Shakira y «La Mosca»

Sergio Ramírez presidente fundador del encuentro literario Centroamérica tengole ultimo libro

Texto: Sergio Ramírez
Ilustración: Candy Carvajal 

Qué es lo que pasa, pasa que lo venció su ciego empeño de conocer en persona a la cantante Shakira, no creerán esa pasión de un niño de apenas doce años que ayer nomás gateaba, irse sin un centavo en la bolsa tras un amor que le quita el sueño, solamente con la mudada que andaba puesta agarró camino solito con la finalidad, me dejó dicho en su carta, de llegar a Miami donde la cantante Shakira como si ella estuviera aguardándolo en la puerta misma de su palacio de artista, vuelvan a ver qué desmesura, querida mamá te aviso te anuncio me voy lejos no me busques que voy para donde Shakira, muy atentamente tu hijo La Mosca, sí, ése es el apodo que le decían en la escuela y él le agarró gusto, La Mosca, Las autoridades mexicanas repatriaron al menor Raymundo Mario Calderón López, quien salió de Nicaragua el año recién pasado sin autorización de su madre y sin ninguna documentación legal hacia los Estados Unidos con la intención de conocer a la renombrada cantante colombiana Shakira, qué susto el mío cuando en la mañana lo llamo, ya me estoy yo bañando y desde la caseta del baño le grito que se levante, si viera, haragán para levantarse siempre, haragán en sus tareas de la escuela, pero eso sí, veloz para poner en su boca el nombre de Shakira, dónde no lo conocían gracias a Shakira, Shakira su eterna conversación, pobres que somos, el niño dormía en una hamaquita en el mismo bajareque donde se guarda la leña, un día me lo picó un alacrán gracias a esa carencia de no tener cuarto donde meterlo, pues lo llamo como siempre para que se levante, no contesta, muchacho de porra, pienso, y luego vengo y vuelvo a gritarle, ideay, que sos acaso sordo, tenés que ir a traer la leche mientras yo me baño, agarrá la porrita, el dinero está al lado, sobre la mesa, pero algo me extrañó, mal pálpito, el corazón de una madre siempre va adelante, a esa hora en su radio de pilas ya estaba cantando siempre Shakira, bruñó y bruñó para que le comprara el tal radio, peso a peso se lo fui abonando al turco Salim, mamá mi vida no es nada sin la compañía de su voz, un niño, ay, decía yo, será normal que un niño desvaríe de esa manera por amor de mujer, por eso mismo qué extraño aquel silencio, medio mojada me puse encima la bata, me metí las chinelas, nada, la hamaquita vacía y el viento va de mecerla, el radio no estaba tampoco, Jesús, yo allí parada sin hallar qué hacer y qué veo entonces, un papel prensado con una piedra en el suelo debajo de la hamaquita, me voy lejos no me busques es en vano es mi destino me voy para donde Shakira, El niño, de once años de edad, logró atravesar la frontera de cuatro países valiéndose de distintos medios de transporte, hasta llegar a la ciudad de Tapachula, en el estado mexicano de Chiapas, y ahí las autoridades de migración lo detuvieron y lo llevaron a un centro de atención de menores donde estuvo recluido por casi tres meses, salgo entonces como una desesperada, ni siquiera tranco la puerta, corro, para dónde correr, Virgen pura, Chicho, el de la pulpería de la esquina, uno que le vaciaron un ojo en una trifulca de gallera, me avisa que por allí pasó muy al alba cuando él estaba abriendo el negocio, qué rumbo, pregunto, el rumbo de la carretera, me dice, llevaba el radio puesto en el oído oyendo una canción de Shakira, qué novedad una canción de Shakira en su oído, digo yo para los adentros de mi alma angustiada, llego a la carretera, enfrente la estación de buses, cruzo, ya está por dicha mi comadre Susana en su puesto de venta del portón, ella ofrece pan francés con mantequilla y café negro con leche a los pasajeros que vienen y van, fíjese lo que me pasa, comadre, que no amaneció en su cama La Mosca, ah, dice ella, aquí a la estación entró tempranito, bueno, bueno, le dije, qué andás haciendo tan oscuro, algún mandado de tu mamá, no, me dijo, voy a agarrar el bus para Honduras, Honduras, le dije yo, como bromeando, y qué vas a hacer a Honduras, pues a buscar cómo agarrar otro bus que me lleve hasta Miami, ajá, entonces es largo tu viaje, sí, es