Por Iveth Vega
Abril se preparó para ir a trabajar como todas las mañanas. Salió del edificio donde vivía repasando con detalle cada rincón del lugar porque sentía que había olvidado algo. Con la caminata tomó conciencia de que había perdido un recuerdo. Registró en los cincuenta y dos cajones de su cabeza tratando de buscar un recuerdo de cuya apariencia no estaba segura.
Las hojas bajo sus pies le daban la impresión de levedad. Caminó alrededor de cinco kilómetros, hasta que miró sobre un estante empolvado un ramito violeta. Lo tomó sin darle importancia al golpecito metálico en su cadera. Sonrió descansando la cabeza en un charquito viscoso y oscuro.