Bernardo Arévalo canalizó el voto de descontento hacia el sistema y pasó a segunda vuelta. El candidato del Movimiento Semilla, por quien nadie apostaba hace 24 horas, competirá contra Sandra Torres por la presidencia. La presidenciable por la UNE fue la candidata más votada por tercera vez consecutiva. Esta fue la única previsión que sí se cumplió en una noche inesperada que mostró cómo las encuestas, en ocasiones, fallan. Los otros favoritos, Zury Ríos y Edmond Mulet, no quedaron ni entre los cuatro primeros.
Texto: Carolina Gamazo, Jovanna García y Asier Andrés
Edición: Asier Andrés
Diseño: Diego Orella
Eran las 2:03 minutos del 26 de junio cuando Bernardo Arévalo, el candidato presidencial Movimiento Semilla, llegó al centro de campaña del partido, instalado en un salón del Hotel Las Américas, en la zona 13 capitalina. Arévalo llegaba directamente del centro de cómputo electoral, ubicado en la zona 11, donde había presenciado algo que probablemente nadie en el país imaginó.
Arévalo fue recibido por decenas de integrantes del partido que aplaudían, chiflaban y gritaban de alegría. Su presidenciable, que apenas llegaba al séptimo lugar en las últimas encuestas de intención de voto, figuraba ya como el segundo candidato con más votos para la presidencia de Guatemala.
Arévalo subió a la modesta tarima que el partido preparó y tomó el micrófono: “Lo decía Ronaldo Robles (un asesor fallecido hace unos meses), no nos van a ver venir, vamos a llegar y no se van a dar cuenta. Y eso, eso fue lo que hicimos esta noche. (…) Estamos a punto de cambiar cómo se hace la política de Guatemala”, dijo con fervor a su audiencia.
En un giro inesperado de los acontecimientos que ningún analista predijo, Bernardo Arévalo, un académico, hijo de Juan José Arévalo, el ex presidente que abrió la primavera democrática del periodo 1944 y 1954, obtuvo el segundo lugar en la primera vuelta electoral de las Elecciones Generales de Guatemala de 2023.
El candidato del Movimiento Semilla dejó fuera a los que se perfirlaban favoritos para este segundo lugar: Zury Ríos, hija del general golpista, sentenciado por genocidio Efraín Ríos Montt; y el político y diplomático de larga trayectoria Edmond Mulet.
Arévalo arrasó, sobre todo, en el área metropolitana. En los tres municipios más poblados del país, la Ciudad de Guatemala, Mixco y Villa Nueva, obtuvo alrededor de uno de cada tres votos válidos.
Semilla fue el partido más votado en todo el departamento de Guatemala en las legislativas de 2019, sin embargo ahora mejoró sus resultados e hizo lo que nadie previó: lograr resultados buenos o aceptables en prácticamente todo el país.
Arévalo fue el candidato más votado en el departamento de Guatemala, el Distrito Central, en Sacatepéquez, Chimaltenango y Quetzaltenango. También fue el segundo más votado en Jutiapa.
Pero su desempeño fue aceptable en todo el territorio nacional. En los departamentos donde no ganó, en promedio, tuvo un 7 por ciento de los votos sin importar la región del país.
Esto le permitió superar con comodidad a sus rivales y situarse más cerca de la primera posición que de la tercera.
Con cerca de 640 mil votos, su resultado ha sido el mejor que un candidato progresista y crítico con el sistema político y económico ha tenido en décadas.
A diferencia de otros candidatos similares, como Thelma Cabrera en 2019, que quedó cuarta, Arévalo sí ha emergido como un candidato realmente nacional, lo que le ha permitido ser segundo.
Su éxito pone de relieve la existencia de un fenómeno que las encuestas no previeron: el voto de rechazo a los candidatos tradicionales existe y, aunque se concentra en el área metropolitana, está presente en todo el país.
Competencia de anti votos
En la segunda vuelta, que tendrá lugar el 20 de agosto, Arévalo se medirá con Sandra Torres, la presidenciable por la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).
Torres quedó en primer lugar, con algo más de un 15 por ciento de los votos. Esta es la tercera vez consecutiva que la candidata de la UNE gana en primera vuelta y pasa a la segunda.
Torres puso en evidencia el poder que sigue teniendo su partido en todo el país. Ha pasado más de un década desde que la UNE hizo gobierno, presidido por su entonces marido, Álvaro Colom; pero permanece como una fuerza de primer orden, algo que ningún partido había logrado en el actual régimen constitucional.
Torres tuvo el peor de los desempeños de sus tres participaciones. En 2015, tuvo casi 950 mil votos, y en 2019, más de 1.1 millones. Ahora, su caudal electoral bajó hasta los 815 mil.
