Texto: Teddy Baca
Ilustración: Fran Jerez
A raíz del enorme odio que están pronunciando políticos, agentes de prensa, empresarios y religiosos contra la visibilidad de la diversidad sexual en la película infantil Lightyear, me indigné lo suficiente como para escribir este artículo.
Esta película de Disney fue censurada en 14 países. Varios de estos países –como, por ejemplo, Arabia Saudita y Emiratos Árabes– tienen legalizada la pena de cárcel o de muerte para personas LGTBIQ+ por el simple hecho de serlo. Parece increíble que muchas personas celebran la censura de Lightyear en estos países, pero no denuncian estos actos. Les indigna más un beso entre dos personas del mismos sexo que dichas leyes contra la vida. Eso, una vez más, deja en claro la extraña brújula moral que existe y que, tal vez, explica por qué los grupos homófobos no se fundamentan realmente en la libertad de expresión, como algunos aducen.
Al igual que pasa con un caldo, que está preparado con líquidos y diversos ingredientes, los asesinatos de odio y agresiones hacia la diversidad sexual son producto de una cultura doble moral y antiderechos. Según el observatorio de Cattrachas, en menos de 6 meses ya hay registro de 22 crímenes de odio hacia gays, lesbianas, bisexuales y trans en Honduras, casos donde se registran signos de tortura e incluso violencia sexual.
Este dato concuerda con la acelerada y creciente cantidad de mensajes de odio, exclusión y censura que pregonan grupos fácticos contra la diversidad sexual y que se cobijan bajo el manto de «principios bíblicos».
Algunos ejemplos de ello son:
- La categorización de Héctor Ordoñez, presentador de Abriendo Brecha, de que «imponemos» nuestra sexualidad a los demás, solo por la protesta que siempre se hace por nuestros derechos el 17 mayo de cada año.
- La guerra mediática de la Asociación Nacional de Pastores Evangélicos contra el matrimonio igualitario que desembocó a una supuesta marcha en defensa de los valores el 11 de junio, misma marcha donde hicieron apología a ECOSIG; con mensajes como «conviértanse, pecadores», algo de lo que ya había escrito antes, la diversidad sexual no es un trastorno y tampoco un problema.
- Recientemente, una ola de discursos de odio confabulada por agentes de prensa, empresarios y politicos nacionalistas (disfrazada de juicios morales) en donde atacan a la sensibilización del respeto hacia la diversidad sexual. Esto también fue alentado por el odio internacional que sucede por la visibilización de la población LGTBIQ+ en programas y cine infantil.
Las mismas artimañas de siempre: dicen que «nos respetan», pero odian que existamos; dicen que NO nos expresemos en los medios o la vía pública al igual que los heterosexuales, porque es 《ideología de género》y aluden a mentiras como si fuesen verdades.
La orientación sexual no es una elección adulta, es un elemento del desarrollo personal que emerge en un promedio de edad de 7-15 años. Hablo de la atracción, no de la actividad. Por ejemplo: a mi me gustaban los varones desde los 8 años, pero mi primer relación fue hasta los 21 años. No es prevenible ni modificable, existe tanta desinformación y coacción, que muchas mujeres y hombres LGTBIQ+ descubren su sexualidad en la adultez, se reprimen o viven una doble vida.
No es un carnet ni algo de adultos, pero este «debate» solo es puesto en discusión en el caso de las juventudes LGTBIQ+. La heterosexualidad, en cambio, nunca es cuestionada en los jóvenes que se identifican así.
«Es que ser heterosexual es lo natural», dicen algunos conservadores, sin darse cuenta que existen más de 200 especies donde la homosexualidad o la bisexualidad se manifiestan; no solo como cópula, hablo de crianza conjunta, relaciones largas o incluso hasta permanentes.
Desde que yo era niño, mi padre me presionaba a ser heterosexual. Esto me incomodaba y me hacía sentir bastante mal. Las iglesias a las que asistía nos condenaban a un infierno si no éramos heterosexuales. Yo pregunto: ¿Porqué esto no cuenta como adoctrinamiento? Y, ¿por qué se le llama adoctrinamiento a la visibilidad de la diversidad sexual en medios de comunicación, cuando en esos mismos medios se visibiliza la heterosexualidad?
Incluso es algo netamente opcional si consumir o no el contenido, porque nadie los obliga a ver esas películas o programas; pero es bastante evidente que estos grupos conservadores están empeñados en la censura y hacernos creer que la única forma de vida válida es la que ellos plantean.
Ya sea como medio de obtener votos futuros por medio del sectarismo y el fundamentalismo, o como una forma de mantener un status quos, hemos sido convertidos en carne de cañón.
Estos sectores conservadores de ultraderecha se hacen denominar providas o profamilias, pero son parte de la exclusión, de la migración y el desplazamiento, de la violencia intrafamiliar, entre otras situaciones que amenazan la vida y a las familias.
Desaparecer nuestras vivencias de la televisión o el cine no protege a nadie. Solo calla, solo censura, y también demuestra el resentimiento que tienen sobre la vida ajena.
Y como es necesario informarnos mejor, adjuntaré algunas fuentes que permiten comprender mejor el tema:
Guía de Comprensión de la Orientación Sexual y Homosexualidad – Asociación Americana de Psicología.
Nada que Curar – Guía para Profesionales de la ONU contra la ECOSIG.