largo, porque voy para donde Shakira, ah, entonces que te vaya bien, nada, locuras del muchachito, no se preocupe comadre que por allí adentro debe andar, cómo no iba a preocuparme si yo sé lo que tengo por hijo, un niño empecinado en un amor de adulto, me metí a la estación, no me entretuve, fui directo a preguntar si el bus para Honduras ya había salido, salen dos, me dijo un chequeador, uno que va para Choluteca por el rumbo de El Espino, y otro que va para Tegu por el rumbo de Las Manos y los dos ya se fueron, dígame, le dije mientras las canillas me temblaban, no vio si algún niño que andaba solo se subió en alguno de esos dos buses, claro, me dijo, La Mosca, el enamorado ardiente de Shakira, en cuál de ellos, le pregunté, el corazón golpeándome en la boca, agarró el que iba para Choluteca, y cómo es que lo montaron si no anda para el pasaje, porque el chofer que se llama Fernando también es admirador de Shakira y los dos guardan retratos de ella y están pendientes de sus canciones, qué es usted de La Mosca, señora, soy su madre, Funcionarios del Ministerio de la Familia, al conocer la situación del niño, se comunicaron con sus homólogos del Gobierno azteca a fin de concretar las debidas coordinaciones en vistas de lograr su viaje de regreso, el que tras múltiples atrasos debido a trámites consulares, se realizó ayer por la vía aérea, habiendo arribado al país en el vuelo vespertino de la línea Taca, me fui de allí directo a la policía, llamaron por teléfono a la frontera de El Espino pero el bus ya había pasado, no se preocupe madre, me dijo la mujer policía que me atendió, muy lejos no ha de llegar sin comida y sin reales y sobre todo sin papeles porque pasaporte no tiene, con qué alma pasaporte si a duras penas tenemos para llevarnos el bocado a la boca, dígame si va a presentar cargos contra ese chofer Fernando por secuestro de un menor, dice la mujer policía y al mismo tiempo ya está metiendo la hoja de papel en el carro de la máquina, yo vacilo, déjeme primero hablar con él porque el chequeador me dijo que hoy mismo en la noche está de vuelta y quién quita mi niño se arrepiente de su aventura y así como se fue vuelve en el mismo bus, como usted quiera madre, dijo la mujer policía, volví a la casa y cogiendo una escoba me puse a barrer por hacer algo, almorzar, no almorcé, el pensamiento de la comida me repugnaba, una dejadez del estómago hasta no tener ganas ni de agua, y ya desde las siete de la noche estaba yo en la estación de buses esperando al tal Fernando y fue hasta como a las nueve que apareció el bus, usted es Fernando, qué se le ofrece, dijo él, un chaparro embutido, cara picoteada, con la camisa por fuera larga como un balandrán, que se balanceaba al caminar igual a un muñeco porfiado, deme cuenta de mi hijo al que le dicen La Mosca, pues figúrese que me solicitó que lo llevara a pasear a Choluteca y puestos allá se me desapareció, hombre bandido, la cara socarrona le vi, una risita lépera que ya hubiera querido apeársela de una trompada, pues se ha equivocado si piensa que va a jugar conmigo y si no me dice la verdad vamos a arreglar esto en la policía, no me diga señora que usted me va a meter pleito como si no supiera cuánto cuesta un pleito, afrentándome con mi pobreza el muy bayunco, sólo quiero saber la verdad, le dije, ya le dije que se me desapareció en Choluteca, pues yo tengo informes de que usted también es fanático de esa mujer Shakira y cuando se ve con mi hijo sólo hablan de ella, fanático no soy pero me gusta cómo canta Shakira y así también me gusta Selena y eso no significa que alzaría mi pie para ir en peregrinación hasta su tumba, pues mi hijo va a estas horas en peregrinación a buscar a Shakira y usted es culpable, y enojada di la vuelta, pero él al final se habrá apiadado porque me alcanzó, no debería usted señora preocuparse tanto ya que si cruzó la frontera sin papeles es porque iba conmigo pero tenga seguro que de Honduras no pasa y allí va a ver que pronto se lo devuelven, El menor de once años es originario de la comunidad de San Luis de los Andes, municipio de San Juan de Limay, hijo de una maestra rural que se trasladó a Estelí cuando su marido la abandonó por otra, y como no halló