Una advertencia grave para los arrecifes hondureños

El cambio climático ya está empujando los arrecifes coralinos de Honduras a sus límites. 

 

Texto y fotografías: Sierra Garcia


Durante 30 años de presenciar los arrecifes en el Caribe hondureño, antes como una niña curiosa y ahora como científica, Claudia Guerrero jamás había visto los corales en tan mal estado como parecían este octubre. Desde las Islas de la Bahía hasta la costa, los corales duros —que construyen cientos de kilómetros de arrecifes que protegen las costas que rodean— parecían fantasmas vestidos de blanco.

«Se siente una impotencia», me dijo en una videollamada. Guerrero es la coordinadora para Honduras de la organización Arrecifes Saludables para Gente Saludable, que hace monitoreo de la salud de todo el sistema arrecifal mesoamericano, que también incluye México, Belice y Guatemala. «Realmente no puedes hacer nada más que documentarlo y regar la voz…pero una solución a corto o mediano plazo, pues no la sé», dijo.

El «blanqueamiento» reciente de los corales es una consecuencia directa del estrés causado por meses de temperaturas elevadas en el mar Caribe. Los corales, que son animales vivos a pesar de que parezcan rocas de colores brillantes, pueden aguantar el calor hasta cierto punto. Después de cruzar ese punto, se ponen «blanqueados», un estado crítico del que se pueden recuperar al 100 % si mejoran las condiciones, pero que puede resultar en la muerte de arrecifes enteros si no baja la temperatura marina en poco tiempo. Guerrero sugiere que esos corales parecen «zombis».

Un legado rocoso

Los arrecifes de coral son famosos por sus colores brillantes y la diversidad de vida marina que soportan. Sin embargo, tienen mucha más importancia que su valor estético y científico. Los corales vivos forman la base de la pesca igual que el turismo. Ofrecen protección costera de los huracanes y las tormentas sin paralelo de invención humana, disminuyendo la fuerza de las olas hasta 97 % antes de que alcancen la orilla. Si los corales mueren, sus restos siguen protegiendo la costa hasta décadas después, pero eventualmente sin tanta eficacia si no se regeneran.

Estos corales normalmente tienen color café o anaranjado, pero se pusieron blancos bajo el estrés de casi cinco meses de calor excepcional.

«Es muy triste, la verdad, con nosotros como una comunidad de buceadores ver el futuro del arrecife cambiar de esa manera», cuenta Juan Castro Antunez, un instructor de buceo en Roatán. «Estamos viendo cómo el cambio climático está afectando el arrecife. Puede que nos afecte en el turismo». 

 

Mientras buzos y científicos esperan con ansiedad para revisar bien cuántos de los corales sobrevivirán, varias organizaciones siguen esforzándose para mejorar las perspectivas de los arrecifes hondureños para el futuro. Una de ellas es Roatan Marine Park (RMP), una organización sin fines de lucro que maneja varios programas para aumentar la resiliencia del arrecife coralino de Roatán. Sus soluciones incluyen estrategias nunca antes probadas en el país, como mezclar la información genética de corales individuos que parecen más resilientes  para producir una nueva generación más fuerte.

 

«Estamos acelerando un proceso que ocurre normalmente y que generalmente lleva mucho, mucho tiempo, pero lo estamos haciendo en un plazo más corto», me explicó Andrea Godoy Mendoza, la gerente de programas técnicas de RMP.

 

Pero este proceso depende de encontrar corales resistentes no solamente a las amenaza del calor marino, sino también a enfermedades letales que han destrozado las poblaciones de docenas de especies importantes. De allí, los científicos tienen que capturar los huevos y espermas de esos corales durante las pocas noches durante todo el año cuando se reproducen, un evento que puede ser difícil de predecir exactamente y que dura unos solos minutos.

 

Mientras tanto, hay muy poco que se puede hacer a un nivel local, o aún nacional, para prevenir que el mar siga calentándose más en los próximos años y décadas. Se estima que, de cumplir con los acuerdos internacionales más estrictos para parar el calentamiento global, se salvaría entre 10-30 % de los arrecifes de coral del mundo, pero que un calentamiento global mayor resultaría en la extinción de prácticamente todos los arrecifes de coral. 

 

«Fue impactante observar el innegable efecto del calentamiento global sobre nuestros preciados ecosistemas», escribió Godoy Mendoza en su cuenta de Instagram el 29 de octubre. «Ni fue necesario que entrásemos al agua para confirmar estos reportes [de blanqueamiento], ya que se observaban puntos blancos por todo el arrecife desde nuestra embarcación en la superficie».

 

Por el contrario, el día tormentoso en el que visité el arrecife de Utila, el agua de la superficie estaba tan brumosa que no se veía ningún rasgo del arrecife debajo. Luego de descender unos metros, aparecían distintas formas blancas, que al acercarse se revelaron como los corales: duros y suaves, con formas de abanicos, cerebros y lechugas, casi todos blancos y brillantes, desde el arrecife más superficial hasta al menos 25 metros de profundidad.

