El gobierno de Honduras ha logrado que se aprueben fondos por más de 90 000 millones de lempiras para atender la emergencia provocada por la COVID-19, pero en contraste con esta cifra, la precariedad campea en las salas de los centros asistenciales. La Secretaría de Finanzas publicó en su portal de transparencia el 29 de junio que se han ejecutado 4589 millones de lempiras, pero este dinero ha resultado insuficiente. En Tegucigalpa, San Pedro Sula y El Progreso se han emprendido campañas de donación para apoyar la operación de sus hospitales, hasta ahora abarrotados de pacientes y con más de 1200 miembros de su personal contagiado.
Texto: Allan Bu
Portada: Un miembro del personal de salud del Instituto Nacional Cardiopulmonar se desinfecta en la cabina de sanitización del centro médico. Tegucigalpa, 14 de julio de 2020. Foto: Martín Cálix.
Un médico se asoma a la puerta del Hospital Leonardo Martínez en San Pedro Sula. Usa una bata azul, gorro, guantes y mascarillas, pero en lugar de botas usa dos bolsas de recolectar basura. En la imagen se retrata la precariedad en la que trabaja el personal de salud de la red hospitalaria de Honduras que le hace frente a la pandemia.
Hay un contraste abismal entre el discurso oficial y el presupuesto aprobado para hacer frente a la COVID-19 con la realidad en la que navegan la mayoría de centros asistenciales en este país centroamericano. En los hospitales un día hay mascarillas, pero no hay trajes y al siguiente faltan las botas. Hay insuficientes insumos de protección personal y los médicos se han cansado de denunciarlo.
Las protestas de los profesionales no son en vano, desde el inicio de la pandemia a mediados de marzo hasta finales de junio la Secretaría de Salud confirmó que unos 1200 miembros del personal de salud se habían contagiado. Mientras el Colegio Médico de Honduras sostuvo que desde el comienzo de la pandemia a la fecha han perdido la vida 18 médicos, a causa del COVID-19.
Suyapa Sosa, jefa del servicio de neumonía del Instituto Cardiopulmonar u Hospital del Tórax en Tegucigalpa, tiene una definición clara para toda esta situación: «Es como una violación a los derechos humanos de toda la gente. Esto es una burla, los médicos nos sentimos menospreciados, después de que de alguna manera, somos los que estamos defendiendo a la población. No hay palabras. No sabemos dónde está toda esa cantidad de dinero que fue aprobada para la pandemia».
El 40 % del personal de Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital del Tórax están con incapacidad porque enfermaron de COVID-19, esto ha tenido como consecuencia que se disminuyan los cupos porque no hay personal. «Hay montón de deficiencias en las medidas de bioseguridad en esas áreas y así están todas las salas. Aquí no es que seamos cobardes, es que tampoco queremos ser héroes o mártires, pero tenemos una responsabilidad como personas y médicos», explica Sosa.
El país con más presupuesto de la región para enfrentar la COVID-19
Cuando aún en Honduras no se había diagnosticado ningún caso de COVID-19, el 18 de febrero, con la aprobación de 100 millones de lempiras el Congreso Nacional comenzó a preparar el «muro de contención» contra la pandemia. La hemorragia de decretos que llevaban a la liberación de cientos de millones continuó cuando el Ejecutivo pidió al Legislativo la aprobación de 623 millones de lempiras en compras directas para la obtención de trajes de protección, hospitales móviles, respiradores mecánicos, remodelación de salas, camas, indumentaria, termómetros y contratación de personal médico.
Posteriormente, el 13 de marzo, el Poder Legislativo aprobó una partida de 12 400 millones de lempiras bajo el amparo de la Ley de Aceleración Económica y Protección Social Frente a los Efectos del Coronavirus. Además, el 17 del mismo mes, mediante Decreto Ejecutivo se ordenó a la Secretaría de Finanzas (Sefin), reorientar el 2 % del Presupuesto General de la República para atender la emergencia provocada por la pandemia. La cifra ronda los 3600 millones de lempiras.
La suma de millones no quedó ahí. Días después, el 1 de abril, la administración de Juan Orlando Hernández, fue autorizada por el Congreso Nacional para endeudarse hasta en 62 000 millones de lempiras para hacerle frente a la pandemia que ha tenido confinada a Honduras en los últimos 4 meses. Por esos días, organismos internacionales de crédito como el FMI, el Banco Mundial, el BID y el BCIE anunciaron la disponibilidad de 143 millones, 119 millones, 59,2 millones y 250 millones de dólares, respectivamente, como apoyo a Honduras para afrontar la crisis derivada de la COVID-19. Hay que decir que buena parte de estos fondos no están en las arcas del Estado de Honduras, sino que la Secretaría de Finanzas (Sefin) tiene la autorización para gestionar estos fondos ante la banca nacional y los organismos internacionales de crédito.