plaza escolar, se gana la vida vendiendo por las calles cigarrillos, chicles y otras golosinas, dónde más iba yo a ir, volví a la policía, la oficiala me habló de un exhorto pero advirtiéndome que esos trámites tardaban, me preguntó si tenía una foto del desaparecido para ponerla en el exhorto, no, nunca se ha tomado una foto, y al decírselo me puse a llorar, ni una foto para recordarlo, entonces, madre, vaya por favor a la delegación departamental del Ministerio de la Familia, y fui, esto toma tiempo, dijeron también, hay que escribir cartas a las respectivas autoridades de todos aquellos países por donde pueda ir pasando, y al salir de allí, ya puesta en la calle, con el sol picándome en la cabeza, acaté que aunque me acabara de dolor no podía solazarme en sentarme a esperar porque quién iba a proveer mi vida, así que otra vez a la calle con mi bandeja, La licenciada Martha Emilce Castillo, delegada del Ministerio de la Familia en la ciudad de Estelí, dijo por la línea telefónica que el menor tiene antecedentes de vagancia reiterada, y que de acuerdo a la opinión que sus profesores tienen de él en la escuela donde se halla matriculado, su aplicación deja mucho que desear, y en las noches sólo me quedaba consolarme viendo las cositas que él había dejado, un trompo con su cuerda de manila, un bolero, una caja de fósforos rellena de arena que le servía de taba, botones de camisa para apostar a la taba, sus útiles escolares, los cuadernos bien forrados por mí, cada uno con su rótulo, gramática, aritmética, geografía, y qué me encuentro dentro del cuaderno de geografía, el mapa de Colombia bien dibujado con lápices de colores, tarea puesta por la maestra, pensé, pero no, una gran estrella amarilla aparecía pintada en el punto donde el mapa decía: Barranquilla, y en su letra de molde las palabras: aquí viste la luz del mundo, las cosas de este niño, de dónde toda esa imprudencia, y en el cuaderno de tareas de historia, bajo el título Gloriosa Batalla de San Jacinto y la pedrada de Andrés Castro, pegado con almidón un retrato de Shakira recortado de alguna revista, y abajo, con la misma letra: dónde estás corazón título de una canción tuya amor, en cada cuaderno nada más que Shakira, cuaderno de aritmética, el triángulo escaleno sé que olvidarte no es asunto sencillo te me clavaste en el cuerpo como un cuchillo, el triángulo isósceles pero todo lo que entra ha de salir, qué lenguaje de maldades era ése, el cuadrado de la hipotenusa miénteme abofetéame al menos improvisa haz algo original que me haga odiar tu nombre para siempre, niño obstinado, cuaderno de geografía patria, los ríos de Nicaragua son a saber: debajo de tu ropa hay una historia sin fin, tan desprovista la criatura y ansiando desnudeces, Mientras estuvo en el centro de detención de menores sólo comida de restaurante le daban, según declaró en la terminal misma del aeropuerto. “No conoció a Shakira pero aquí en esta valija trae según me cuenta ropa nueva y zapatos que le obsequiaron y se engordó por lo menos”, dijo su madre, que logró costear el viaje desde Estelí para recibirlo.


Este cuento forma parte de
Antología personal. Cincuenta años de cuentos (1963-2013), Océano, 2017, y se reproduce con la autorización y gentileza de su autor.

Sobre

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile  de máscaras (1995; Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005),La fugitiva (2011), Flores oscuras  (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí  (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también volúmenes de cuentos, ensayos y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes. En 2021 el Grupo de Diarios América (GDA) le escogió como el personaje latinoamericano del año por su activa defensa de la libertad de expresión y de la democracia en su país.

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1 comentario en “Shakira y «La Mosca»”

  1. En cuanto al cuento tan corto como emotivo lo cuenta el escritor Segio, además de percerme una auténtica y original invención en su haber literario, expone un mosaico de contrates inverosímiles propios de la realidad nicaragüense.

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