 

Era a finales de octubre, y yo había llegado para conocer el vivero de corales allí, uno de al menos siete en el país (todos en las Islas de la Bahía). En esos viveros los fragmentos cuelgan de estructuras sencillas hechas de tubería plástica que flotan sobre el arrecife superficialmentesuperficial, y hay buceadores que cuidan los esquejes de corales como jardineros submarinos. Ese proyecto en Utila lleva cinco años cultivando corales de la especie «cuerno de ciervo», y a su alrededor había marañas de corales plantadas al arrecife que habían comenzado como fragmentos del tamaño de un dedo en ese mismo vivero. Noté que la mayoría de esas colonias eran muy blancas, pero vivas aún.

 

Criar fragmentos de coral en viveros marinos, suponiendo que provienen de colonias que muestran alguna resistencia natural a enfermedades y calor, es una estrategia con algunas ventajas de implementación sobre la reproducción asistida. Esos viveros no requieren mucho equipo técnico, y pueden operar durante todo el año. Pero solo producen clones de colonias existentes, y demandan mantenimiento regular.

 

El día en que conocí el vivero de Utila estaba acompañada por otros 14 buceadores, la mayoría jóvenes y extranjeros, que vinieron como voluntarios para limpiar el vivero de algas, bajo la supervisión de la buceadora profesional Laura Olarte Bu.

Buceadores voluntarios en Utila limpiando estructuras en un vivero de corales, al fondo de un coral suave «blanqueado».

«Siempre les digo, ‘este es el momento en el que tenemos que actuar’» me contó Olarte Bu, con consternación aparente en su voz. «Si no lo hacemos ahora, luego no vamos a tener nada».

 

Pero Valeria Valladares, quien ha estado encargada de manejar el vivero en Utila desde la primavera, con la ONG Asociación para la Conservación de las Islas de la Bahía, dice que hay retos para involucrar a gente a largo plazo para ayudar a mantener el vivero. Los fondos para proyectos como viveros típicamente no involucran remuneración para personas de la localidad que quisieran apoyar el proyecto, y ni hablar de las barreras que existen para entrenarse como buceador, para comenzar.

 

«Al momento de involucrar a la gente local hay que tener en cuenta su tiempo. La mayoría no tiene el tiempo para ‘voluntariar’», me dijo Valladares, tras pasar toda la tarde en el vivero de corales. 

 

¿Quién puede salvar el arrecife?

 

Aunque en las Islas de la Bahía ha habido más testigos del blanqueamiento, el fenómeno ha afectado también la costa norte del país. La Bahía de Tela ha sido especialmente impactada, con mortalidad de más de la mitad de los corales en algunos sitios, según varias fuentes, aunque muchas de las especies en mayor peligro de extinción en la región siguen vivos y sanos.

 

«Esta información es bastante sensible porque hay muchas personas que dependen del arrecife», dice Guerrero. «No a todos nos gusta admitir que esto está pasando, pero es una realidad».

 

El «blanqueamiento» de los arrecifes hondureños, al igual que en todo el Caribe, era predecible; los científicos llevan décadas pronosticando que el calentamiento global sería una amenaza existencial para los arrecifes coralinos, que requieren un rango tan específico de temperatura que un aumento de solamente unos grados los puede matar. Antes de que comenzara el verano, las principales agencias climáticas y oceánicas de los Estados Unidos pronosticaron que 2023 sería un año especialmente caluroso a nivel global. Pero los resultados actuales en el mar Caribe estos últimos meses fueron peores que las advertencias científicas.

Laura Olarte Bu inspecciona los corales que crecen colgados encima del arrecife en un vivero en Utila. Aunque el arrecife en el fondo muestra muchos corales blancos, uno de los propósitos principales de usar viveros como este es buscar y multiplicar corales con resistencia natural.

Ambos, Tela y las Islas de la Bahía cuentan con protecciones gubernamentales de zonas protegidas marinas como refugios y parques nacionales. Pero esas protecciones legales, que en los mejores casos definen límites de la pesca y el desarrollo, reciben escasos fondos para su implementación. Mientras tanto, organizaciones como la Alianza para los Arrecifes de Coral afirman que medidas locales y regionales como la pesca sostenible y la buena calidad del agua desempeñan un rol importante para fortalecer los arrecifes ante la amenaza del cambio climático.

 

En ese aspecto, los corales se parecen a los seres humanos cuando enfrentan una enfermedad; es posible que un arrecife con buena salud resista mejor las amenazas, como el calentamiento global, que los corales que también tienen que luchar contra aguas contaminadas o un desbalance de las poblaciones de peces. Esas medidas están en manos de actores locales y regionales, aún los que no se dan cuenta de la existencia de los arrecifes coralinos. Por eso, «los biólogos no somos la solución» explicó Guerrero.

 

«No podemos ser la solución, no deberíamos de ser la solución, porque el arrecife no les pertenece a los biólogos» afirmó. «El arrecife les pertenece a todos y a todas los hondureños y a todos y todas los mesoamericanos».

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Sierra Garcia es una científica, periodista y becaria de la Fulbright-National Geographic, originaria de California y residente actualmente en Roatán
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1 comentario en “Una advertencia grave para los arrecifes hondureños”

  1. Es muy lamentable lo que estamos viviendo en Islas de la Bahía y en el Caribe. Justo esta mañana monitoreamos El Refugio de Vida Silvestre Banco Cordelia en Roatan y el efecto del blanqueamiento es devastador. Estamos en una emergencia 🆘 ‼️ Gracias por ese artículo tan bien enfocado; esperemos más personas y organizaciones nos ayuden a rescatar nuestros “oasis” del
    Caribe.

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