En su portal de transparencia, la Sefin anuncia que la Secretaría de Salud ha ejecutado en compra de equipo de protección personal, 48 millones de lempiras, y que en total ya gastó 527 millones en el combate a la pandemia. Desde el comienzo de la emergencia a mediados de marzo hasta el 29 de julio, se han ejecutado 4589 millones para atender la emergencia pero casi la mitad de ese presupuesto, unos 2100 millones de lempiras, ha sido ejecutado por Inversiones Estratégicas de Honduras, Invest-h, que destinó, según el detalle en el reporte de Sefin, 52 millones a la compra de equipo de protección personal. En cambio, para los hospitales móviles, que aún no prestan ningún servicio y cuya compra tiene todos los elementos de una estafa, se erogaron 1025 millones de lempiras.
Respecto a los países del istmo centroamericano, Honduras es el que cuenta con mayor presupuesto aprobado para combatir la pandemia. En el caso de sus vecinos El Salvador y Guatemala cuentan con 2000 millones de dólares disponibles para hacerle frente a la emergencia. Mientras que Costa Rica destinó el 1 % de su presupuesto.
A pesar del presupuesto, los hospitales sobreviven con donaciones
En la red social Facebook hay una página de la Fundación Hospital Leonardo Martínez, donde se publica una gran cantidad de donaciones que ha recibido dicho hospital, el principal centro de atención para enfermos de COVID-19 en la costa norte. Batas, mascarillas, guantes, gorros, guías para suero, colchas, edredones, equipo médico, microondas, entre otros, son algunos de las donaciones recibidas en el centro asistencial.
Incluso, en esa página se encuentra el anuncio de una campaña llamada Yo me uno, en la que se invita a la población a aportar «un granito de arena» en una institución bancaria del país. La Fundación sostiene que los fondos irán a las cuentas del Leonardo Martínez.
Igual sucede en el otro hospital de San Pedro Sula, el Mario Catarino Rivas, cuya fundación de apoyo ha publicado una gran cantidad de donaciones de gel antibacterial, alcohol, pediluvios e insumos de protección personal. Una de las publicaciones agradece la donación de 1000 trajes quirúrgicos. En la misma cuenta esta fundación hace un llamado a los hondureños: «Apelamos al corazón de todas las personas que reciban este mensaje, ya sea mucho o poco lo que puedan donar. Estos fondos serán destinados a la segunda sala COVID del hospital».
También hay centros asistenciales como el Hospital del Tórax y el Hospital del Sur donde los médicos han iniciado campañas para recaudar fondos y poder comprar equipo de protección personal pues el que ha sido proporcionado por el gobierno simplemente no alcanza, aunque desde los entes oficiales digan los contrario.
En El Progreso, ante un escenario desolador, varias organizaciones de la ciudad impulsaron una campaña para recolectar donaciones en beneficio del hospital local. Organizaciones como Rotarac, Club Rotario, Club de Leones, Grupo de amigos del Hospital de El Progreso (Gadhepro) y grupo de Amigos de El Progreso (GAP) realizaron durante la semana una campaña para realizar contribuciones para suplir las necesidades existentes.
Incluso en su portal web, la Secretaría de Salud, registra numerosas y cuantiosas donaciones. Por ejemplo la de un banco hondureño que brindó equipo de protección personal a seis hospitales de Tegucigalpa: Hospital del Tórax, San Felipe, Hospital Escuela Universitario, Hospital María, Hospital Militar y el IHSS. El gobierno recibió millonarias donaciones de Global Links (organización que proporciona suministros médicos a países necesitados de todo el mundo) y World Vision, (dedicada al trabajo con niños). Entre ambas organizaciones entregaron 6,3 millones de lempiras para comprar equipo de protección de personal.
Suyapa Sosa del Hospital del Tórax aseguró a Contracorriente, que desde que el personal se enteró que sería el centro de referencia para COVID-19, la asociación de médicos del hospital comenzó a tomar medidas porque sabía que ser el centro de referencia en Tegucigalpa sería muy caro.
En el hospital han intentado captar fondos con algunas acciones en el ámbito local y también han iniciado una campaña para recaudar fondos en la plataforma GoFundMe que se denomina Todos Somos Tórax, misma que hasta el momento tiene unos 200 donantes y ya suma más de 16 000 dólares. La meta de recaudación es de 30 000 dólares.
Para darle transparencia a todos los fondos que han recibido, los médicos han solicitado la veeduría del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA). Quieren respaldar el «gasto de cada centavo» porque han tenido gran apoyo de la gente en esta pandemia. «Haremos un informe con una lista de toda la gente que ha donado para la integridad que la Asociación de Médicos del Tórax quede intachable», afirmó Sosa, quien asegura que con los diversos apoyos que ha recibido el hospital se ha estado comprando insumos médicos, equipos de protección de personal y otros suministros. «Queremos seguir comprando mayor equipo de protección personal porque se necesita una infinidad de cosas que sabemos no vamos a tener una respuesta a corto plazo por la apatía o lentitud de la gente que maneja los presupuestos», añadió.
