Crimen, impunidad y muerte detrás de la migración en Chiapas

El 9 de diciembre de 2021, en una carretera en el estado mexicano de Chiapas, se volcó un tráiler en el que viajaban unas 200 personas buscando el sueño americano; 56 de ellas murieron. Al seguir esta tragedia, una alianza periodística transfronteriza descubrió la historia de cómo criminales organizados les cobran a los migrantes pasajes exorbitantes por embutirlos, como mercancías, en estas cajas de acero y crean  a su paso una larga estela de corrupción. El corredor central chiapaneco, con dos pasos fronterizos principales, es el preferido para este tráfico brutal de personas en tractocamiones. Miles de migrantes de más de veinte nacionalidades han viajado como fantasmas hacia el norte. Solo se vuelven visibles cuando se accidentan o se mueren.

 

Por Ángeles Mariscal (Chiapas Paralelo) , María Teresa Ronderos y Àngela Cantador (CLIP),  Jody García (Plaza Pública), Brenda Medina (ICIJ) y Ronny Rojas (Telemundo). Ilustración: Alejandra Saavedra López

 

Sobrevivientes guatemaltecos del accidente ocurrido en Chiapas, México, el 9 de diciembre de 2021 identificaron a  “los chiapanecos”, como las personas que llegaron a sus comunidades a ofrecerles sus servicios de transporte a Estados Unidos. También ellos coordinaron su viaje en tractocamión, el cual se hizo noticia nacional por su saldo fatal de 56 personas muertas y 113 heridas. Otras de las víctimas declararon que los oyeron hablar en dialecto indígena. 

 

Los testigos, quizás sin saberlo, estaban señalando al Cártel de Chamula, integrado principalmente por indígenas tzotziles originarios del pueblo de San Juan de Chamula en los Altos de Chiapas. Este cártel es quien ejerce el control migratorio real del corredor central de ese estado fronterizo con Guatemala. Así lo confirmó Jorge L, ex funcionario federal experto en migración, que habló con esta alianza y prefiere no dar su nombre real por razones de seguridad. El gobierno apenas había reconocido a ese cártel como grupo criminal en noviembre de 2021, poco antes del accidente del 9 de diciembre.

 

Desde los años noventa, muchos tzotziles de Chamula se hicieron conocedores de las rutas a través de su propia experiencia, pues ellos mismos se contaban entre las comunidades más numerosas de migrantes a Estados Unidos. Eso quedó en evidencia porque en ese entonces ellos encabezaban las listas de deportados de ese país.   

 

“Si tú lograste llegar a Estados Unidos como indígena tzotzil Chamula, pues claro que regresabas a tu comunidad y querías llevarte a más familia, entonces comenzó una dinámica un tanto como, pues como moral, ética, por así decirlo, de compartir la riqueza”, dijo un experto esta región que por seguridad prefiere que no se revele su nombre.  Después, explica, la propia gente le fue pagando a esta persona, “y esto comenzó a generar esta historia de los polleros (traficantes) de Chamula, pero que el inicio tiene que ver más bien con un intercambio y de fortalecer a la propia comunidad”.

 

Luego de que el gobierno del presidente mexicano Felipe Calderón declarara la guerra contra el crimen organizado en 2006, decenas de narcotraficantes condujeron a sus familias a zonas más tranquilas del país a dónde protegerlos, como fue el caso de Chiapas.

 

El Cártel de Sinaloa que llegó del norte  “se topó con el fuerte sentido comunitario y de control del territorio de Chamula (…) aquí el cartel somos nosotros, dijeron los Chamulas y pactaron las condiciones de paso”, dijo Jorge L. Según él, con este nuevo respaldo del cártel nacional, los Chamula ganaron en infraestructura y fuerza.  

 

También sucedió que la clientela creció enormemente. Los centroamericanos salieron en masa de sus países luego de la devastación económica provocada por el huracán Mitch en 1998. Después vinieron otras oleadas empujadas por la pobreza, el cambio climático y la violencia en Centroamérica. Para contenerlos,  las políticas de Estados Unidos y de México se endurecieron. Los republicanos –bajo la presidencia de Donald Trump – convirtieron la migración y la xenofobia en el centro de su política. 