Aún así, ganó facialmente. Torres tuvo éxito en los departamentos muy poblados del norte y occidente: Huehuetenango, San Marcos, Alta Verapaz y Quiché. Pero su desempeño fue también fue muy bueno en lugares como Petén, Escuintla o Suchitepéquez.
Esto pone de relieve cómo el voto duro de Torres pervive. Ella es una de las figuras políticas más conocidas del país. A esto se suma la fortaleza de las estructuras locales y departamentales de su partido y el hecho de que aún se la recuerda como la creadora de los programas sociales durante el gobierno de su exmarido, el presidente Álvaro Colom (2008- 2012).
En estas elecciones, Sandra Torres se presentó como una candidata más conservadora y amplió sus promesas de campaña a temas como la seguridad. Pero siempre utilizó como uno de sus reclamos principales de campaña el reparto de bolsas de alimentos básicos para la mayoría pobre, que según datos del Banco Mundial, asciende al 54 por ciento de la población.
El éxito de esta fórmula tiene sus límites. Ha sido suficiente para convertirla en la candidata más votada desde 2015, pero insuficiente para llevarla a la presidencia.
Las segundas vueltas han resultado nefastas para Torres. En 2015 perdió contra un comediante outsider que participaba por primera vez: Jimmy Morales. Y en 2019, frente a un veterano candidato derechista, acusado de ejecuciones extrajudiciales, que nunca había pasado a una segunda vuelta: Alejandro Giammattei.
Ambos ganaron a Torres con facilidad. Así quedó en el imaginario popular que el rechazo que genera Torres es tal, que quien compite en contra de ella en el balotaje, gana las elecciones.
En esta segunda vuelta, sin embargo, habrá una diferencia. Morales y Giammattei eran conservadores, capaces de atraer a un electorado amplio de personas que se identifican con la derecha, los valores de la familia tradicional o la fe religiosa.
Arévalo, en cambio, es un académico progresista. Integra un movimiento que emergió de la primavera democrática anti corrupción de 2015. Y su apellido remite a una primavera democrática anterior, la del periodo 1944-1954.
Ambas generaron un poderoso movimiento de rechazo entre las élites y los grupos más conservadores y largos procesos de retroceso.
Para la segunda ronda electoral, está por ver qué rechazo pesará más en la mente de estos votantes. El que genera una mujer como Torres, a la que en un momento se la consideró una populista peligrosa, pero que ahora representa la continuidad del sistema político tradicional. O el que genera un progresista anticorrupción como Arévalo.
De esta forma, esta segunda vuelta representa navegar en territorios inexplorados para muchos votantes.
La caída de los favoritos
Las encuestas no predijeron el éxito de Arévalo ni tampoco la magnitud del descalabro que sufrieron anoche las candidaturas a la presidencia de Zury Ríos y Edmond Mulet.
Ambos seguían el camino de lo que suele considerarse un intento exitoso de alcanzar la presidencia. Invirtieron en grandes campañas. Se acompañaron de multitud de figuras políticas poderosas o caciques departamentales, algunos de ellos cuestionados por su vínculo con casos de corrupción. Llegaron a puntear en las encuestas de los medios de comunicación principales hasta días antes de los comicios.
Sin embargo, en el día de elección, no quedaron ni entre los cuatro primeros.
Ambos fueron adelantados por el oficialista Manuel Conde, del partido Vamos, que quedó tercero, con casi el 8 por ciento de los sufragios, quien ha sido acusado de utilizar la maquinaria estatal a su favor. También quedaron detrás del candidato de Viva, Armando Castillo.
Ni Mulet ni Ríos llegaron al 7 por ciento de los votos. El primero quedó quinto y la segunda en sexto lugar.
Desde el comienzo de este año, Ríos se perfilaba como la favorita del sector privado organizado y la derecha más dura. En las primeras encuestas siempre figuró como una de las candidatas que pasaría a segunda vuelta. Después, su candidatura fue perdiendo fuerza y finalmente fracasó en el día clave.
Ríos logró relativamente buenos resultados en la ciudad capital, en el departamento de Guatemala y en Zacapa, donde fue la segunda candidata más votada. Pero en el resto del país su desempeño fue pobre.
El comportamiento del Mulet fue el opuesto. Este ex diplomático conservador que se presentaba como un outsider que renovaría la política, tuvo resultados aceptables en más distritos y superó en votos a Ríos. Pero no destacó en ningún departamento importante. Su mayor éxito fue ser segundo en Sacatepéquez, Jalapa y Totonicapán.
Solo hace unos días, una de las encuestas más importantes, ubicaba Mulet en segunda posición en la intención de voto. Esto hizo pensar a muchos que el escenario de 2015 y 2019 volvería a repetirse y que el rechazo que genera Torres, beneficiaría en 2023 a Mulet. El candidato, sin embargo, quedó quinto, peor que en su primera participación en 2019.
Como tantas otras, esta fue una previsión que tampoco se cumplió en una noche histórica.