Sosa, reconoció que el gobierno ha enviado algunas cosas, pero que en ese centro las donaciones han sido un alivio y que otra salida es que los médicos han comprado su equipo de forma personal. «Mire, para ponerle un ejemplo, el gobierno nos viene y nos da 30 kits, esos se van en un turno de una sala. Nosotros ocupamos más de 500 equipos de protección al día. Es insuficiente lo que se nos da. Yo hoy entré sin botas. Así nos toca, hay días que se encuentran botas, otro día no, entonces nos ponemos bolsas mientras vienen los equipos y eso es todos los días. Se compraron cosas que no sabemos cómo se compraron. Enviaron equipos que no funcionan (ventiladores mecánicos), que están en la bodega y que lamentablemente no serán útiles para la emergencia», explicó.
Según el portal de transparencia. Invest-h, ha adquirido durante la pandemia 450 ventiladores mecánicos con un valor de 342 281 956.50 lempiras. Por otro lado, las denuncias de ausencia de equipo médico y equipos de protección de personal han sido constantes, pues al comienzo de la emergencia la doctora Suyapa Figueroa, presidenta del Colegio Médico de Honduras (CMH), reclamó por la ausencia de estos suministros en los centros hospitalarios: «el personal de la salud, que es quien está en riesgo inminente al contagio, y está desprotegido. Nosotros estamos comprando las mascarillas y los insumos con nuestro propio dinero», denunció.
En esa ocasión, Figueroa afirmó que las mascarillas N-95 y los trajes especiales para prevenir la pandemia no llegaban a los médicos y trabajadores de la salud, en cambio sí les llegaba a bomberos, militares, policías y hasta a los elementos de la Dirección de Investigación Policial (DPI).
El 13 de abril, en una protesta pacífica, el presidente de la Asociación de Médicos del Instituto Hondureños de Seguridad Social, Carlos Umaña, reclamaba: «queremos que Sinager (Sistema Nacional de Gestión de Riesgos) nos proporcione todo el equipo que se necesita a diario, sabemos que lo tienen, por lo que hoy estamos en representación de enfermeras y médicos en el país».
Por otro lado, un galeno que labora en el Mario Catarino Rivas y que prefirió mantener el anonimato, declaró que las autoridades de los centros de atención no están autorizados para hacer denuncias acerca de la precariedad y escasez. Pero es innegable que hay un problema, afirmó que a los médicos se les brinda una mascarilla N95 para 5 días, que para el uso médico es excesivo.
Una de las profesionales de enfermería que labora en el hospital móvil de Villanueva, que sirve como centro de triaje de este municipio, manifestó desde el anonimato que en todos los centros de atención es igual. Hay carencias, el día que hablamos en ese lugar no se estaban haciendo exámenes de hisopado (PCR). Es la realidad, miles de millones aprobados en presupuesto para el combate a la pandemia versus interminables carencias.
No en pocas ocasiones se ha escuchado decir a funcionarios del gobierno de Juan Orlando Hernández que la alta demanda de productos de bioseguridad a nivel mundial ha provocado el desabasto de estos suministros en el hospital. Sin embargo, el empresario José Nolasco, asegura que Honduras es uno de los principales importadores de productos de bioseguridad.
El empresario sostiene que cuando se trata de trajes de bioseguridad, botas, guantes, mascarillas, entre otras, la llegada al país depende de cuánto quiera pagar el comprador: «si usted paga aéreo le viene aproximadamente en 15 días, por barco son 28 días después de que usted coloca la orden», dice con seguridad. Agrega, que estos tiempos se cumplen pese a que Honduras «la han castigado» en envíos desde China dejando sus pedidos prácticamente de último, pero aún así los productos no deberían tardar más de un mes para estar en el país: «todos estos productos, están hechos, nada está por hacer, si las cosas estuvieran por hacer se tardaría unos 60 días, pero todo está hecho», sostiene.
Incluso explicó que hay otras opciones pues, «desde Vietnam, un pedido se va a recibir en 8 días porque allá no “castigan” a Honduras». Por las razones que menciona, el empresario piensa que no hay motivo para esgrimir el atraso en pedidos. «Esta pandemia ha sido manejada por gente inescrupulosa que solo se ha dedicado a ver su bolsa, en todo lo que hacen van viendo que sacan y se han olvidado del fin primordial del estado que es la persona», señaló el empresario.
Nolasco también afirmó que todos estos productos en los puertos de entrada al país pasan muy poco tiempo «porque no paga impuestos, no se tardan en las aduanas».
Lo cierto es que después de 4 meses de pandemia, los médicos continúan denunciando que no hay equipos de bioseguridad. Las donaciones se convierten en un alivio en lo que parece ser una lucha desigual contra un enemigo invisible, que se vuelve más fuerte ante las acciones de un gobierno falto de transparencia e ineficaz.