misma. Se crea, se práctica, existe. Esto explica mi relación con Maru: mujer piedra, por su tesón; mujer algodón, por su forma de querer; mujer hierro, por su manera de enfrentar la vida; mujer aire, por dar vida.
Nos han unido los afectos, nuestras utopías de un mundo justo, nuestro amor por los hermanos gatos, y su locura por las herramientas u objetos de ferretería. También nuestro encantamiento por la literatura y todas las formas posibles y decibles de contar la vida: el ensayo, el artículo científico, la buena poesía, el relato, el chisme, el chiste, toda palabra.
Se existe en los afectos, en todas las formas de querer, en la vida misma. No existe nada más allá de los afectos. Se es con el otro y la otra. Así como he sido con Maru y ella conmigo. Así como he hecho un rincón balsámico en su casa, que es un ser vivo, y no me siento fuera de ella.
1 comentario en “Elogio a la amistad”
Me encantó , que lindo !