 

Cruzar esta frontera, más bien simbólica, que empezó a existir en 1824, cuando Chiapas dejó de ser parte  de la Capitanía General de Guatemala, se volvió difícil,  recorrer el territorio hacia Estados Unidos también. Y a mayor dificultad, mayor lucro.  Los traficantes vieron los cruces de gente, antes parte de la vida cotidiana, con ojos de negocio.

 

Con esa transformación, lo que había sido gestos de solidaridad de la comunidad tzotzil que le ayudaba a otras familias de su etnia a pasar como hormigas una frontera flexible y porosa en auto o pequeñas camionetas, se convirtió en un comercio semi-industrializado en tractocamiones, principalmente por el corredor central.

Los pasos de migrantes por la frontera entre Guatemala y México son diversos y van desde el sur, por Ciudad Hidalgo a Tapachula, hasta el norte, por la frontera selvática en El Ceibo. Hasta ahora se han detectado tractocamiones llevando a migrantes sobre todo en los pasos del corredor central, por Ciudad Cuauhtémoc o Carmen Xhán. Ilustración: Alejandra Saavedra López

Según los registros que envió el Instituto Nacional de Migración (INM) en respuesta a peticiones de información que hizo este equipo periodístico, en cada tráiler llevan centenares de personas.  Un sólo, por ejemplo, registrado a fines de 2021, llevaba 468 migrantes. Con tantos seres humanos apeñuscados, algunos de pie sin de dónde agarrarse, la muerte acecha en cualquier sobresalto o falla mecánica. Es una trampa. 

 

Un suceso reciente revela que esa fuerza Chamula hoy rige el tráfico de migrantes en ese corredor fronterizo. El 2 de marzo pasado, personas que fueron identificadas como originarias de Betania, bloquearon la carretera a Tuxtla Gutiérrez, en protesta porque pobladores vecinos habían retenido a tres hombres de su comunidad, según reportó la prensa. Los vecinos informaron que sí tenían a los de Betania porque iban armados y estaban usando su territorio como paso para traficar a personas migrantes. 

 

Sin embargo, documentos filtrados por Guacamaya de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) revelan que en los últimos años hay otros grupos disputándose el tráfico de migrantes en esa frontera. El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) e incluso integrantes de maras salvadoreñas tienen presencia en Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas, y en San Cristóbal, la ciudad más turística del estado. En 2023, en ese estado, las disputas armadas entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa casi se cuadruplicaron en comparación con 2022, según reportó el proyecto ACLED que sigue los datos de los conflictos armados en el mundo.

 

Estos son algunos de los hallazgos de una investigación transfronteriza para la que se aliaron Noticias Telemundo, el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), Pie de Página y sus aliados Chiapas Paralelo en Chiapas, En un 2×3 de Tamaulipas y periodistas en Veracruz,  Contracorriente en Honduras, Plaza Pública en Guatemala, ICIJ para República Dominicana y Bellingcat.

 

Esta alianza –luego de cerca de 25 entrevistas con expertos y autoridades, múltiples peticiones de información por ley de transparencia, búsquedas en fuentes abiertas y reporteo con protagonistas y viajeros en México, Estados Unidos, Guatemala y República Dominicana –estableció que el auge del tráfico de personas en tractocamiones también se debe a que las redes criminales se articulan hoy de manera sofisticada y transnacional, aprovechando que el intenso comercio de mercancías de México hacia Centroamérica se mueve en estos vehículos. Así lo relata     el reportaje central de esta investigación. 

 

Este capítulo de la investigación periodística se centra en la región fronteriza entre Guatemala y el estado de Chiapas. Sólo para tener una idea del volumen de mercancías que se mueve allí, según el SAT mexicano en 2016, 128 mil vehículos de carga cruzaron la frontera solo por la aduana de Ciudad Hidalgo, al sur de Chiapas. Al entrar a México de regreso, sólo a unos pocos de éstos camiones ya sin carga, les suben contenedores para que lleven migrantes decididos a hacerse una vida nueva en Estados Unidos.

 

En el registro de los únicos 21 tráileres que detectó el INM en casi 5 años (entre 2019 hasta septiembre de 2023) en Chiapas porque los revisaron, se vararon o se accidentaron, encontraron 3356 hombres, mujeres y niños provenientes sobre todo de Centroamérica, pero también de Ecuador, Haití, Cuba, República Dominicana, India y Bangladesh, entre otras nacionalidades.

