Texto: Javier Carrington
Portada: Persy Cabrera
En el marco del 17 de mayo, Día Internacional de la Homolesbobitransfobia.
Cuando hablamos de los gritos, siempre los asociamos a la violencia o falta de comprensión, sin tener una mirada clara de qué son y para qué nos sirven. Usualmente, los gritos son manifestaciones emocionales, esos que nos sirven para sacar toda la basura, contaminación y desilusión que llevamos adentro y se agudizan cuando hablamos de nosotros, sí, de nosotros las personas LGBTIQ. Pero ¿cómo vinculamos los gritos con nosotros, las personas LGBTIQ? Pues, nuestros gritos y nuestros cuerpos siempre han sido la mayor herramienta política para reclamar lo que históricamente se nos ha sido arrebatado, estamos hablando de nuestros derechos humanos.
Como personas sexo disidentes, desde pequeños nos han oprimido al censurarnos en entornos familiares y educativos —bueno, las personas LGBTIQ que tuvimos el privilegio de estudiar—, entornos laborales y en espacios cívicos. Esa censura es la que siempre nos oprime y que, si la vemos con detenimiento, es una censura estructural, pues el sistema social hondureño desde su colonialidad y cisnorma nos prohíbe manifestarnos políticamente.
Pero hay algo que debe de ser considerado y es que hoy, los nuevos relevos generacionales, estamos más latentes que nunca, estamos haciendo una lectura de contexto bastante critica y confrontativa y, como lo dije anteriormente, nosotros como personas sexo-disidentes vamos a gritarle al mundo y al sistema sus verdades hasta que sea necesario, aquí nadie nos va a prohibir gritar. Nuestros cuerpos, nuestras interseccionalidades y voces no van a ser calladas por ningún político o movimiento ajeno a nuestra problemática, si hay algo que no nos pueden arrebatar es nuestro sentir, nuestra ira e indignación y seguiremos viviendo en un estado constante de cuestionamiento y reclamo hasta que las violencias paren.
Cada día estamos más enardecidos, es por eso que estamos manejando cuestionamientos y discursos claros que exponen la verdadera problemática que vivimos las disidencias sexuales en Honduras. Este país tiene que reivindicarse, estamos conmemorando el día de la lucha contra la homolesbitransfobia y ¡este es un día en el que seguiremos dando gritos! Seguiremos luchando por una sociedad más justa e igualitaria, y a las nuevas generaciones les decimos que la mejor herramienta que tenemos es nuestros cuerpos, gritos y colores, eso es algo que el sistema jamás nos va a arrebatar.
Como defensor de derechos humanos sé que la oposición es fuerte pero como siempre digo: si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará? ¿seguiremos dejando que nos roben la dignidad, que pisoteen nuestras oportunidades, que censuren nuestras voces, que nos criminalicen, que nos ridiculicen con discursos de odio? Aquí nadie nos va a prohibir gritar.
Y por último, algo que siempre menciono en mis discursos: San Pedro Sula no es San Pedro sin sus maricones, sin sus lesbianas y sin sus trabajadoras sexuales, y ¡que aguante nuestra existencia Roberto Contreras, el actual alcalde!