Por Vale Ramos
Portada: Retrato de George Dyer en un espejo por Francis Bacon
Este año se resume en un sustantivo simple y masculino: cambios. En él, me he perdido a mí misma y olvido constantemente dónde encontrarme; quizás en las resoluciones no cumplidas de enero, quizás en los pensamientos intrusivos, quizás en las miradas al espejo.
De tanto cambiar, he quedado vacía. Me busco y no me encuentro. Perdí las resoluciones anotadas, perdí ante los pensamientos que calan, perdí a quien veo al espejo.
¿Qué se hace cuando los cambios nos abruman? ¿Qué se hace cuando las metas no se cumplen? ¿Cómo me explico a mí misma que los cambios no son negativos? ¿Por qué asocio con tanta negatividad la palabra? ¿Qué tanto de mí se ha rehusado a cambiar, que ahora que sucede me cuesta abrazarlo con cariño?
Durante mucho tiempo creí que debía estar «lista» para cambiar. La palabra «lista» tiene una definición clara: apercibido, preparado, dispuesto para hacer algo. Y ahí me enfrenté a un gran problema. No estaba dispuesta a enfrentarme a los cambios, no estaba preparada, y los cambios llegaron sin previo aviso. Creo que esa es la raíz del conflicto: el mal uso del lenguaje.
Estos meses me han golpeado con una ruptura amorosa, un despido laboral, los retos de un proyecto en desarrollo, tres trabajos, innumerables infecciones de garganta, rutinas de gimnasio –fallidas y aprovechadas–, una batalla constante con la comida, limpiezas de clóset y un sinfín de descubrimientos personales. Aunque han sido meses llenos de cambios, desafíos, logros y muchas primeras veces, me he sentido fuera de mí misma e incómoda. Esta sensación no es nueva para mí; no es la primera vez que enfrento cambios, pero sí es la primera vez que veo el avance, lo siento, lo admiro y lo quiero.
Entonces, si tanto deseo seguir por el camino que he trazado, ¿por qué mi mente toma el control y me invade con pensamientos negativos sin fin? ¿Por qué tiendo a sabotearme? ¿Por qué soy tan exigente con mis inseguridades, tan dura al compararme, y tan crítica con mis habilidades y pasiones?
Me encuentro luchando contra un límite de tiempo autoimpuesto, bajo presiones descomunales y metas inalcanzables. Y cuando no logro cumplirlas, siento una culpa abrumadora, desmotivación, desánimo, desinterés e insuficiencia. Todo esto me sumerge en un proceso de apatía que afecta cada aspecto de mi vida, convirtiéndome en una versión retraída de mí misma, incapaz de encontrar alegría o gozo. Me desconozco. Pasan los días. Me encuentro. Sigo avanzando, el cambio y yo debemos llegar a un acuerdo.
La respuesta a mi sinfín de preguntas y acciones negativas es reconocer que en mí habitan los mecanismos de defensa de la racionalización y la autoexigencia. Estos mecanismos toman el control como protectores ante el malestar y la incomodidad que me generan los cambios. Debo aceptar que tengo miedo al fracaso, a la vulnerabilidad, y a no alcanzar un rendimiento perfecto conmigo misma.
¿Cómo abrazo los cambios? ¿Cómo tomo con cariño las metas no cumplidas? ¿Cómo veo los cambios de manera positiva?
Lo primero que hice fue reflexionar sobre mis propias emociones, sentirlas, dialogar con ellas, provocando una ola de cuestionamientos.
Me detengo en silencio. Pasan los días y nada parece cambiar, pero al mirar atrás, veo cómo todo cambió. Para bien o para mal, siempre es para mejor. Me encuentro,
ya no soy la misma. Las cosas cambian, y yo cambio con ellas. Qué suerte, la mía. Sonrío al recordar quién fui, a los recuerdos de lo que ya no es, lo que en su momento fue mío y lo que dejé ir para ser quien soy.
No puedo luchar contra mis propios cambios ni contra los que la vida me presenta, aquellos que están fuera de mi control. Debo soltar esa necesidad de control y abrazar cada transformación con el corazón abierto. Ser más flexible y menos exigente conmigo misma es un acto de amor, un camino hacia encontrar valor en la paciencia y la constancia. Quiero abrazarme con ternura, reconociendo que lo que dejo atrás es para mi propio bienestar, y que la presión que a veces me impongo no es más que el deseo de crecer y ser mejor.
Después de meses —o tal vez años— he vuelto a escribir. Ahora me rodean perritos, he comenzado un nuevo trabajo que me apasiona y me exige. Estoy iniciando un nuevo proyecto que me emociona. Me miro al espejo y veo mis cambios físicos. Tengo amigos y familia a los que amo, he llegado a probar comidas nuevas, volviendo a realizar actividades que amo, como leer, escribir, visitar galerías y asistir al teatro. Estoy enamorándome por primera vez de mí misma, disfrutando de mi propia compañía, redescubriéndome y gozando el proceso.
A veces lo olvido. Olvido todo lo bonito que los cambios han traído: los procesos de sanación por los que he pasado, los cambios en mi identidad, en mis gustos y en mi forma de ser. Es normal que los cambios provoquen caos y pánico, pero eso también es una señal de que estoy avanzando, de que hay crecimiento. Me hace ser consciente de lo que estoy dejando atrás al tomar acciones que me acercan a vivir con más alegría.
La incomodidad y el sentirme fuera de mí misma son parte del desarrollo, y puedo ver estas sensaciones como algo positivo. Le doy la bienvenida a los cambios que han ocurrido, a los que están sucediendo ahora y a los que están por venir, abrazando todas las emociones que habitan en mí. Aunque sigo descubriendo los efectos de estos cambios, estoy lista para enfrentar mis miedos con paciencia y amor.
6 comentarios en “Con los cambios, se llega a un acuerdo”
Es un excelente trabajo y estoy seguro que los cambios no dejarán de visitarte, sin embargo confío en que ahora podrás verte con experiencia suficiente para saber cómo acomodarlos. Sigue así, Vale.🤓🫶🏻
Te abrazo Vale gracias por hacernos saber que esta bien temer al cambio y sentirse mal al final del camino nos damos cuenta que son lapsos que se viven de incertidumbre y tramos que después nos enseñan lo valiente que fuimos
He leído completo. Me siento identificada en muchos aspectos. Que hermoso leer esto, porque si lo estoy leyendo es porque el cambio al final ha sido bueno. Un abrazo.
Me gusto su articulo amiga 👏 la felicito siga asi!
Leerte fue como leer lo que he pasado este año.
No tenes idea, se me hizo chiquito el corazon, me dieron calma tus palabras.
Abrazaré mis cambios con ternura.
Gracias Vale
Admiro tu valentía de publicarlo, tu instrospección para identificarlo y la elocuencia para plasmarlo para que otros lo pudiésemos entender.
me gustó mucho. Sobretodo me gustó poder conocerte un poquito mejor y poderme identificar con algunas de las ideas que escribiste. El tiempo autoimpuesto, la búsqueda de perfección, las ideas negativas automáticas hacia uno mísmo