De esos viajeros migrantes, el INM informó por escrito a este equipo periodístico, que 80 murieron en Chiapas. La cifra puede tener subregistro porque una base de datos construida por este equipo periodístico, con reportes públicos del mismo INM y notas de prensa, arroja un número menor de migrantes encontrados, pero uno mayor de muertos. Esta última registra que, desde octubre de 2018 y hasta noviembre de 2023, al menos 100 personas han muerto solamente en Chiapas, cuando intentaban cruzar México en tráileres.  

 

El accidente

 

Dulce Soto, madre de seis hijos y abuela de Yuniel Báez, contó sentada en terraza de su casa de Cañafistol, un pueblo de 8 mil habitantes en la provincia de Peravia, en República Dominicana,  que esos días de diciembre, ella y su nuera pasaron pegadas al televisor y en los teléfonos revisando videos y grupos de Whatsapp, atentas a las noticias del accidente en Chiapas. Al segundo día sin noticias de Yuniel, ella y la novia de su nieto vieron en un video su cuerpo tirado en el pavimento, con un pantalón de rayas naranja “!Ese es Yuniel, es él!”, dijo Dulce, y la novia asintió. El muchacho tenía 23 años. Se abrazaron llorando. 

 

La tragedia ocurrió a las 3:23 pm del 9 de diciembre de 2021, a unos 224 kilómetros frontera adentro de México desde Guatemala. El tractocamión había pasado tres minutos antes por el peaje de Chiapas de Corzo, en la vía que comunica con la capital del estado mexicano de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez. El conductor del tractocamión –quien iba con las “mejillas ruborizadas y los ojos dilatados”, como lo describió uno de los sobrevivientes— tomó una curva a más de cien kilómetros por hora y se volcó. Salieron volando decenas de personas que venían escondidas en su caja. Murieron allí  11 dominicanos, casi todos provenientes  de la misma región de la isla que Yuniel; y 42 guatemaltecos, según confirmaron las autoridades de esos países a esta alianza periodística.

 

“Yo lo crié como a un hijo, lo único que me quedó de mi hijo”, dijo Dulce a la periodista de esta alianza que la visitó en su casa en abril de 2023. El papá de Yuniel, había muerto de 21 años camino a Puerto Rico en una yola. Desapareció en el mar. “Aquí vino y me entregó a su hijo con una camita y hasta su sábana y me dijo ‘cuídamelo hasta que yo vuelva’”.

 

Su cadáver llegó el 24 de diciembre al pueblo. También devolvieron el cadáver de un vecino el 25 de diciembre. “Imagínate, eso era una tristeza, un velorio aquí y un velorio allá”, recordó Dulce. Se consuela con que “al menos a éste (Yuniel)  lo tengo aquí y lo puedo ir a ver, pero a mi hijo se lo tragó el mar, nunca supe de él”. Otros dos de sus hijos ya se fueron a Estados Unidos por Puerto Rico o por México.

Foto: Brenda Medina Ramírez

El primo de Yuniel salió herido en el accidente y fue devuelto a República Dominicana. Se quedó allá hasta que sanaron sus huesos rotos. Pocos meses después tomó de nuevo el camino hacia Estados Unidos a través de México y esa vez, consiguió llegar. Dicen que está en Nueva York. 

 

En la aldea Xenimaquin, municipio de Comalapa, departamento de Chimaltenango, en Guatemala vive Paulino Quirá, quien perdió a su hijo Marcos Gabriel de 19 años en el accidente. Se comunicó con él, el cuarto de sus once hijos, el día antes. Marcos le dijo que estaba en San Cristóbal de las Casas en Chiapas y que al día siguiente saldrían del pueblo. Estaba apurado. No sabía cuándo lo iban a sacar y ya quería irse. “Le dije ponte las pilas, no tengas pena, que ellos (los coyotes) saben cómo está el viaje, ellos son los que manejan”, le contó Paulino a una periodista de esta alianza que lo visitó en su casa en Xenimaquin.

“Siempre todos tenemos algo que desear –dijo Paulino – aquí realmente no se consigue nada. “Hemos visto que los que se van al otro lado siempre han logrado algo, por eso él decidió irse, pero lamentablemente no realizó su sueño. Él quería construir una casa y comprar terrenitos para sembrar. Yo soy agricultor y él deseaba eso también”.

