Los bordos de los ríos que cruzan la ciudad de San Pedro Sula han sido por décadas poblados afectados por la pobreza extrema, la vulnerabilidad ante los fenómenos naturales y por la sobrepoblación que produce la migración del campo a la ciudad. Ahora estos asentamientos humanos informales reclaman una reubicación digna.
Texto y fotografía: Amílcar Izaguirre
Después de que mataron a su primer esposo, Elsa María Mejía migró de la aldea Callejones en el municipio de Macuelizo, Santa Bárbara en el occidente de Honduras a San Pedro Sula, la ciudad industrial en el norte del país. Sin embargo, en este nuevo destino, donde la violencia tampoco es ajena, la pobreza la persiguió. Hace 13 años le compró una casa de madera reciclada a su hermano mayor ubicada en los bordos de Champerío en San Pedro Sula donde vive junto a sus hijos y nietos. Fue lo mejor que pudo conseguir, porque primero, intentó vivir en una casa en el Ocotillo, una comunidad alejada del casco urbano de esta ciudad pero no pudo costear la renta.
Hace unos días, Elsa se unió al grupo de aproximadamente 150 familias que pretenden tomarse la reserva del Acuífero de Sunseri con la intención de conseguir un terreno para hacer su casa o al menos exigir una reubicación para salir de los bordos. «Estoy luchando para darle a mis hijos un lugar digno donde vivir para que cuando yo muera no queden desamparados. Además, no tengo dinero para reparar mi casa, las láminas están llenas de agujeros y cuando llueve el agua se mete por todos lados» dijo Elsa mientras señalaba con el dedo su casa deteriorada por los años.
Elsa tiene 40 años, es madre soltera y tiene a su cargo cinco hijos y dos nietos que le dejó su hijo mayor al morir ahogado en río Blanco en esta ciudad. Los cinco hijos menores están en edad escolar pero este año, por falta de dinero, solo dos de ellos van a la escuela. Hace seis años Elsa dejó su trabajo de lavar pisos en un centro comercial de la ciudad porque padece de diabetes y, según comentó, en varias ocasiones fue llevada de emergencia del trabajo al hospital y esto le impidió seguir trabajando.
Hace cinco años su madre murió de diabetes y, un año después, también murió su hija de 18 años por la misma enfermedad. «No pudimos comprarle el tratamiento por la pobreza, ahora quisiera no existir, hay momentos que mejor le pido a Dios que me lleve cuando no me puedo levantar de la cama porque se me ponen los pies hinchados» dijo Elsa, con la voz entrecortada al borde del llanto. «Para poder llevar comida a la casa, mi hija de doce años y el niño de once venden cuadernos en los semáforos y con el dinero que hacen de la venta sobrevivimos» dijo Elsa y comentó que hay días que venden y otros que regresan sin traer dinero.
Los bordos fueron construidos para proteger los cultivos de banano de las inundaciones. Con los años los bordos se convirtieron en asentamientos humanos donde hoy viven unas 17 mil familias que suman aproximadamente 76,000 habitantes distribuidos en 16 bordos según dijo César Cárcamo, gerente para el Valle de Sula de la Comisión de Acción Social Menonita (CASM) que desde el 2005 trabaja con la gente de estos bordos. La cantidad de población que vive en los bordos equivale a casi el 10% de la población total de San Pedro Sula que es de 777,877 habitantes según Instituto Nacional de Estadística, INE.
La toma de la reserva Acuíferos de Sunseri tiene implicaciones que van más allá de lo ambiental y la tenencia de tierra. Cerca de este predio funcionan diez pozos que abastecen de agua a buena parte de esta ciudad.
Cárcamo afirmó que la mayoría de las personas en estos lugares se sostiene recogiendo y vendiendo desechos reciclables y haciendo trabajos domésticos. «El trabajo formal que encuentran es de guardia de seguridad y cuando alguien va a buscar trabajo y dice que vive en los bordos no lo contratan porque tienen el estigma de que todas las personas que viven en esos lugares pertenecen a grupos delictivos. Tienen que mentir para no ser discriminados» dijo Carcamo.
