ntes de que iniciara el toque de queda en San Pedro Sula, Gustavo Sánchez, ministro de Seguridad, dijo que la violencia había bajado en un 80% en el Valle de Sula; aún así, él mismo inició con una oración a Dios el 4 de julio en el parque central de esta ciudad, los operativos nocturnos en el marco de esta medida que restringe la movilidad en las calles de las 11:00 p.m a 4:00 a.m. Empresarios y personas que sobreviven del comercio informal consideran que la medida es innecesaria y que las autoridades debieron buscar alternativas para combatir la violencia ya que esto agudiza uno de los más grandes problemas que enfrenta la ciudadanía en el país: la pobreza y la falta de empleo.
Texto y fotografía: Amilcar Izaguirre
El toque de queda obligó a Gisel Alfaro a dormir en un viejo colchón en su puesto de trabajo ubicado en la tercera avenida de San Pedro Sula. Gisel trabaja en uno de los cinco puestos de venta de baleadas y otras comidas donde atiende las 24 horas los 7 días de la semana. Antes de que la presidenta Xiomara Castro, impusiera esta medida en Choloma y en San Pedro Sula, el horario de trabajo de Gisel era desde las 5.00 p.m. hasta las seis de la mañana.
Con el estado de excepción, y ahora con el toque de queda, Gisel y sus compañeros acordaron nuevos horarios con el dueño del negocio, ahora inician a las 3:00 p.m. y cierran a las once de la noche cuando comienza el toque de queda; pero no pueden salir hacia sus casas porque podrían ser capturados, entonces, han improvisado un pequeño cuarto dentro del negocio para esperar a que amanezca y termine la restricción.
En el negocio de comida de Nelson Inestroza, trabajan unas catorce personas incluyendo a Gisel, ocho laboran por la noche y seis durante el día, pero con el toque de queda ha tenido que suspender la mitad del personal ya que, según nos dijo, las ventas han bajado en un 60% y no puede pagarles a todos. «Estoy trabajando con un 35% de la cantidad de alimento que acostumbro a tener, no puedo hacer más porque en hora y media comienza el toque de queda y ya no habrá quien la compre y sería más pérdida», dijo Ineztroza, cuando faltaba un cuarto para las diez de la noche.
Cada día, al final de la jornada de trabajo, los empleados de Nelson reciben 400 lempiras de salario, por lo tanto, cuando no trabajan un día tampoco reciben ingresos. Para que el impacto no recaiga del todo en la mitad del personal, Nelson rota los horarios para que cada empleado trabaje tres días a la semana, de esa manera distribuye entre todos el poco trabajo que les ha dejado el toque de queda. «Con esta medida perdemos todos, ahí estamos viendo cómo nos organizamos para salir adelante, me ha tocado llevar a dormir en mi casa parte del personal porque no nos queda de otra», dijo Nelson.
Según el Foro Latinoamericano de Seguridad, en el 2011 San Pedro Sula se convirtió en la ciudad más violenta del mundo con una tasa de 159 muertos por cada 100 mil habitantes; sin embargo, en los últimos años, a pesar de seguir siendo una de las más violentas del país, esta ciudad pasó al puesto 42 de las 50 ciudades más peligrosas del mundo.
Nelson Inestroza dijo que la situación de violencia en San Pedro Sula no es tan mala como en los sectores aledaños y que la medida debería ser para esos sectores. «Lo único violento que pasó acá es la muerte de tres personas en una panadería, esta medida solo viene a afectar el turismo y a las personas que trabajan en los negocios nocturnos» comentó.
Óscar Rodriguez, vicepresidente de la Asociación de Bares y Restaurantes Vida Nocturna (Asobares), dijo que en San Pedro Sula hay unos 800 negocios nocturnos entre bares, restaurantes, discotecas y gente que se dedica a la música. «San pedro Sula, es como una pequeña New York que palpita día y noche, en ese sentido las pérdidas son grandísimas, nosotros calculamos que solo en la primera semana hemos perdido entre 10 millones de lempiras, es fácil sacar la cuenta si solo un bar en Río de Piedras, vende entre 450 a 600 mil lempiras semanales», dijo Rodríguez.
Los representantes de los negocios nocturnos creen que la presidenta Castro impuso el toque de queda con buenas intenciones pero sin consultar con ellos y culpan a sus asesores en materia de seguridad porque creen que hay otras opciones que no requieran cerrar los negocios nocturnos, por eso piden sentarse a dialogar sobre esa situación para buscar soluciones.