Cancelaciones y voto de rechazo
Estas elecciones fueron probablemente las más conflictivas de los últimos años. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) canceló tres candidaturas presidenciales, dos de ellas clave, cuya concurrencia en esta contienda hubiera cambiado, muy posiblemente, el rumbo de estos resultados.
La primera fue la del binomio por el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), compuesto por Thelma Cabrera y Jordán Rodas como presidenciable y vicepresidenciable, respectivamente.
Cabrera, una lideresa indígena con un fuerte apoyo en algunos departamentos, y Rodas, el ex Procurador de Derechos Humanos.
Cabrera obtuvo en las anteriores elecciones la cuarta posición y muy posiblemente hubiera obtenido un gran caudal de los votos de izquierda, que finalmente se encauzaron hacia Bernardo Arévalo.
La otra cancelación clave fue la de Carlos Pineda con Prosperidad Ciudadana. Pineda era el nuevo outsider de la contienda, un finquero próspero que salió de Tik Tok y lideraba las encuestas de intención de voto a mediados de mayo, en buena parte gracias a su estrategia en redes sociales.
La cancelación de Pineda no tiene precedentes en la historia del país. Es la primera candidatura que se suspende en un momento muy avanzado del proceso y mientras lidera las encuestas.
Esto dejó muchas dudas acerca del papel del TSE en el sistema democrático del país y si el proceso estaría siendo manipulado para favorecer a ciertos candidatos como Ríos, Torres o Mulet.
A estos problemas se sumó, la publicación hace unos días, en los medios El Faro y The New York Times, de artículos en los que se informó que una de las magistradas del TSE, Blanca Alfaro, se habría presentado en 2022 en la embajada de Estados Unidos en el país para denunciar que el gobierno estaba tratando de sobornar al poder electoral. Según las citadas publicaciones, Alfaro mostró a representantes de la embajada estadounidenses, Q50 mil que, según ella, Miguel Martínez, conocido por ser la pareja de Alejandro Giammattei, habría entregado a los magistrados del TSE como un sobresueldo.
Todo esto enturbió la perspectiva de unas elecciones libres y aumentó la percepción de que la política tradicional se perpetuaría en el poder incluso en contra de la voluntad de la población.
Algunos ciudadanos respondieron con el desencanto. Más de 950 mil electores votaron nulo en la papeleta presidencial, una cifra que casi quintuplica a la registrada en 2019. El 17 por ciento de los sufragios, de hecho, fueron nulos, más que lo votos obtenidos por cualquier candidato.
Pero otras muchas personas se inclinaron por un partido como Semilla, que surgió precisamente para llevar a las instituciones a personas críticas de la corrupción y las viejas prácticas de la política.
De las protestas de 2015 a segundo lugar en las Elecciones.
La emergencia ahora de Semilla como alternativa de gobierno pone de relieve cómo la influencia de las protestas anti corrupción de 2015 siguen marcando al país.
Semilla comenzó poco antes, en 2014, alrededor de un grupo de intelectuales progresistas. Entre ellos había figuras conocidas, como el economista y exministro de Finanzas (2008-2010), Juan Alberto Fuentes Knight o el sociólogo y ex militante comunista, Edelberto Torres Rivas. También intelectuales, escritores académicos o investigadores como Carlos Mendoza, Anabella Giracca, Alejandro Balsells Conde, Elena Díez Pinto, Julio Donis, Jonathan Menkos o Carolina Escobar Sarti.
Pero las protestas de 2015 y cómo estas concluyeron: con la elección de un presidente, Jimmy Morales que hizo campaña contra la corrupción, pero pronto cambió de opinión, hicieron a Semilla plantearse dar el salto a la política electoral.
Inscribieron el partido en 2018 y en 2019 lanzaron su primera candidatura a la presidencia. El partido postuló como presidenciable a Thelma Aldana, una ex fiscal general y una fuerte aliada de la lucha contra la corrupción.
Pero el TSE, iniciando una trayectoria de bloqueo de candidaturas que se ha acentuado en la actual campaña electoral, impidió su inscripción por una denuncia de corrupción durante su gestión como fiscal. A pesar de ello, Semilla obtuvo un buen resultado en sus candidaturas a diputados y obtuvo siete representantes en el hemiciclo.
Ahora, en su primera candidatura presidencial, el partido ha logrado pasar a segunda vuelta. En el partido creen que este éxito se debe, en parte, a su buen trabajo en la campaña y a que su mensaje ha calado entre los más jóvenes. Pero también saben que una parte de los sufragios a su favor son el anti voto contra el sistema, como dijo el propio Arévalo anoche.
“Estamos viviendo el momento en donde el rechazo al sistema político guatemalteco está alcanzando su cima, porque no estamos viendo únicamente los votos que nosotros hemos obtenido, también los votos nulos”, dijo el presidenciable de Semilla.