Juan García, un poblador del bordo Pueblo Nuevo, dijo que, como no podían pagar alquiler, vivían en los bordos. «Acá algunos compañeros se quedaron sin casa después de las tormentas Eta y Iota y la mayoría de estas familias son madres solteras que también necesitan un lugar digno donde vivir», dijo Juan mientras sostenía un machete en su mano derecha el cual utiliza para limpiar el predio del Acuífero.
«La gente de colonias marginales por la pobreza extrema se instalan en los bordos para abaratar el costo de la vida porque ahí no pagan alquiler, agua ni energía eléctrica y cuando la actividad agrícola en el campo no es rentable la gente busca otra alternativa de vida en la ciudad » dijo César Cárcamo.
No obstante, César Cárcamo comentó que, de acuerdo con estudios realizados por el CASM, el 60% de las personas en los bordos no se quiere salir de ellos porque de nada sirve que les den una casa bonita si no van tener que comer ni donde ir a ganarse la vida y por eso la municipalidad, el gobierno y la gente de los bordos debe reunirse para encontrar una solución integral.
Cárcamo dijo que ya se hizo un experimento cuando se reubicaron unas 174 familias del bordo Esquipulas II para construir la segunda trocha del segundo anillo periférico de San Pedro Sula en el 2013. Unas familias fueron reubicadas en Choloma y otras en la residencial La Frontera, cerca del Aeropuerto Ramón Villeda Morales. Debido a que no encontraron de qué vivir y deben pagar agua, luz eléctrica y los pasajes para transportarse al centro de la ciudad, algunas familias decidieron regresar a los bordos.
«Desde el gobierno de Padilla Sunseri se habla de la reubicación de los bordos pero todo queda en planes y promesas de políticos. Hasta el momento no se tiene ni en agenda este proyecto, el alcalde [Roberto Contreras] ha dicho que los va a reubicar pero no tiene la capacidad y tampoco creo que tenga una estratégia» afirmó César.
Alexa Solórzano, gobernadora política de Cortés, dijo que desde el año pasado hay varios proyectos habitacionales que se quieren ejecutar por parte del gobierno de Xiomara Castro, pero que hay muchos decretos que dejó el gobierno anterior que están bloqueando el avance de dichos proyectos. «Casualmente tengo en mi despacho los planos de los terrenos donde se quiere hacer edificios verticales para reubicar a los pobladores de los bordos» comentó la gobernadora.
Alberto Benítez, director ejecutivo de Hábitat para la Humanidad Honduras, dijo que ellos hicieron un estudio en 2018 en el que encontraron que en el Valle de Sula existen 133 asentamientos humanos informales de los cuales 25 están ubicados en San Pedro Sula y 16 de estos son bordos en los ríos que cruzan esta ciudad, pero que hay otros asentamientos en derechos de vías públicas y terrenos en litigio, en esos asentamientos hay cerca de 134 mil viviendas y unas 20 mil familias.
«Como organización le hemos propuesto al gobierno central y a la alcaldía de San Pedro Sula trabajar un programa multianual para la solución del problema de los bordos y un proyecto piloto para que dé luces de cómo abordar el problema de los asentamientos irregulares porque no se trata solo de una reubicación sino también considerar los medios de vida de los que viven en estos asentamiento irregulares» argumentó Benítez.
La mayoría de las viviendas en los bordos no cuenta con servicios básicos, el agua es escasa y pocos tienen letrinas. Muchas casas están construidas de madera reciclada, láminas deterioradas y plástico. En el bordo de Champerío, donde queda la vivienda de Elsa Mejía, las casas están construidas de manera que una pared de tabla divide a una casa de la otra. A tres metros de la puerta de esas casa se encuentra un canal que drena las aguas negras de la ciudad que con el sol del mediodía el mal olor es insoportable
Elsa comentó que, empujada por la necesidad, decidió pedir dinero en la calle cargando en sus brazos a su hija de tres años. «En una ocasión, la Fiscalía de la Niñez me quería quitar a mis hijos porque yo andaba pidiendo con mi niña pequeña y tuve que rogarles para que no me los llevarán. Le pido al alcalde Roberto Contreras y la presidenta Xiomara Castro que se acuerden de nosotros que tenemos mucha necesidad», dijo Elsa entre lágrimas.