Por Josselyn Estrada
Dedicado a todas aquellas que hemos sido víctimas de violencia.
Estoy experimentando un momento etéreo, no sé si estoy soñando o he abandonado para siempre vuestro mundo, sea lo que sea, lo único cierto es que este lugar es hermoso, he visto tanta gente feliz en todas partes y nadie se preocupa por los peligros de la calle. Hace unos minutos he podido descender del autobús sin mayor problema, nadie me ha dicho nada y por primera vez ningún hombre me ha tocado o arrimado su cuerpo al mío.
Siento tanta felicidad que he querido compartirlo con ustedes. ¡Ay! amigas mías, si ustedes mirasen este lugar querrían venirse de inmediato conmigo, apelarían a la eutanasia si es que solo se puede vivir aquí después de la muerte.
¿Saben? Aquí puedo salir de noche con la ropa que quiero, usar las minifaldas que nunca usaría en la tierra y el top aquel que hace ver mis pechos tan lindos como unos mangos recién maduros, siempre salgo sola, ya no es necesario tener que traer a mi hermano a las fiestas para que me cuide.
Las niñas salen a pasear con sus padres y sus primos, pero sus madres aquí no tienen miedo de que les pase algo estando con ellos, las protegen y nunca las miran mal. También he visto a muchas de nuestras hermanas, la gente comenta que están mejor aquí porque en la tierra les llevo la vida un tal femicida, también muchas me han dicho que en esta ciudad pueden ser ellas mismas, ser libres, simplemente ser mujeres.
¡He despertado! Evidentemente estaba soñando, vi a mi madre observarme, yo tenía lágrimas en los ojos y le dije: «Madre, no quería despertar, era un lugar tan lindo, ¿porque tengo que regresar aquí y esconderme todos los días como si hubiese hecho algo malo?, solo soy una mujer, ¿acaso eso es delito?», y mi madre respondió: «¡No llores!, has despertado justamente para luchar por ese lugar que soñaste, donde te respeten, tú no has nacido para morir por femicidas, pero sí lo has hecho para morir por un lugar sin ellos».
2 comentarios en “Un lugar sin femicidas”
Cruda realidad de las sociedades latinoamericanas expuesta en algo tan sencillo como vivir una vida normal que miles de mujeres no las pueden llegar a vivir
He tenido el placer de conocer al autor detrás de estas conmovedoras palabras. Su obra es un reflejo de realismo mezclado con matices imaginativos tan vívidos que se puede casi escuchar el bullicio justo al bajarse del autobús. Esta narrativa no solo me conmueve sino que también evoca recuerdos de mi madre, una presencia reconfortante en tiempos de incertidumbre. Su fortaleza parece disipar cualquier temor. Un cordial saludo, Joselyn.