Texto: Teddy Baca
Ilustración: El libre pensador
Ha transcurrido más de un año desde que no he podido conseguir un empleo. En un par de casos, tuve conocimiento de que fui descartado de procesos de selección por mi pensamiento progresista y por pertenecer al colectivo LGTBIQ+.
Esto me llevó a reflexionar un poco sobre la mentira que muchos dicen en redes sociales con relación a la educación que promueve el respeto e inclusión LGTBIQ+, diciendo «que respetan pero quieren que los menores crezcan libres de influencias».
¿Por qué es mentira? Esto radica en otra pregunta: ¿acaso los medios de comunicación, iglesias tradicionales y la cultura no imponen la visión de la heterosexualidad como la sexualidad preferida o única válida? La libertad que tanto exigen los conservadores no es libertad, sino mantener un status quo en donde los heterosexuales crezcan con privilegios, mientras que los que no lo seamos nos mantengamos callados o,de preferencia, «cambiemos». Si a eso le sumamos la discriminación en salud, educación, seguridad y trabajo, tenemos una sociedad que te da dos opciones: sos heterosexual o te jodés.
La defensa de la familia es otra estrategia falaz para aplastar los derechos humanos de la diversidad sexual: para estos defensores, la familia es un derecho heterosexual que se ha idealizado como célula de la sociedad, por lo que la diversidad supone una amenaza a estas bases.
Por ejemplo, en Guatemala recientemente el Congreso aprobó una ley que supuestamente protege a la familia a partir de la censura de la diversidad sexual en escuelas y colegios, la prohibición del matrimonio igualitario y la censura a toda persona que defiende la validez de la diversidad sexual; por lo que, de forma implícita, se pide que haya silencio o se condene a la sexualidad diversa en estos espacios.
Esta ley fue vetada por el presidente, pero no significa que a futuro no cambie de opinión o sea tomada por el sucesor. En Costa Rica se percibe un ambiente similar, ya que el presidente electo, Rodrigo Chavez, prometió en campaña adoptar una ley similar.
¿En que defiende a la familia estas medidas? Las personas LGTBIQ+ no elegimos serlo, ni se puede modificar; sí, algunos se ocultan, reprimen o viven en negación, pero no dejan de serlo. Los políticos que la aprobaron ignoran a los sectores diversos como a los académicos, e impusieron su visión cristiana fundamentalista por encima del Estado laico y de derecho del que supuestamente parten. Por otro lado, lejos de proteger, esto significa que habrá más violencia en los hogares, puesto que los menores sexodiversos podrían enfrentar mayor maltrato de padres conservadores, además de acoso por parte de autoridades educativas.
La libertad de expresión no supone ninguna amenaza hacia la juventud, la orientación sexual e identidad de género no se «adquieren» socialmente, y cabe recalcar que, aunque lo fuesen, la diversidad es inherente al ser humano;tachar como inmoral el que una persona se enamore de otra solo porque tengan el mismo sexo o género es absurdo. Tan absurdo como llamar inmoral a un gusto gastronómico, musical,una identidad étnica o ser partidario de una fe.
Pero estas y otras mentiras han sido tan bien disfrazadas y globalizadas que el estado de Florida, en Estados Unidos, incluso aprobó una ley muy similar no hace mucho tiempo atrás, en donde incluso le dan poder a las escuelas para expulsar a alumnos/as que hablen del tema.
Estas y más prohibiciones también existen en Haití, Rusia, Hungría, Paraguay y Polonia, a menudo usando el término de «propaganda gay» al referirse a la libertad de expresión que respete a la diversidad. Parece que la libertad que tanto exigen estos grupos que fomentan el odio solo aplica para defender sus acciones excluyentes; porque de lo contrario toda libertad —de expresión, de género, de asociación—es tachada de inmoral o de ser mera propaganda.
Mi búsqueda de empleo, de poder casarme, entre otras luchas, todavía están vigentes. Esta búsqueda requiere de mucha energía, pero es el precio que pagamos por ser nosotros mismos en una sociedad construida en el egoísmo y la doble moral sexual.
Pero, con todo, creo que hay un rayo de esperanza en Honduras, y nos compete a todos y todas hacerlo brillar con su fuerza de forma que pueda hacer reflexionar a los demás para que logremos progresar y no volver a caer en estos errores.
Espero que en la próxima nota que escriba en este medio haya logrado mi primera meta: conseguir un trabajo donde mi diversidad no sea motivo de exclusión.