Por José Zelaya
La minificción en Honduras ha sido tratada de manera aislada hasta hoy, eso si la comparamos con la poesía que desde sus inicios —con Juan Ramón Molina y José Antonio Domínguez— fue y es la más cultivada en el país, contando desde entonces con un sin número de poetas. Pero, sin importar el género literario, las escritoras la han tenido difícil debido a la precariedad que enfrentan en el contexto social, político, económico y literario. En el país no existe un marco histórico sobre la minificción escrita por mujeres. Este artículo tiene como propósito hacer un mapeo de las mujeres que han escrito minificción en Honduras y contribuir a posibles investigaciones que surjan al respecto.
Los primeros esbozos de la minificción femenina en Honduras surgen con Clementina Suárez en su libro de poemas De mis sábados el último (1931), que según la investigadora Helen Umaña algunos textos podrían considerarse auténticos microrrelatos. Y es hasta 1991 y 1992 con Débora Ramos que surgen nuevas publicaciones: tres minificciones en los números 10 y 12 en la Revista Imaginación.
Unos años después, la poeta Eva Thais publica Constante sueño (1992), un libro de microrrelatos donde se pueden encontrar textos muy breves de contenido experimental que generan un gran impacto. Algunos de ellos como: «Fases de la luna» y «Perla» fueron incluidos en la Antología de cuentistas hondureñas (2003). También, Rocío Tábora escribió minificción en su libro Cosas que rozan (2001).
Todas estas escritoras forman parte de la antología del microrrelato en Honduras, La vida breve (2006), compilada por Helen Umaña y La minificción en Honduras (2007), compilada por Víctor Manuel Ramos. En esta última, se suma Lourdes A. Núñez Ortiz y en ambas se nombra a Mónica Romero Lepe con una minificción publicada en La Revista Imaginación.
Hasta el momento se hace un conteo de seis escritoras hondureñas de minificción entre 1931 a 2001. Cabe destacar que, estas minificciones fueron extraídas de diversos libros de poesía, cuento, antologías nacionales y revistas narrativas.
No obstante, la minificción femenina guardó silencio hasta 2007, donde la escritora Alejandra Flores Bermúdez publica su libro Por la vereda, una colección de microcuentos poéticos inspirados en los personajes de sus pinturas. Ocho años después, Elisa Logan publica Historias de Natalia (2015), un libro que integra cincuenta y tres minificciones de cien palabras cada una. Es interesante que hasta la fecha estas dos autoras no han sido incluidas en antologías nacionales. Por lo tanto, se puede nombrar a Eva Thais, Alejandra Flores Bermúdez y Elisa Logan como las únicas escritoras hondureñas que poseen un libro dedicado a la minificción. Sin embargo, otras escritoras reconocidas y con trayectoria literaria han escrito este género. Un ejemplo claro es la incorporación de Perla Rivera, Anarella Vélez Osejo, Lety Elvir y la repetida presencia de Alejandra Flores Bermúdez y Elisa Logan en la antología centroamericana de minificción Tierra breve (2017), publicada en El Salvador. Es importante mencionar que el microrrelato de Lety Elvir incluido en esta antología fue publicado inicialmente en su libro de cuentos Sublimes y Perversos (2005).
En el 2020, tres escritoras hondureñas integran Historias mínimas, Muestra hispana de microficción contemporánea, publicada en Perú. Entre las autoras hondureñas se destacan: Perla Rivera, Venus Mejía y Ámbar Nicté. De igual forma, la escritora Tatiana Sánchez se suma a la lista al formar parte de ECOS: Nuevas voces de la minificción centroamericana, publicada en Nicaragua (2020).
Se puede observar que los pasos de la minificción femenina hondureña han sido lentos y distantes. El número de mujeres que han logrado publicar sigue siendo reducido, al ser catorce escritoras en total. Definitivamente Honduras tiene una deuda con la minificción, las puertas están abiertas para recibir a nuevas escritoras en el género.
1 comentario en “Presencia femenina en la minificción hondureña”
Muy bueno. Hay que exaltar a nuestros escritores para que sean conocidos aquí y fuera.