Óscar Rodriguez dijo que el argumento que presentan las autoridades para justificar el toque de queda es que no hay suficientes policías aún, incluso sumando a los militares, por lo tanto, recomiendan como estrategia utilizar a guardias de seguridad; «Gautama Fonseca organizó las empresas de seguridad a finales de los años 90, ahí está la Dirección de Control de Empresas de Seguridad Privada que maneja la Policía Nacional, y son más de mil empresas registradas en el país ¿por qué no operan con ellos como lo hacen en en Guatemala? ese sería un gran paliativo», comentó Rodríguez.
En cuanto a la recomendación hecha por el presidente de Asobares, sobre utilizar la seguridad privada como alternativa contra la violencia, el analista Leonardo Pineda opinó que eso no sería nada nuevo porque ese tipo de negocios ya cuentan con cuatro o cinco guardias, por otro lado, el uso de la fuerza es competencia exclusiva de la Policía Nacional. «Para eso se tendría que legislar porque sería un problema porque el uso de la fuerza es un monopolio del Estado», dijo Pineda.
Según Peneda en Honduras existen entre 100 a 120 mil guardias de seguridad, que prácticamente quintuplica la cantidad de efectivos de la policía, pero no dan respuesta al tipo de violencia que estamos viendo, «un guardia de seguridad no se va a enfrentar con las maras o el crimen organizado, una por que no tiene el entrenamiento necesario y otra porque no es su competencia, yo no veo que sea una medida razonable e iríamos en sentido contrario privatizando más la seguridad», comentó.
Para el analista el toque de queda tampoco tiene sentido porque esa hora lo que pueden encontrar son personas en estado de ebriedad, además el crimen organizado se mueve a plena luz del dia y no andan esperando la noche para delinquir y según su punto de vista para resolver el tema de seguridad debe existir un proceso largo porque aún estamos en pañales en cuanto a inteligencia, logística, investigación y las instituciones de seguridad siguen infiltradas por el crimen organizado. «Muchas de esas cosas se saben y no hacen nada, primero deben limpiar la casa para después ver de adentro hacia afuera», concluyó.
El lunes 10 de julio, dueños y empleados de negocios nocturnos salieron a protestar en la primera calle de San Pedro Sula para exigir que se suspenda el toque de queda. «¿Quién va a pagar la escuela de mis hijos y el alquiler del negocio?» decía una de las pancartas de los manifestantes.
Gisel permanece 15 horas en su puesto de trabajo aunque solo trabaja tres días a las semana; ella es consciente de que están viviendo un momento atípico, por eso dice que trabajar en esas circunstancias es una manera de conservar su empleo y solidarizarse con el dueño del negocio. «No soy experta haciendo baleadas y hoy me toca reemplazar a la persona que las hace, pude quedarme en casa y no venir a trabajar pero ocupo el dinero y debo apoyar al dueño del negocio», comentó Gisel.
Gisel vive con su esposo y su hija de dos años en la colonia San Jorge, en Cofradía, a unos 26 kilómetros del centro de San Pedro Sula; con el cambio de horario le ha tocado trabajar en el turno de la noche mientras su esposo cuida de su hija por las noches, durante el día le paga a una persona 150 lempiras para que le cuide a la menor. «Ya no se puede vivir con un salario, por eso mi esposo y yo trabajamos para pagar los gastos del hogar, espero que solo este mes estemos en esta situación», comentó.
Entre los gastos de transporte y el cuidado de su hija, Gisel invierte 200 lempiras diarios lo que representa el 50% de lo que gana en ese trabajo; en los tres días que trabajará a la semana apenas podrá obtener unos 600 lempiras. Dijo que está preocupada porque paga 2000 lempiras de alquiler en la casa en que vive; «Vamos a tener que comprar sólo lo necesario y evitar comprar comida en la calle para que nos ajuste el dinero», comentó.
El alcalde sampedrano, Roberto Contreras, quien desde el principio estuvo en desacuerdo con el toque de queda y que también se considera un emprendedor afectado con esta medida, acompañó la marcha sosteniendo un cartel que decía «Lo único que pedimos es que nos dejen trabajar» y hasta tomó un megáfono para exponer a los manifestantes su apoyo y el rechazo a las medidas tomadas por la presidenta Xiomara Castro.
Contreras dijo que el ministro de Seguridad, Gustavo Sánches, le dijo que estaban trabajando en un informe sobre la baja de la violencia en la ciudad. «Hay que pagar planillas, renta de locales, luz e impuestos, si cerramos cómo vamos a pagar, las pérdidas ya suman más de 100 millones en la industria nocturna, lo que quiere decir que el impacto también será grande para la municipalidad y al gobierno central», comentó Contreras.