 

Paulino contó que el viernes, al otro día del suceso, fue cuando lo llamó su nuera y le dijo que había habido un accidente y que si no estaría Marcos allí. Él le respondió:  “Esperamos en Dios que no”. Después siguió su relato: “En la tarde le puse internet al teléfono y allí vi que salieron muchas fotos y reconocí que él estaba allí, por sucorte de pelo y un poco del lado de su cara”. 

Foto: Jody García

La madre de Marcos Gabriel sigue extrañando  a su hijo

 

Aún hoy, dos años después del accidente, se desconoce una cifra cierta de cuántos pasajeros iban con Marcos, Yuniel y su primo. Un sobreviviente dijo en entrevista con la Comisión Nacional de Derechos Humanos mexicana (CNDH) que investigó el caso, según consta en el expediente de esta dependencia, a cuya copia pública tuvo acceso esta alianza, que iban unas 300 personas. Otro más explicó que escuchó al organizador decir que eran 210 los viajeros en ese tráiler. 

 

Cuando los cuerpos de socorro llegaron a la escena del accidente, vieron irse a muchos de los pasajeros sobrevivientes. Los registros oficiales de INM, obtenidos por ley de transparencia por esta investigación, registraron apenas a  111 viajeros, aunque la CDNH constatara un número mucho mayor, pues solamente contando los afectados eran 169.

 

Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala informó a esta alianza, venían allí  143 ciudadanos de Guatemala. La CNDH dijo en su informe que eran 148 los guatemaltecos,  heridos y muertos y que 16 de República Dominicana, tres de Ecuador, uno de El Salvador y un joven de Colombia, a quién la fiscalía luego señaló como posible integrante de la banda traficante. 

 

“Teníamos esperanza de darles algo mejor a nuestras familias, por eso salimos (…) ahora con el accidente ¿con qué vamos a regresar a la comunidad?”, había dicho horas después del volcamiento a Chiapas Paralelo, un medio aliado de esta investigación, Florentín Yatpop de 32 años, campesino  jornalero originario de Izabl, Guatemala,  quien perdió a su amigo Santiago Bolom, de 46, en el accidente. 

 

Yatpop estaba rezando en un centro de salud donde se recuperaba de las heridas, cuando  los periodistas se acercaron a entrevistarlo. “Nos dijeron (los traficantes) que íbamos a ir en unos buses, no en tráiler. Cuando daba las curvas no teníamos de dónde agarrarnos. Cuando chocó se golpearon más fuerte los que iban parados, la cabeza golpeó, creo que por eso murió tanta gente”.

 

A Dulce, su nieto Yuniel la llamó cada uno de los seis días que estuvo viajando antes de caer en el tractocamión. Le dijo que había volado desde República Dominicana a otro país antes de entrar por tierra a México. La abuela no supo qué país era.

 

Paulino viajó a México a buscar el cuerpo de su hijo. Indagó en los hospitales y en la Cruz Roja le dieron un listado de fallecidos, pero su hijo no figuraba. Al final, y después de pasearlo por muchas oficinas, le hicieron  una prueba de ADN y le confirmaron que su hijo estaba entre los muertos. 

 

“Los únicos que nos echaron la mano en México fueron unos periodistas y otras personas que también estaban buscando a sus familiares, tuvimos que caminar mucho y luego me dijeron que regresara a mi casa”. El alcalde de Xenimaquin le prometió que le enviaría el cuerpo de Marcos. Como a los diez días llegó.

 

Florentín Yatpop, y otra sobreviviente (esta menor de edad) contaron que los llevaron desde sus lugares de origen en transporte público, hasta el paso fronterizo entre Chiapas y Guatemala, conocido como La Mesilla – Ciudad Cuauhtémoc; otros, que los cruzaron por la comunidad Carmen Xhán, un poco más al norte. En todos los casos, llegaron a un pueblo donde, como dijo uno de ellos, “había un gran terraplén, había varios tráileres (…) algunos hablaban un dialecto indígena”, y que ahí a un primer grupo lo subieron a un tráiler, pero que era tal la cantidad de migrantes, que a ellos los subieron al segundo, el cual se accidentó.

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